❂ CAPÍTULO V ❂ Liberando Valenstun

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Con la llegada del alba, los primeros rayos de luz del amanecer cegaron un poco a Darkmolet, aún no se acostumbraba al resplandor, en cierto modo era difícil emplear la vista de larga distancia debido a la ausencia de la activación del tono dorado que atenuaban el brillo de la estrella solar. «Será más difícil ver durante el día y la noche», pensó tras activar una opción para atenuar la luz en los vidrios mientras a su vez mantenía firme el volante con sus manos cubiertas por guantes negros, su diseño era bastante llamativo porque no llegaban a cubrir sus muñecas, el cuero terminaba en el dorso de la mano.

Conforme navegaban en el mar abierto, hubo mucho tiempo para pensar. Valeska que estaba con los brazos apoyados en el estribor no sabía exactamente qué les depararía de ahora en adelante en ese extraño planeta. No podía estar más preocupada por la situación, temía que WaterWing terminara bajo el dominio de Kasch, debía de haber una forma de detenerlo, pero lo primero era que debían centrarse en encontrar una manera de reparar los componentes dañados de la nave o reemplazarlos por otros nuevos.

Por otro lado para Lecryfhia, ser una fugitiva no era tan malo, pudo escapar del terrible destino de casarse con alguien que no le gustaba en absoluto y estaba más libre que nunca, tal vez no por el medio más óptimo, pero era mejor que nada.

Una de las cosas que le irritaba, era que su supuesto prometido estuviera allí, más sin embargo, ése era otro mundo y en ese lugar no existían leyes que la obligasen a contraer matrimonio. Incluso si tuviera la oportunidad de volver a Iseventheim, no se casaría, al menos que sea con una persona que realmente ame.

Desde la segunda cubierta se podía distinguir en el horizonte a kilómetros de distancia una ciudad porteña construida a base de ladrillos, los contrafuertes de las edificaciones eran visibles desde el sofá giratorio de seis metros de ancho donde estaba sentada.

Finalmente estaban cerca de tierra firme, por lo que se puso de pie y bajó las escaleras muy emocionada dirigiéndose al camarote del capitán.

«Estamos a medio día de llegar a tierra firme» Anunció LinLin cuando Lecryfhia abrió la puerta para encontrar a Darkmolet que estaba igual de sorprendida que ella. El alivio de que existiera vida terrestre las inundó. Tendrían que buscar un sitio para comer, sin embargo a Darkmolet le preocupaba qué tipo de moneda se podría usar en esa ciudad desconocida, no era como si todos los planetas utilizaran el mismo tipo de dinero.

Los demás entraron poco después al camarote con expresiones que denotaban emoción de haber descubierto una ciudad en la que pudieran desembarcar. Cada uno tomó asiento en los sofás circulares dispuestos en la habitación que destilaba un marcado de acento moderno a través de elementos como delicadas tapicerías con un estilo elegante y la homogeneidad que aportaba el vidrio oscuro.

Los ojos de Zelsfrith se posaron en Lecryfhia que estaba un poco más adelante dándole la espalda. Antes de que sus familias los prometieran, jamás se imaginó que su futura esposa fuera tan hermosa y aunque parecía que eligió a sus amigas con la misma belleza con la que había sido bendecida, nunca hubiese pensado que estaría rodeado de mujeres tan bellas. Suponía que Lynk se sentía de la misma manera porque en ocasiones lo encontraba mirando a Darkmolet furtivamente. Tal vez estar en ese viaje no fuese tan malo, después de todo no sabía si había alguna posibilidad de volver a casa.

Darkmolet trató de distinguir en la distancia el estilo de las embarcaciones, ninguna de ellas parecía poseer tanta tecnología como Shadow Queen, así que cambió el diseño a través del panel optando por uno más tradicional y pequeño antes de llamar la atención de los habitantes de esas tierras desconocidas. No pasó mucho tiempo antes de que llegaran a tierra firme por una zona donde los peñascos rocosos ocultaban el barco.

La Caída De Absalón Station ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora