Hacia la Atalaya de Amon Sul.

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-¿Cómo sabemos que este montaraz es amigo de Galdalf?

-Un siervo del enemigo tendría mejor aspecto y parecería... más insensato.

-¿Más insensato aún?

-No tenemos más remedio que confiar en él.

-¿Pero adónde nos lleva?

-A Rivendell, señor Gamyi -lo sabía-. A la casa de Elrond.

-¿Habéis oído eso? Rivendell. Vamos a ver elfos.

(...)

-Esto está bien.

-Saca la sartén. Voy a buscar leña.

Los hobbits discutían sobre la comida. Increíble.

-Caballeros -interrumpió mi hermano-, no pararemos hasta el anochecer.

-¿Qué pasa con el desayuno? -se quejó uno de los medianos.

-Ya has desayunado.

-Una vez sí. Pero, ¿y el segundo desayuno?

Ambos rodamos los ojos y continuamos.

-Yo que tú de momento me acostumbraría a ellos -le susurré a mi hermano. Cogí unas manzanas de mis bolsillos y las lancé hacia atrás.

(...)

Atravesamos los pantanos y los mosquitos se pegaban a la cara de los medianos.

-¿Qué comen cuando no hay hobbits? -preguntó uno, notablemente asustado por la cantidad y el tamaño de los animales. Él lo tenía fácil. Vestía pantalones. Yo llevaba un vestido de campesina.

(...)

Mi hermano y yo estábamos despiertos. Yo remendando algunos rasguños del bajo de mi vestido y él cantando una canción élfica.

-¿Quién es ella? -ambos nos giramos asustados. Frodo había despertado-. La dama de la canción.

-Es la dama de Lúthien. La doncella elfo que entregó su amor a Beren, un mortal -volví a la ropa mientras le explicaba al hobbit.

-¿Qué le paso? -volví a levantar la cabeza ante esa pregunta.

-Murió -se giró al mediano-. Duerme un poco Frodo -este obedeció y se acurrucó con su manta. Mi hermano volvió a mirar al frente. Me acerqué a él-. Tú también deberías.

-Dormiré si me cantas. Como cuando éramos niños. Por favor...

-Sigues siendo igual de testaruda.

-Por favor, Aragorn... Solo una canción pequeñita. Las extraño mucho. A ellas y a madre.

Me apoyé en su hombro y cerré los ojos impidiendo que lágrimas salieran de mis ojos. Empezó a cantar una canción de cuna. La recordaba. Era en élfico, pero los dos conocíamos esa lengua. Habíamos vivido con elfos. Me uní a la canción hasta que caí rendida por el cansancio. Antes de dormir profundamente, noté una mano en mi cabeza que acariciaba mis cabellos.

(...)

Llegamos a una colina con unas ruinas sobre ella.

-Esta era la Atalaya de Amon Sul -explicó mi hermano-. Pasaremos la noche aquí.

Atamos el pony, nos quitamos las mochilas y los hobbits cayeron rendidos de cansancio al suelo. Me acerqué a mi hermano que miraba atento el horizonte.

-¿En qué piensas?

-La guerra se acerca.

-Lo sé.

Cierto "Orejas Picudas"Where stories live. Discover now