Santiago

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Contemplé por un rato a la feliz pareja de pie junto al altar y luego mi mirada revoloteo hacia la bella chica que estaba sentada a mi lado

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Contemplé por un rato a la feliz pareja de pie junto al altar y luego mi mirada revoloteo hacia la bella chica que estaba sentada a mi lado. Los recuerdos salieron a florecer en mi cabeza, haciéndome vibrar por la nitidez con la que se proyectaron. Mientras el ministro hablaba uniendo a la pareja frente a él, recordé las palabras de Macarena el año pasado; me golpeaba el pecho con fuerza rencor, mientras me miraba con sus grandes ojos color verdes y lloraba sin contenerse. Me partía el alma verla así.

- ¡Vete tras ella, entonces!- me decía- ¡alcanzala porque el amor de tu vida se escapa!- me golpeó por doceava vez el pecho.

- Macarena... - musite.

- Debí haberme dado cuenta antes- gritaba- ¡nos hubiéramos ahorrado todo esto!- manoteo, cansada.

- En ningún momento te engañe, Macarena- expuse- ella me robó un beso, pero estaba ebria Macarena.

- Pero tú no- exclamó, con voz estrangulada- además, el que haya estado o no ebria no quita que se haya enamorado de ti- señaló un papel sobre la mesa, arrugando violentamente- ¿y sabes que es lo peor?- sollozo- que tu, perfectamente sabes que te enamoraste también... de ella. De mi mejor amiga.

- Maca- quise acercarme, abrigarla en mis brazos para que de alguna manera cesará su dolor, pero me quedé a distancia, sabiendo que después de mi confesión, no serviría de nada- nunca quise hacerte daño- expliqué- simplemente... no pude controlarlo.

Recordé entonces el primer día que descubrí que sentí algo por Alejandra, o mejor dicho, cuando acepté que sentía algo por ella. Aquella vez que Alejandra veía una película de terror y que de cierta manera, sin explicarme como, quería protegerla entre mis brazos y luego, jamás dejarla ir. Con el paso del tiempo me di cuenta de que me gustaba estar a su lado, pasar las horas en su compañía y hacer chistes tontos de cualquier cosa.

- ¡Pero pudiste decírmelo!- las palabras de Macarena continuaron- no había necesidad de que me hirieras de esta forma- sollozó, de nuevo- pero yo soy la estúpida, ¿sabes? Debí de darme cuenta, por cómo mirabas a Mau cuando se le acercaba, le hablaba o la besaba.

Mi rostro de endureció al recordarlo. Era una furia devastadora, una inquietud por querer alejarla de Mauricio cuando éste se le acercaba. Algo que en ese momento me inundaba de pies a cabeza y que no podía explicarme la razón.

Ahora lo sabía.

Entonces, sólo entonces, me di cuenta de que yo había sido igual de ingenuo que Macarena, ahora comprendía quién era la chica a la que Stevan amaba y porqué es que nunca me lo dijo. Estaba de pie allí, mirándome con la comprensión de un amigo, con el dolor de un hermano; mientras Macarena lo apartaba lejos, llevándoselo consigo como el único apoyo con el que contaba.

- Acepto- musitó el novio, mirando fijamente a su futura esposa y sonriéndole, haciendo que mi mente volviera al presente.

- Y tú, Macarena, ¿aceptas a Stevan Achaga como tu futuro esposo; para amarlo, cuidarlo, en la salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe?- preguntó el padre.

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