Capítulo 9

352 50 6
                                    

— Hasta pronto, Mauricio— dije

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

— Hasta pronto, Mauricio— dije.

Cuando lo ví introducirse a su departamento, me giré a mirar a Santiago, que seguía parado allí, de brazos cruzados y mirándome— ¿decidiste hacerle caso a Macarena?— bromeó.

— ¿Qué?— pregunté confundida.

Se separó de la puerta cuando dirigí para abrirla— sí, eso de buscarte pareja— musitó, pero la broma ya no le salió como tal.

Exploté en carcajadas— solo salí a tomar un café con mi vecino para conocerlo mejor— expliqué— eso no tiene nada que ver con los planes macabros de Macarena.

Santiago rió— ¿con que son macabros? Se lo voy a decir, te acusaré— bromeó divertido.

— No hace falta, ella lo sabe— abrí la puerta y Santiago se introdujo detrás de mí— ¿si sabes que Macarena llega hasta las 8 verdad?— dije sarcástica.

— Lo sé, pero es que no tengo mucho que hacer y es mejor pasar el rato aquí mientras la espero.

— Bueno, es agradable tenerte aquí mientras que llega— pensé, esperen, esperen, no lo pensé, ¿lo dije?

— Gracias, qué linda— musitó y en ese momento di gracias de encontrarme de espaldas puesto que todo el color se me subió al rostro— mañana saldremos todos, así podrás conocer a mi hermano, Stevan, ¿lo recuerdas?— dijo totalmente ajeno al caos que estaba habitando en el interior debido a sus palabras.

— Eh, sí, estoy emocionada— dije.

— Stevan también.

Así, planeamos lo que sería el día de mañana y estar a su lado lo encontraba cada vez más cómodo y magnífico. Él tenía ese raro poder para maravillarme, dejarme sin el habla o adivinarle los pensamientos a veces; era simplemente sensacional y la fierecilla estaba llena de emoción, pero solo hasta que llegaba Macarena, porque luego, al verlos reírse el uno con el otro y llamarse "amor" está empezaba a incomodarse y me hacía salir de la escena cursi que no queríamos ver ni ella ni yo. Porque empezaba a resultar drásticamente incómoda.

— ¡Bestia arriba! — Macarena tenía la costumbre de despertarme con golpes en la puerta, por eso era lindo que se fuera a trabajar.

Balbuceé entre la almohada y luego comprendí que los molestos golpes en la puerta no pararían hasta que Macarena me viera con los ojos abiertos. Me llevé los puños a los ojos y comencé a tallarlos para desperezarse, luego abrí paso a un bostezo grande. Me paré con pereza y abrí la puerta.

Macarena estaba en la cocina buscando algo en el refrigerador, me miró— ponte algo lindo, algo verde, a Stevan le gusta el verde— dijo.

— Estás loca— musité y me di la vuelta para irme a vestirme.

— Si quieres gustarle a Stevan, escucha mis consejos— gritó desde la cocina.

— No quiero gustarle a Stevan. ¡Ni siquiera lo conozco!— me quejé, saliendo de nuevo de mi habitación; increíblemente asombrada del esfuerzo de Macarena por emparejarme.

Manual de lo Prohibido Where stories live. Discover now