Capítulo 30

390 50 8
                                    

A menos que, la canción la haya escrito pensando en mí, pero no habría venido a América por aquello que le pasó con Renata

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

A menos que, la canción la haya escrito pensando en mí, pero no habría venido a América por aquello que le pasó con Renata. ¡Por Dios! No era un bebé, tiene veintitrés años, ¿por qué no lo supera y ya? Resoplé, frustrada. Aquellas conjeturaciones no me llevaban a ningún lado, excepto al mismo laberinto de mi mente. Pero había alguien que sí podía hacerme saber lo que quería.

Estacioné la camioneta de Bernardo en la acera y bajé de ella rápidamente para subir las escaleras hasta mi casa. Miré el reloj, eran las nueve de la noche, allá sería a lo mejor la una o las dos de la mañana. Tenía que hablar con Rob, así que esperaría hasta que amaneciera. No sabía si quería saber, pero necesitaba hacerlo. Estas especulaciones en mi cabeza causaban más dolor que la verdad, fuera cual fuera. Nueve de la mañana. Era como si contara con un reloj despertador en la cabeza que me anunciaba la hora en la que tenía que tomar la computadora e intentar comunicarme con Rob.

Me estiré rápidamente y puse la laptop sobre mis piernas; la luz que desprende al prender me encandiló un poco los ojos. Me conecté a Internet y sentí un gran alivio cuando vi que Rob también lo estaba. No dudé ni dos segundos en iniciar conversación.

— ¡Hola!— tecleé sobre las negras teclas, haciendo aparecer la letra azul sobre la ventana de conversación.

— ¡Hey, hola!— me contestó al instante.

— ¿Cómo está todo allá?—  deseaba que Rob entendiera a la primera lo implícito en mi pregunta.

— Bien, supongo. Mau me llevó ayer a un parque, desayunamos juntos y anduvimos por casi toda la ciudad—  podía apostar que su rostro dibujaba una sonrisa mientras tecleaba la respuesta.

— Me alegro mucho, de veras.

— ¿Y tú? ¿Qué tal? ¿Cuándo fue la última vez que hablamos?

— No lo sé. El sábado creo. Yo estoy bien... mejor— me quedé con dedos indecisos sobre el teclado y luego suspiré. Tenía que preguntarlo— dime Rob, ¿cómo está Macarena? ¿Cómo está... él? ¿Sabes algo de ellos?

El segundo que tardó en responder me pareció eterno— Alejandra… dijiste que no los mencionarías.

— Por favor, Rob. Necesito saber algo. Mis especulaciones me hacen más daño. Por favor— esta vez se tardó más en contestar.

— Según Mau, Macarena y Santiago ya no están juntos. Macarena entra y sale de su departamento sola y de vez en cuando Stevan la visita.

— ¿Y Santiago?

— Alejandra…

— Dime, por favor.

Casi un minuto. ¿Por qué esta mujer se tarda tanto en responder?— se fue— al momento de leerlo, los ojos se me abrieron como platos. ¿Se había ido? ¿A dónde? ¿Desde cuándo?— ¿Alejandra?

Me preguntó cuánto me tardé en contestar. O reaccionar— ¿a dónde fue?— tecleé despacio, letra por letra.

— No lo sé, nadie sabe.

Manual de lo Prohibido Where stories live. Discover now