Capítulo 21

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— Eso suena interesante— rió

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— Eso suena interesante— rió. El timbre apagó la risa de las dos, eran las seis con quince minutos apenas, y quién sería? Ambas nos miramos extrañadas— ¿esperas a alguien?— me preguntó Rob.

— No que yo sepa— negué con la cabeza y luego salí de mi habitación para abrir la puerta. Rob fue detrás de mí y cuando abrí la armazón de madera me llevé una gran sorpresa al ver a Santiago allí. Los ojos casi se me salían de las órbitas— ¿Achaga?— articule, claramente sorprendida.

— Ay, yo pensé que ya habíamos dejado las formalidades— bromeó y luego miró por encima de mi hombro a Rob, quien lo miraba embobada. Se pasó sin que le dijera que lo hiciera y le sonrió a Rob— hola— le dijo— soy Santiago— le extendió la mano.

— El novio de Macarena— dije, cerrando la puerta de mala gana. ¿Por qué nunca dejaba bien claro quién era?

— Hola— musitó Rob, tendiendole la mano también— Roberta.

— No, yo soy Santiago— dijo éste.

Rob rió— no, no, digo que yo soy Roberta, pero dime Rob.

— ¡Oh! ¡Rob, claro! He oído hablar tanto de ti— dijo— me da mucho gusto conocerte al fin.

Me aclaré la garganta, haciéndome notar— Rob, eh… El manual en mi habitación, eh… ¿Podrías guardarlo por favor?— farfullé, recordando que habíamos dejado las fotografías al descubierto y regadas en la cama.

— Claro— captó rápidamente el hilo de mis palabras y salió disparada a mi habitación.

Miré a Santiago, aunque no quería admitir que estaba encantada de que estuviera allí traté de permanecer seria— ¿no es muy temprano para que vengas?— traté de sonar lo más normal posible, pero el pánico no se podía ocultar muy bien detrás de mi voz.

— Sí, pero ya que mañana será la fiesta del señor Vittore, quiero saber qué vamos a hacer mañana, a qué hora nos iremos— su mirada gacha bailó fugaz.

— Pero…

— ¡Listo!— Rob me interrumpió, saliendo de mi habitación con su sonrisa brillante en el bello rostro. En ese momento agradecí al cielo de que ella se encontrara allí; así al menos no me vería tan obvia, no sería tan torpe al hablar con él. Y mi razón mantendría calmado a mi corazón.

Rob y Santiago conectaron enseguida, ambos eran muy sociables y la plática entre ellos fluyó de manera rápida, aquello me alegró. Cuando Macarena llegó junto con Stevan sonreí de manera significativa, aunque me doliera en lo más profundo de mi alma ver juntos a Santiago y a Macarena sabía que aquello me servía para ponerle un freno a mis absurdos sentimientos. Luego de que Stevan y Rob se fueran, me encerré en mi habitación como de costumbre, pero no pasó mucho tiempo cuando oí que llamaban a mi puerta, el murmullo de voces había desaparecido del exterior y sólo los golpeteos en la puerta, algo apagados, se oían en aquel silencio sepulcral. Salté de la cama y abrí la puerta, la cara de Macarena no era la misma, estaba bastante triste, podía notarlo.

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