Capítulo 5

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— Alejandra, levántate ya — gritó Macarena, me removí entre las sábanas y no hice intento alguno por abrir los ojos— ¡bestia!— volvió a golpear la puerta— Santiago vendrá en cualquier momento

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— Alejandra, levántate ya — gritó Macarena, me removí entre las sábanas y no hice intento alguno por abrir los ojos— ¡bestia!— volvió a golpear la puerta— Santiago vendrá en cualquier momento. ¿Santiago? Abrí los ojos, completamente despierta y aventé la sabana hacia un lado. Salí de la cama en un santiamén y abrí la puerta. Macarena corría de un lugar a otro en busca de algo— creí que no te levantarías nunca— dijo.

— ¿Qué buscas?— pregunté.

— Mi bolsa, puedo jurar que la deje aquí— apuntó al sofá.

Miré el reloj, faltaban 20 minutos para las 6 AM. ¿Cuánto se tardaría Santiago en llegar? ¿Por qué me pregunto eso? — busca en tu cuarto Macarena.— musité.

Ella me miró y salió corriendo a su habitación, dos segundos después llamaron a la puerta— Alejandra por favor abre— me gritó Macarena desde su cuarto.

Caminé perezosamente hasta la puerta y la abrí, lo que vi me deslumbró por completo— buenos días— me sonrió y aquella fierecilla enjaulada salto de un lado a otro en su pequeña cárcel.

— Buenos días Santiago— le devolví la sonrisa— pasa— le abrí camino y me le quedé mirando mientras pasaba a mí lado, llevaba puesta una chaqueta negra al igual que los apretados pantalones que traía , por dentro de la chaqueta se alcanzaba a ver una camisa roja, usaba unas gafas de sol que le daba un aspecto más comercial a su rostro, parecía de esos modelos que solo ves en televisión.

— Bonita pijama— musitó mirando mi atuendo.

Me puse roja hasta los huesos y me mordí el labio inferior, completamente apenada, nadie, exceptuando Macarena me había visto en pijama— gracias— murmuré.

— ¿Dónde está Maca?

— En...

— Aquí— Macarena salió de su habitación con la bolsa en la mano y me interrumpió.

— Hola preciosa— dijo él y luego se acercó a besarla.

Desvíe mi mirada, dándoles privacidad y me escabullí hasta mi cuarto; privacidad, ¿eso quería darles? ¿O sólo quería calmar a la fierecilla que de 3 pronto se sintió incómoda? Me vestí rápidamente y me hice una coleta de lado— Ale, debo irme— gritó Macarena, desde algún lugar cercano a la puerta. Salí del cuarto no sin antes tomar mi cámara fotográfica— te veo más tarde, espero se diviertan— dijo— los amo, a los dos.

— ¡Suerte!— dije, pero ella ya había cerrado la puerta.

Miré entonces a Santiago, quien se encontraba parado mirándome a mí. — creí que íbamos a desayunar en pijama— musitó divertido al notar mi cambio de ropa.

El rubor corrió de nuevo por mis mejillas y bajé la cabeza— es muy temprano para desayunar.

Él rió— entonces, ¿quieres que nos vayamos ya? El camino no es muy corto.

Manual de lo Prohibido Where stories live. Discover now