Capítulo 23

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Kay

Este es el momento en el que me doy cuenta de que Ágata es sincera cuando habla con un tono serio.

Dejo escapar un suspiro, me llevo una mano al pelo y reviso una vez más el reloj de pulsera que está en mi mano.

—Por eso te dije que no te durmieras tarde, ¿Cómo pudiste soportar tanto tiempo despierta si no tomaste tu siesta de la tarde? —digo, aunque ella no puede escucharme.

Decido ponerme en cuclillas y podríamos estar mirándonos a los ojos de no ser porque Ágata sigue profundamente dormida.

—De verdad lo decías en serio, ni siquiera cerraste la puerta de tu cuarto —me quedo viéndola como si de esa forma fuera a abrir los ojos.

Ahora me siento como un acosador...

Esto es incómodo, ¿Cuál sería la forma indicada para despertarla?

Dudo un poco antes de estirar mi brazo y comenzar a agitar de a poco su hombro.

—Ágata... —la llamo— Ágata, ya es hora de irnos.

Ella tiene la boca ligeramente abierta y sus labios lucen algo pálidos por la falta del labial que suele usar...

Ayer acordamos irnos temprano para no encontrarnos con Daemon y le dije que se fuera a dormir temprano, pero nos terminamos encontrando a las tres de la mañana cuando me desperté por un vaso de agua y vi la luz de su cuarto encendida, entonces, decidí tocar y escuche el ruido de algo caerse seguido de Ágata asomando la cabeza por su puerta con una sonrisa en los labios.

¿Será que sufre de insomnio?

Ayer no fue la primera vez que nos encontrábamos, hay ocasiones en la que me levanto para ir por agua a la cocina y me encuentro con la televisión encendida en la sala y con Ágata acostada en uno de los sillones, o Ágata en la cocina tomando trozos de pastel, ¡Ah! Y como olvidar cuando comencé a creer que la casa podía tener algún fantasma cuando escuché ruido en los pasillos, como si alguien estuviera arrastrando algo y efectivamente, era Ágata sacando unas cajas fuera de su cuarto, según recuerdo, era ropa que pensaba donar en algún futuro.

—Ágata —vuelvo a llamar, esta vez ella solo suelta un gruñido y sigue con lo suyo.

Vuelvo a suspirar y tanteo la opción de buscar su uniforme y ponerlo cerca, pero si comienzo a buscar en su habitación de verdad parecería un acosador.

—Perdona si es brusco, pero no hay otra opción —le digo y acto seguido comienzo a sacudirla con más fuerza. No me gustaría hacerle daño y por sus gruñidos parece que no le está agradando.

—Ya —masculla y comienzo a disminuir el ritmo.

Veo como frunce el ceño y se levanta de golpe, su cabello esta despeinado y las ondas caen sobre sus hombros.

—¡Má, te dije que ya! —eleva la voz con tono molesto, la dejo y elevo mis manos en el aire.

Ella suelta un bostezo, frota un poco sus ojos y cuando los abre, parece estar enfocándome.

—¡Por los dioses! —suelta y sus ojos se abren de par en par— Ay, no, ya es tarde ¿verdad?

Asiento con la cabeza y ella traga saliva, de repente se inclina hacia mí y es claro que aun no tiene equilibrio porque se desliza por la cama y ambos terminamos en el suelo.

Solo siento dolor en uno de mis hombros y en la cabeza, el peso de Ágata no me molesta, pero si me impide ponerme de pie, cuando dirijo mi mirada hacia ella, Ágata extiende sus manos una vez más y las coloca en mis mejillas, inspecciona mi cara con rostro preocupado.

Bajo El Mismo CieloDove le storie prendono vita. Scoprilo ora