Capítulo 01

596 36 4
                                    

La tienda no tarda en llenarse del aroma que desprende el café. No hay muchas personas así que las cosas están bastante calmadas. Una pareja esta sentada cerca del vitral por el que la luz se descompone en una serie de colores, Joana, la nueva empleada de medio tiempo que ha  contratado mamá ―a petición mía― los atiende, con una que otra dificultad, pero nada que requiera de mi intervención, solo uno que otro consejo y su hora de trabajo ya casi termina así que no esta tan mal... por lo menos para ella.

―Ágata ¿No va a venir Nat? ―giro en dirección a mamá que se esta colocando un delantal con volantes.

―No lo sé ―contesto―, creo que iba a ir con Cedric a comprar algo.

Recargo mi cabeza sobre mi mano y vigilo a Joana sirviendo té y pastel desde el mostrador.

―Oh, ¿Ya se llevan mejor? ―me pregunta con un poco de sorpresa en su voz.

Yo niego con la cabeza y sonrió.

―Nat y Cedric se llevaran bien solo cuando ella acepte comer uno de esos pasteles de zanahoria ―hago un además con la cabeza hacia el aparador de los pasteles.

Mamá suelta una pequeña risa y sale del mostrador.

―Vamos cariño, no digas esas cosas, si la situación es de esa forma, ¿Por qué han ido juntos a comprar?

Buena pregunta.

―Bueno, tú sabes que no soy una mala persona ―desvío la mirada―, solo que ya sabes, es viernes y necesito dormir. Nat quería salir y pues Cedric... le había prometido que iba a ir con él a algún lugar.

―¡Ágata! ―cuando mi vista vuelve a mamá, su ceño esta completamente fruncido, formando arrugas en su frente y con los brazos cruzados―. Sabes que engañar no es bueno y menos cuando se trata de esos dos ¿Cómo se supone que se relacionen de una buena manera si tú solo los estas forzando a estar juntos sin que te importe su situación o sus razones?

Las palabras de mamá me dejan bastante sorprendida y por un momento me quedo sin palabras.

―Bueno, no lo había pensado de esa manera ―balbuceo.

―Sí, seguro que no lo hiciste, estoy bastante convencida de eso ―contesta.

Sin decir una sola palabra más, ella se aleja en dirección a la puerta justo cuando un cliente llega y lo lleva a una mesa vacía.

―No tenía que decirlo de esa manera ―murmuro un tanto molesta.

Ahora que mamá me lo hecha en cara, es verdad que parece que hice mal y de alguna forma me hace sentir culpable por algo de lo que ni siquiera estoy segura.

Suelto un suspiro.

¡Hoy es viernes! Debería de estar descansando, necesito recuperar mis horas de sueño después de todo, por eso deje que esos dos se fueran por el mundo sin mí, porque yo estoy lo suficientemente cansada como para decir con seguridad que no puedo salir a la calle o de lo contrario terminare tendida en una acera y más con ese sol que podría dejarme deshidratada en un minuto y no, no estoy exagerando.

―Ágata, Ágata ―la campana de la puerta suena anunciando la llegada de un cliente― Ágata ―y por esa voz que me llama, se perfectamente de que se trata.

―Hola señora Sigrid ―saludo formando una sonrisa en mis labios―, ha venido temprano.

―Temprano ―suelta con sarcasmo y camina rápidamente en mi dirección―. La verdad es que no puedo creer que me haya olvidado de algo tan importante. Algo que debería de considerar como rutina. Ay, Ágata ¿Qué voy a hacer?

Evito la tentadora oferta de hacer una mueca y mantengo mi sonrisa. La señora Sigrid, no es una mala persona, es bastante agradable de hecho pero suele ser... un poco dramática, y siendo honesta, no me agradan las personas que actúan de una manera exagerada. 

―¿Qué es lo que sucede? ―Pregunto aunque ya se a donde va a llevar todo este escandalo― hoy no viene Daemon con usted ¿No es así? 

Su expresión es de una tristeza extrema.

Sí, no me gusta esto para nada.

Nota personal Ágata: no aceptes sobornos del señor Smith para molestar a su esposa.

―Es justamente a lo que voy, hoy es su cumpleaños ―dice― ¿Aun tienen pasteles, verdad? Dime que es temprano, no puedo creer que lo haya olvidado.

Claro que yo nunca le diría que es una mala madre. Aunque no es como si Daemon ansiara una fiesta... sí, él había dicho que no quería más fiestas de cumpleaños porque siente que lo tratan como a un niño pero tampoco es como si a los catorce años dejes de ser un niño ante los ojos de tus padres.

  ―Claro que aun es temprano para comprar un pastel ―digo― y... ―señalo el reloj de la pared de atrás dando una sonrisa sincera esta vez― su hijo todavía no sale de su clase de Tenis, aun faltan dos horas para eso. 

Bajo El Mismo CieloOù les histoires vivent. Découvrez maintenant