Capítulo 08

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Cuando la alarma comienza a sonar a las 5:40 de la mañana no puedo hacer nada más que maldecir, sé que no es momento de permanecer más tiempo en cama así que tomo fuerzas de lo más profundo de mi ser y logro enderezarme no sin antes soltar un gran gruñido.

―¿Por qué dioses? ―me lamento.

Me tomo un momento para ponerme de pie y me estiro justo cuando un recuerdo llega a mi mente como una bala atravesando carne de... ¿Conejo?¿Alienígena?¿Humano?, bueno como una bala atravesando mi cerebro: le dije a Kay que yo tomaría primero el baño de la casa...

Dando tropezones me dirijo al closet, abro las puertas de las esquinas y tomo rápidamente un toalla, de uno de los estantes de en medio tomo mi pequeña cestita que contiene mis jabones y una crema para cara, para que mi piel no se oscurezca, cof, cof, maldito seas sol  ¿Acaso no te preocupa dejar manchas por la piel de las personas? ¿Acaso te divierte ver como uno de mis brazos es bastantes tonos más oscuro que mi otro brazo o el resto de mi cuerpo? Cuando mis bellas piernas quedan expuestas, a veces me pregunto si debería ir a la playa para que tenga un color un poco más uniforme, pero como no puedo ir a la playa cada vez que se me de la gana, tengo que encontrar alguna otra solución.  

Como me gustaría poder ir a la playa y no solo para broncearme....

Dudo en si necesito la base de maquillaje y el primer pero giro rápidamente y salgo por la puerta corriendo o haciendo un intento por hacerlo, cuando tomo la perilla de la puerta y la hago girar, salgo disparada, mis pies hacen repiquetear el suelo que esta frío. Me maldigo una vez más por no haberme puesto algo.

Llego hasta la puerta del baño que se encuentra ligeramente abierta, aprovecho eso, para empujarla rápidamente pero la luz esta prendida, eso me sorprende, pero me quedo quieta cuando me encuentro con Kay y no, no se encuentra como la última vez que lo encontré en una situación similar, está vez lleva puesto su uniforme y por lo que esta haciendo, supongo que no puede anudar su corbata. Su ceño esta algo fruncido y fija su vista en el reflejo que le muestra el espejo frente a él.

¿En serio hay personas que se visten en el baño?... bueno, la pijama no cuenta.

―Sí no te apresuras, llegaremos tarde ―dice aun con la atención puesta en su pieza de ropa.

Y sí, esta vez soy yo quien frunce el ceño. Camino hasta llegar a su lado, el lavamanos es bastante grande así que hay espacio para ambos pero eso no quiere decir que sea cómodo, en el estante de al costado del espejo, coloco mi cesta.

―¿Qué haces aquí? Se supone que es mi turno ―digo con un tono entre seco y curioso.

―No, tu turno termino hace nueve minutos ―responde.

Hace un movimiento raro, pasa una parte sobre otra y no sé, es difícil para mí, yo solo se hacer nudos sencillos, lo normal y se diferenciar. El nudo que Kay hizo, definitivamente no era un nudo sencillo, y menos teniendo en cuenta que lo lleva haciendo desde que entre, el que yo hago no tomaría tanto tiempo y concentración.... tal vez estéticamente el de él se vea mejor que el mío.

―No, mi alarma acaba de sonar ―me defiendo, buscando mi teléfono en los bolsillos de mis shorts, pero supongo que lo he dejado sobre la cama― además, ¿A qué te refieres con ese "llegaremos"?

Kay gira a verme y niega con la cabeza, busca en sus bolsillos y él si tiene suerte, enciende la pantalla y solo me fijo en la hora: 5:59.

―Tú lo decidiste, a las cinco, cincuenta y cinco termina tu turno, yo te dije que era mejor hasta las seis pero insististe. ―se encoje de hombros― De todas formas ya termine, puedes ocupar el baño pero no tardes, porque mi jefa me a ordenado que te acompañe hasta donde pueda, vamos a salir juntos así que tu tiempo esta corriendo.

Bajo El Mismo CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora