Capítulo 19

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Kay

Mis ojos se abren de par en par, no puedo evitarlo. La pregunta de Ágata me tomo demasiado desprevenido.

No noto que incluso he abierto mi boca hasta que siento una sensación seca. Trago saliva y trato de no apartar mis ojos de ella.

Me encojo de hombros y hago que una sonrisa se expanda por mis labios.

Esto no es difícil, lo he ensayado varias veces, esto no va a ser difícil.

―Cuestiones de trabajo ―las palabras salen como agua de mi boca, tan fluidas que incluso me da miedo que sea tan fácil mentirle mientras su mirada esta clavada en mí―, mamá no quería que me quedara solo, ella suele ser bastante protectora.

Ágata se inclina un poco hacia adelante, detiene su balanceo y sus manos se colocan a unos cuantos centímetros de mis zapatos, su cuerpo repentinamente cae en mi dirección. Su cabello perece una cascada, a los costados de sus hombros.

― ¿De verdad? ―cuestiona― ¿Y cuándo regresaras?

―Buena pregunta ―y esta vez mis palabras son sinceras, yo tampoco se cuando regresare a mi casa, cuándo se supone que termina mi trabajo en este lugar.

Ella infla las mejillas, lo que me deja sorprendido, pero con una sensación cálida en el pecho. Linda. Es lo que pienso.

―Entonces estamos en el mismo barco ―dice―yo no sé cuando regresara mi papá y tú no sabes cuando regresan tus padres.

Esta vez imito su gesto, me inclino hacia en frente, no tanto como ella, porque se que eso la hará alejarse, el hecho de que haya tomado la iniciativa para acercarse es algo que dice mucho.

―De todas formas, llamar a tu padre no es una mala idea ¿sabes? ―le aconsejo.

Sus ojos cambian de dirección, desvía la mirada y aunque debería de sentirme aliviado por no tener el peso de ese par castaño, siento que quiero volver a encontrarlos.

―No puedo hacerlo, él se preocupará ―su tono de voz cambia a uno triste.

― ¿Estás segura? Yo pienso que se pondrá feliz de escuchar a su querida hija que se preocupa por él.

Sus ojos siguen sin mirarme. Dirijo mi atención hacia sus manos, sobre las que apoya el peso de su cuerpo. Sus dedos no son especialmente largos, pero si que son delgados y bonitos, todo en ella tiene ese toque lindo.

―Si mamá me hablara de esa forma, no me habría enojado con ella ―me contesta, su rostro gira, pero su expresión no es exactamente lo que me esperaba, sus ojos están cristalizados, seguro quiere volver a llorar, pero fuerza una sonrisa.

Aprieto los dientes y respiro profundamente.

Mierda.

Sin decir nada, mis brazos la rodean y atraen hacia mí, no es difícil, sus brazos seden casi al instante y su cabeza choca con mi pecho, elevo la mirada y dirijo mis manos a su cabeza, donde la acaricio lentamente.

Lo que me espero es que me aparte, porque sé que el espacio personal, es algo importante para ella.

―Déjame comportarme como un idiota ―le pido―, se que no te gusta esto, pero si quieres llorar, hazlo, no importa, no me voy a burlar de ti. Confía en mi Ágata.

Sus manos de repente se colocan sobre mis brazos, al inicio, sus dedos se cierran con un poco de fuerza, pero después se relajan.

―De verdad he caído muy bajo ―la escucho decir antes de que su voz se quiebre.

Bajo El Mismo CieloWhere stories live. Discover now