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NARRA JADE

Ya han pasado cuatro días desde la cena con Perrie Edwards, mi paciente.
Creo que es obvio lo confundida que me encuentro en este momento.

Luego de esa magnífica cena, nuevos sentimientos empezaron a aparecer.
Cada vez que pienso en esa rubia, de tez clara y ojos azules, siento un cosquilleo en mi estómago. Sé perfectamente lo que significa, pues ya lo he sentido antes, y por la misma persona. Así que asumo que sigo enamorada de ella.

Asi es, sigo profundamente enamorada de Perrie Edwards.

Aún me cuesta admitirlo, pero en el fondo sé que es cierto.

NARRA PERRIE

- Edwards, por favor, quédate quieta - me pidió por enésima vez mi mejor amiga, Jesy.

- Te juro que no puedo - dije por enésima vez también.

- Solo tienes que ir al hospital y estar un rato con ella - dijo la castaña intentando calmar mis nervios.

- Es que no lo entiendes - dije sin dejar de moverme de un lado a otro por mi oficina - No la he visto en cuatro malditos meses.

- Ya lo sé, pero es tu madre, no tienes por qué estar nerviosa - dijo sentada en la silla de mi escritorio.

Hoy tengo que ir a visitar a mi madre al hospital en el que está internada. Lleva ahí casi siete meses y yo solo he ido a verla un par de veces. Jed y Emma han ido muchas más veces que yo, porque a mi me cuesta demasiado.

Estoy nerviosa, y me parece extraño que aún no haya tenido un ataque de pánico.

Solo falta una hora para que salga de mi oficina y conduzca hasta el hospital del centro de Londres.

Necesito tranquilizarme, si no, Jesy me sacará a patadas del edificio.

- Creo que será mejor que me vaya - dijo mientras se paraba de la silla - Juro que si te sigo viendo terminaré mareada y vomitaré en tu inmenso escritorio - intentó bromear, pero ambas sabemos que es cierto.

Sin nada más que decir, Jesy salió de mi oficina.

Unos segundos después, sentí como mis manos y frente comenzaron a sudar. También empecé a temblar y mi respiración se volvió irregular.

No, no, no. No otra vez.

Estaba teniendo un ataque de pánico, y lo único que se me ocurrió hacer en ese instante fue agarrar mi teléfono y llamar a la primera persona que vi en mis contactos

- ¿Hola? -.

- J-jade y-yo - ni siquera podía formular bien una oración.

- ¿Perrie? ¿Qué sucede? ¿Está todo en orden? - pude escuchar la preocupación en su voz.

- N-no puedo re-espirar - fue lo más decente que pude decir.

- Shh, tranquila Pezz, todo estará bien. Ahora necesito que inhales y exhales ¿está bien? - su voz suave y profunda estaba comenzando a hacer efecto.

Empecé a hacer lo que me pidió y, aunque al principio me costó tomar aire adecuadamente, al final logré controlar  mi respiración y el sudor en mis manos disminuyó bastante.

- ¿Cómo te sientes?¿Puedes respirar mejor? - preguntó Jade al otro lado de la línea.

- S-si... bueno, algo así - dije un poco agitada.

- ¿Que sucedió? ¿Por qué te pusiste así? - preguntó.

- En menos de una hora tengo que ir a ver a mi madre al hospital. Hace cinco meses que no hablamos, Jade - expliqué - Y volver a verla me asusta.

- ¿Te asusta? - preguntó notablemente intrigada.

- Ella tiene cáncer, y no me gustaría verla  más debil que la vez anterior - dije con la voz temblorosa, haciendo lo imposible para no derrumbarme ahí mismo - Básicamente esta agonizando, y no es algo lindo de ver - una pequeña lágrima bajó por mi mejilla.

- Sé que es difícil ver algo así, pero estoy segura de que a tu madre le encanta cuando vas a visitarla, aunque sea una vez a lo lejos - dijo - Ella necesita saber que sus tres hijos están ahí para ella. Y si bien, es duro ver a un ser querido en un estado vulnerable, tienes que ser fuerte por ella.

Lo que dijo enserio me tocó. Y se perfectamente que tiene razón, no puedo seguir escapando de la realidad.

Mi madre está enferma y probablemente no viva más de dos meses, pero sé que estará en un lugar mejor, en un lugar sin dolor ni sufrimiento.

- Gracias Jade - murmuré tímidamente.

- No es nada, Pezz, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea - oír eso me hizo sonreír de sobremanera.

- Bueno, ya no te quito más de tu tiempo... Adiós, nos vemos luego - me despedí.

- Adios Perrie - se despidió ella antes de cortar la llamada.

Solté un largo suspiro y traté de esconder la sonrisa que apareció en mi rostro, pero fue simplemente imposible.

El simple hecho de escuchar su voz, me hace la mujer más feliz del mundo.

Love me baby, please IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora