19.1K 1.6K 3.5K
                                    

RENNAN

Fue como un despertar; un nuevo inicio y un nuevo yo. No sabría definir lo que pasó conmigo después de aquella noche en que consumé el amor bajo las sabanas de mi cama junto a Eiden Price y a su vez dejé atrás mi preciado gorro de lana rojo que había atrapado por tantos años mis miedos e inseguridades, lo único que supe en aquel entonces fue que había cerrado un capítulo de mi vida para iniciar uno mejor, uno donde no iba a tener ese constante enemigo en mi contra, porque sí, lo tenía: era yo.

Desde que dejé de portar mi gorro rojo me detuve a pensar y cuestionarme en cuanto a todo lo relacionado a mis años de dolor y mis inseguridades; concluí en que pasé tanto tiempo dándole importancia a los comentarios de las personas que terminé viviendo para ellos y no para mí. Por años pensé la gente que me criticaba por mi cuerpo o lanzaba comentarios que me dañaban de alguna forma eran mi principal enemigo, pero una vez me paré frente al espejo descubrí que yo era mi gran adversario.

Fui yo quien le dio relevancia a sus palabras, fui yo quien comparaba su cuerpo con el de los otros, fui yo quien me di tan poco valor y me dejé pisotear; mantuve una guerra eterna contra mí, pero esta acabó una vez tiré la prenda de lana; dicha acción fue como una bandera blanca hacía mí. Hasta entonces es que comprendí por completo las palabras de mí mejor amigo las cuales eran totalmente cerceras, todo ese tiempo yo mismo me hice a la idea de que no merecía a nadie y que no podían amarme. Pero no más; aquel día dije adiós al dolor y no volví a lanzar un meteorito a ese planeta de dos colores, preferí alojarme en él y darle un fuerte abrazo al chico de 8 años que vivía llorando ahí.

— Lo lamento. Sé que los demás decían cosas que te herían pero nada te dolía más que mis propias palabras; te convencí que eras tan poco para los demás y dejé que todos te pisotearan. Te escuché llorar y no pude parar tu dolor, solo te provocaba más; tú solo necesitabas que yo estuviese ahí para ti y te fallé— sollocé sin poder contener el llanto e importándome poco que la mujer frente a mí me observase mientras yo mantenía la mirada fija en esa foto mía de tan solo 8 años.

— Perdóname. Yo fui quien mayor daño te causó; pero prometo que no más, ya no nos esconderemos bajo ese gorro, vamos a vivir, y lo haremos para nosotros, no para los demás — limpié mis lágrimas con el pañuelo que la mujer, mi psicóloga, me había proporcionado— Vamos a amarnos, es una promesa.

— Muy bien Rennan; estás progresando y eso es notorio. Te prometo que entre más frecuentes sean tus citas más vas a cumplir esa promesa, trabajaremos en eso—habló con esa paz tan característica de ella; asentí sabiendo que al fin había soltado aquello, me había pedido perdón.

Semanas habían pasado desde aquel día en que todo cambió para mí; un paso importante en mi vida fue regresar al psicólogo para tratar mis problemas de autoestima y llevar un mejor seguimiento; desde ese entonces me creé un lema que repetía cada mañana para hacerme sentir mejor.

"Siempre recibirás un comentario cual meteorito que intente fracturar tu planeta, pero eres tú quien decide si eso va a desmoronarlo o te volverá más fuerte"

Eso cambió mi pensar, me sanó. Yo estaba mejor, pero mi autoestima no fue lo único que cambió en mi vida, Eiden Price se quedaba a acompañarme por las noches debido a que mis padres debían estar con Gala en el hospital, mi hermana se mantenía en observación ya que su salud se mantenía delicada y a pesar de ya poder ser dada de alta y reposar en cama papá decidió que lo mejor era mantenerla en el hospital para tener las mejores atenciones y a su vez procurar su bienestar en lo que apresaban a los criminales faltantes; otro punto relevante del porqué de su parada es debido a su memoria, parece que los golpes sufridos por el accidente provocaron que sus recuerdos del día de los hechos sean vagos y aún necesitan su declaración.

El planeta de EidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora