Neptuno

19.9K 1.8K 5.7K
                                    

RENNAN

Todo pasaba lento frente a mis ojos; encontrándome en el interior de la casa Price podía observar a detalle el mantel blanco hecho a mano, el florero en el centro donde las rosas se movían un poco debido a la brisa proveniente por la ventana, las gotas de mi vaso de agua recorrer su caída en picada, y las manecillas del reloj moverse apenas un poco; el ruido que generaban se mezclaba con el palpitar de mi corazón y la interferencia del televisor.

La señora Price me había hecho pasar; me ofreció agua mientras atendía la herida en su brazo y su esposo se encargaba de dejar a Eiden en su habitación; sabía que se acercaba una explicación, después de 10 años de tantas dudas me parecía increíble que al fin estaría teniendo respuesta a tantas interrogantes, para mi mala suerte no era el chico de ropas negras quien hablaría eso conmigo.

— Eiden estará bien. A veces le pasa, pero después de tomar sus pastillas deja de gritar — la dulce voz de la niña de 8 años captó mi atención; ella tomó asiento en la silla a mi lado intentando entablar una conversación, su hermano no mentía al decir que tenía interés en conocerme.

— ¿Le pasa muy seguido? — susurré; en mi mente se seguía reproduciendo aquel encuentro en el jardín donde pataleaba y soltaba gritos con tanto odio en su corazón. Paulina pareció pensarlo un tiempo, se encogió de hombros y jugando con su muñeca se animó a hablar.

— A veces; ni a él ni a mis papis les gusta que lo vea así. Pero sé que Eiden estará bien, le pido a Dios por él—se notaba la preocupación que sentía ante su hermano, en ningún momento me dirigió la mirada, se dedicó a peinar a su muñeca y acercarla a su pecho para abrazarla fuerte, como si al hablar de Eiden lo reflejara en esa muñequilla de trapo.

— Paulina, cariño. ¿Por qué no vas a tu habitación? Tenemos que hablar con Rennan — el señor Price hizo aparición seguido de su esposa; supuse mi chico ya se encontraba plácidamente dormido en su recamara, solo espero ahora se encuentre en paz.

— Pero yo quiero conocer a Rennan —se quejó haciendo un pequeño puchero; la señora Edna se colocó en cuclillas para estar a la altura de su hija y acarició su mejilla para captar su atención.

— Será más tarde. Ven, te pondré una película y prometo ver juntas el final, andando—le animó. A Paulina pareció agradarle la idea porque de un salto bajó de la silla, se despidió de mí con su mano buena y corrió a su habitación seguida por su madre.

La alegría de la pequeña era imposible no relacionarla con Eiden; después de todo él parecía demostrar la misma energía y carisma que ella a su edad. Sin embargo; recordar al pequeño chico del hula no era mi prioridad ahora, pues el señor Price había tomado asiento frente a mí en el comedor y por su rostro parecía buscar las palabras correctas, en su lugar le comprendo un poco, yo tampoco sabría que decir con exactitud.

— Eiden es especial Rennan; sé que eso lo sabes —soltó un suspiro y acomodó las mangas de su camisa las cuales se mantenían arriba pero habían perdido su forma luego del encuentro con el pequeño de ropas no tan negras.

— ¿En verdad la tiene? — me apresuré a hablar; al parecer una vez esto inició yo no pude retener más lo que tanto me preguntaba— ¿Tiene esquizofrenia?

Nos miramos durante unos segundos; por alguna razón sentí que él podía escuchar como rogaba internamente que nada de esto sea real; podía jurar que todo mi cuerpo temblaba y él solo atinó a asentir con lentitud tratando de no lastimarme con tan fuerte revelación.

— Si Rennan; lastimosamente Eiden padece de Esquizofrenia— soltó nuevamente un suspiro y se deshizo de su corbata, seguramente se quería sentir más cómodo, el tema a tratar no es nada fácil y supongo mucho menos para él.

El planeta de EidenWhere stories live. Discover now