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Maratón  1/3

...Años atrás

La noche se levantaba dejando ver un cielo estrellado donde cualquiera podría perderse. Para otras personas ese día solo era un sábado más; pero para Eiden y Rennan ese fin de semana sería especial. No habían parado de contar los días en su calendario ansiosos por que al fin llegara el momento de su esperada pijamada. O como les gustaba llamarle "Reunión".

El pequeño niño de rizos no lograba quedarse sentado un minuto; caminaba de un lado a otro supervisando todo esté perfecto para la llegada de su entrañable amigo. Sería la primera vez que Eiden visitaría su casa y esperaba fuese algo mágico.

Las galletas hechas por su madre estaban listas, su padre había colocado el telescopio en su pequeño balcón y él mismo se había encargado de colocar un letrero en su puerta donde se leía con letra grande "No se permiten terrícolas". Más abajo con caligrafía diminuta podías leer "Hablo de ti Gala".

No quería a su hermana mayor avergonzandolo cuando de Eiden se trataba así que se encargaría de mantener a la chica de las coletas lejos de ambos para que lograrán disfrutar su noche.

Su corazón dió un salto una vez escuchó el timbre sonar; pegó la frente a la ventana y ahí pudo observar al diminuto niño de piernas flacuchas el cual portaba su pijama, una mochila tras la espalda y ese particular aro de hula en la mano.

Eiden iba acompañado de la señora Price la cual rápidamente entabló una conversación con la madre del rizado.
Rennan no tardó en aproximarse a ellos para al fin tener a su amigo peculiar cerca de él.

— ¡Reno! — El menor no tardó en soltar la mano de su madre para correr hacia los brazos del otro y así saludarlo cariñosamente.

— H-hola Eiden— dicha acción provocó rápidamente un sonrojo en el chico de dos colores el cual intentaba tontamente que su madre no se percatara de eso.

— Se ve que se llevan muy bien. Eiden aquí está en buenas manos; ¿Verdad cariño?— habló la señora Cooper enternecida al ver el cariño que ese pequeño le brindaba a su hijo.

— ¿Te vas a portar bien, no es así hijo?— el flacucho niño sonrió picaro al escuchar a su madre. Se limitó a asentir una y otra vez.

— Yo creo que la pasarán genial — la madre de Rennan sonrió al observar como su invitado no soltaba la mano del rizado y parecía no querer alejarse de él.

— Mejor los dejo. Vengo mañana por ti; nada de travesuras — la señora Price se despidió de su hijo recordándole una y mil veces sus modales. No era necesario; Eiden siempre se portaba como un angel.

Una vez aquella mujer desapareció de la casa Cooper, ambos niños no tardaron en correr escaleras arriba. Rennan estaba emocionado por mostrar su cuarto así que poco le importó pedir permiso a su mamá; Eiden y él ya se encontraban en la planta superior.

— Es aquí — se detuvo frente a la puerta cerrada. El menor al leer el mensaje pegado no tardó en reir un poco.

— Estaremos libres de terrícolas y meteoritos — sonrieron cómplices. A lo lejos la pequeña Gala Cooper los miraba con el ceño fruncido al ser excluida de esa grandiosa pijamada.

— Bienvenido a mi planeta — abrió la puerta dejando maravillado al pequeño el cual no tardó en entrar.

Tiró sus cosas al suelo para así recorrer la habitación dejándose maravillar. Rennan era por completo un chico de dos colores; por que ahí podía observar una gran cantidad de azul siendo acompañado de rosa.

El planeta de EidenWhere stories live. Discover now