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Hoy pedimos sushi para comer, por que realmente a pesar de ir al supermercado, no compramos nada para almorzar hoy.

Después de comer, hemos comenzado a hacer preparativos para la cena de mañana, como buscar el mantel navideño por excelencia, o también he comenzado a hornear el pastel que decidí hacer de chocolate.

Estoy mezclando los ingredientes en el boul, y solo falta agregar un poco de aceite y estará listo para ir al molde.

Kitty me mira con atención, mientras que papá y Trina miran algo en la sala junto con Ravi. Margot está sentada en la encimera.

-Extrañaba mucho hacer esto-. Le digo a las chicas, porque en la UNC no hay ni sitio para hacerlo, ni tiempo para buscar uno.

-Esto es lo tuyo-. Dice Margot guñandome un ojo. Kitty asiente, pero sigue bastante pensativa.

Comienzo a vaciar el aceite y sigo batiendo, hasta que se disuelve en la mezcla. Es en ese momento en que el futuro pastel de chocolate navideño está listo para ser horneado.

-¿Quieres ayudarme, Kitty?-. Le pregunto haciéndome a un lado para que pueda acercarse.

-Claro, Lara Jean-. Responde tan de buena forma y tan tierna que incluso Margot parece sorprenderse. Pero ninguna de las dos dice nada.

Kitty toma la mezcla y la vierte en el molde, luego abre la tapa del horno y lo mete.

Al cabo de cuarenta y cinco minutos el pastel está listo y lo dejamos enfriar en una tabla sobre la encimera. Salgo corriendo a arreglarme cuando veo que son las seis y media.

Subo los escalones lo mas rápido que puedo y me meto a mi habitación. Es hora de hacer magia y ponerme lo más bella posible. 

Rebusco entre la ropa y finalmente me decido por el vestido vintage que me obsequió el dueño de la mansión hace un par de años cuando fui con Peter por un comedor a la venta. Me dejo el pelo suelto y lo cepillo un poco. Entonces decido que necesita algo especial y le doy volumen y forma con la tenaza, queda ligeramente rizado y con movimientos sinuosos. También me maquillo y me pongo algo de brillo rosa en los labios.

Ha pasado poco más de una hora, y tomo el celular esperando que Peter no haya enviado mensaje o algo similar, cosa que no sucede. Lo guardo en mi bolso de mano y me miro los zapatos, unos tacones plateados que Kara me obsequió hace algunos meses. 

Salgo de la habitación después de darme una útlima mirada en el espejo y entonces escucho una especie de discusión que resuena en el pasillo. No distingo que dicen, pero entonces me doy cuenta de que es Margot quien habla... debe haberle dicho a Ravi.

Estoy tentada a acercarme a la puerta de la habitación de Margot, pero no lo hago. Solo paso más lento de lo normal frente a ella y agudizo el oído esperando entender.

-¿Porqué no me habías dicho nada?-.

-Tenia miedo-. Dice Margot con la voz llorosa.

-¿Y crees que yo no?-. Se excusa Ravi.- Pero bueno, ya no se puede hacer nada-. 

-Lo sé-. Dice Margot que rompe en llanto, y de pronto se ahoga un poco el sonido. 

-Sabes que estamos juntos en esto, no te preocupes. Estoy contigo-. Dice Ravi con seguridad y por la voz ahogada entiendo que están abrazados. Un nudo en mi interior se deshace, un nudo que ni siquiera sabía que se había formado; ahora Margot tiene otro punto de apoyo, solo falta decirle a papá.

Bajo la escalera y voy a la cocina, donde papá y Trina preparan algunas cosas junto con Kitty, que ha empezado a decorar el pastel que preparamos. En cuanto me mira dice:

-Te ves muy hermosa, Lara Jean-. Y papá asiente al igual que Trina. 

-¡Nunca había visto esos zapatos!, deberás prestármelos alguna vez-. Dice Trina mirando mis pies. Papá tiene los ojos empañados en lágrimas.

-Ya eres toda una adulta-. Dice y una lágrima se le escurre por la mejilla.- Te pareces mucho a tu madre-. Se acerca a mí y me abraza. Yo lo rodeo con los brazos y siento todo su cariño.

-Te amo, papá-. Le susurro.

-Yo también te amo, hija-. Responde con una sonrisa. Se aleja y se limpia las lágrimas.- Diviértete con Peter-. 

-Gracias, papá-. 

Pasan solo unos minutos, cuando Peter llama a la puerta. Papá le abre y le invita a pasar, pero se queda fuera y saluda a todos desde la puerta. Yo salgo y me escolta de la mano hasta su auto, donde me abre la puerta.

-Luces hermosa, Lara Jean-. Dice Peter, que me abraza y me da un beso antes de que suba al auto.

-Tu también, Kavinsky-. Respondo y esboza una sonrisa encantadora, una de esas sonrisas que me cautivan y lo hacen lucir perfecto.

Subo al auto y luego él lo hace. Lo arranca y avanzamos.

-¿Cómo está Margot?-. Pregunta finalmente un poco más serio.

-Hoy la escuché hablando con Ravi, y él la apoya-. 

-Eso es bueno, me alegra que no sea un idiota y se largue-. Añade Peter, mirando el camino y conduciendo con ambas manos en el volante. Me quedo en silencio, pero no logro contener la pregunta que se me agolpa en la cabeza.

-¿Tú que harías eso nos pasara a nosotros?-. Se tensa un poco y aprieta la mandíbula. Piensa unos instantes y luego responde.

-Pues, vaya lío en el que nos meteríamos, ¿no crees, Covey?-. Ríe un poco, pero cuando ve que yo no lo hago se aclara la garganta y se remueve incómodo en su asiento.- Pues, buscaría la forma de que mi bebé y tu tuvieran todo lo que necesiten, me quedaría a tu lado-.

-Pero sabes que me pondría gorda y además sería una loca-. Le digo buscando hacerlo cambiar de opinión, pero lo veo muy seguro, muy al estilo Kavinsky. 

-Si, y ¿eso a quien le importa?-. Pregunta restando importancia a cualquier obstáculo.- Quiero estar contigo, y lo seguiría estando aunque esperáramos un bebé-.

Una ola de alivio y de cariño me invade por dentro, y se que Peter no me abandonaría si eso pasara. Ambos enfrentaríamos los obstáculos así como lo hemos hecho antes.







Soy Lara Jean en casaWhere stories live. Discover now