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Desde que desperté se respiraba distinto. La habitación ya estaba vacía y mi compañera, Lissa, se habia marchado hacía algunas horas. En la mañana salí por un batido de yogurth y me topé con el Campo completamente vacío.

La UNC es sin duda mejor de lo que esperaba, me uní a un grupo de asiáticos donde me encontré con la chica que se ha vuelto mi única amiga, Kara. Su gusto por la comida me recuerda a Kitty, de hecho es gracias a ella que cada mañana bebo un batido de yogurth. Ambas hemos hecho un par de videollamadas a casa, Kitty ha dado su voto para que forme parte de las chicas Song, cosa que no esta nada mal debido a nuestro parecido físico. Ambas tenemos ojos grandes y pómulos altos, aunque ella es mas del tipo Angelina Jolie... pero coreana. También entré a estudiar coreano en el departamento de idiomas para mejorar todo lo que aprendí en Corea durante las vacaciones de verano; esa ocasión extrañé a Kavinsky terriblemente y un día la abuela me llamó a la puerta, y me dio un sobre rosado.

-Es de tu chico-. Me dijo. Sentí mariposas en el estómago... ¡Peter me habia enviado una carta por correo! Desde Virginia hasta Corea.

Cuando abrí la carta y vi su grafía torpe todo se volvió mejor.

Lara Jean Covey:

Se que apenas han pasado un par de semanas, pero extraño pasar por tu casa y verte en la cocina preparando obsesivamente esas galletas de chocolate que tanto te esforzaste en mejorar. Cuando empecé  a escribir esta carta no sabía que decir, pero decidí que hablaría sobre lo que siento y lo que pienso. Hoy me pasé por tu casa y estaba vacía y con las luces apagadas, aunque todo esto ayuda a acostumbrarme  a estar lejos de ti ahora que irás a UNC.
Los entrenamientos han ido bien y he salido un par de veces con los chicos. Papá se ha acercado un poco y mamá parece más tranquila de lo que pensé que podría estar. Todo marcha bien, solo que te extraño demasiado.
Casi a diario recuerdo tu carta hace dos años, recuerdo lo bien que me sentí al descubrir que estaba enamorado de tí. En parte eso es todo, ya fui demasiado cursi para tan poco espacio. Te quiero, Covey. Saluda a mi chica de mi parte.

Con cariño, Peter K.
Pd: esperaré a que vuelvas a casa.

Lloré un poco después de leer la carta,  y luego le envie una de vuelta. Esa misma tarde fuí a comprar algunos obsequios y compré todo lo que me recordaba a Peter. Incluida una cajita musical antigua que me recordó la primera vez que me llevó a una de esas ventas de muebles, cuando el dulce dueño de la casa me obsequió un vestido vintage.
Desde entonces en Corea, cualquier duda que tuviera sobre Kavinsky y sobre mí se desvaneció, porque así este en el otro lado del mundo, a trece horas de diferencia, Peter buscaría la forma de hacerme saber cuanto me quiere.

En fin, Kara se marchó ayer a casa de su madre en las orillas de Carolina del Norte, relativamente cerca de la UNC. De pronto el celular vibra, es Peter.

No tardo, Covey. No te vayas sin mí.

Sonrío al darme cuenta de que volvere a casa. Al fin después de tantos meses, volveré a casa y veré a Margot, a papá, a Kitty y, claro, a Trina.

Tu eres quien tiene auto, Kavinsky. Aunque me fuera no llegaría muy lejos.

Le envío el mensaje mientras tomo mi sudadera de la UNC y me la amarro a la cintura. Me miro al espejo, me ato el cabello en una coleta y la paso por le hueco de la gorra de la UNC. Prometí a Peter que la luciría cuando viniera por mí para ir a casa. Acordamos que él vendría por mí, porque papá iria por Margot al aeropuerto mientras Trina preparaba uno de los platillos de cocina Coreana que Kitty le enseñó. Resulta que si quitas el picante de un platillo coreano, sigue sabiendo bastante bien, y asi Trina come lo mismo que nosotros.

Me retoco un poco el maquillaje de los ojos y tomo la maleta que está sobre la cama. Me detengo unos minutos a mirar el estampado de flores y recuerdo cuando use por primera vez esta maleta. No recuerdo que edad tenía, pero papá nos llevo a todas de campamento. Mamá se encargó de empacar malvabiscos y galletas de chispas de chocolate que preparamos las dos como sorpresa. Desde ese entonces comenzó mi pasión por hornear galletas, o pasteles, o todo lo que me recordara a mamá. Acaricio la tela, que esta un tanto áspera por el uso, y tiro del asa para levantarla de la cama y colocarla en el suelo sobre las rueditas.

Aliso el edredón y me siento al filo de la cama mientras espero la llamada de Peter. Pongo algo de música y me dejo caer de espaldas, y miro al techo.

No puedo creer que ya hayan pasado tantos meses, siento como si apenas ayer hubiera entrado por primera vez en la habitación y colgado la fotografía de Peter en la pared justo por encima de la cama. Él fue mi primer tema de conversación con Lissa, que miraba la foto un tanto pensativa.

-Es lindo-. Había dicho.

-Claro que lo es-. Respondí acariciando la foto.

-¡Vaya! Entonces... ¿es tu novio?-. Preguntó incrédula. Aún recuerdo como me subió el color a la cara y ella lo notó y se contestó a si misma.- Pero claro que lo es-.

Después de esa conversación las cosas marcharon menos incómodas, incluso Lissa estuvo presente en algunas de las videollamadas que hice con Peter y ella se acercó a saludar y, muy al estilo de Chriss, le dijo que estaba muy bueno. Peter sonrió, con esa sonrisa de lado que usa cuando empieza una nueva conquista. Yo solté una risotada nerviosa y lo envié a dormir.

Suena el celular, y me enderezo de un salto. Miro la pantalla y contesto.

-Ya estoy afuera del Campus, Covey-.

-Salgo enseguida-. Antes de terminar de responder, ya estoy cerrando la habitación con llave y corriendo por pasillo tirando de la maleta.

Peter está estacionado justo enfrente de la entrada y apenas lo veo el corazón se me acelera, luce muy bien, aunque algo aflojerado. Es un poco mas fornido que la ultima vez que lo vi hace un par de semanas, pero sigue sonriendo como el mismo Kavinsky de siempre.

-Hey! Covey!-. Se anima cuando me ve.- Te pusiste la gorra-. Sonríe aún mas. Realmente esta radiante y huele al jabón Dove... sin duda sigue siendo el mismo Kavinsky.

Suelto la maleta y me levanta en brazos dándome vueltas y me planta un beso en los labios. Sus besos son suaves y llenos de amor, cuando lo beso me siento en casa.

-Vayamos a casa, Peter-. Digo mirandolo a los ojos, sintiendo como se me llenan de lagrimas.

-Vayamos a casa, Covey-. Me besa de nuevo.

-Hola! Espero que les haya gustado este primer capítulo. Voten y dejen sus comentarios◇◇

Soy Lara Jean en casaWhere stories live. Discover now