XX. Discusiones

Začít od začátku
                                    

—Mi hijo habla con la verdad —declaró el hombre a sus espaldas. Kybett iba detrás de él, también apuntando un arma a su espalda. Priss y Wivenn estaban fuera de sus tiendas de campaña. Al parecer el cuerno había despertado a todos. —Y Renee Belrie lo sabe. Es normal si no nos creen a nosotros. Pero deberían creerle a una de los suyos.

Hazz dirigió la mirada a los ojos de Renee, apenas visibles detrás del hombro de Neffan. Ella le devolvió la mirada con un asentimiento corto. Hazz soltó un suspiro y comenzó a bajar su arma lentamente, seguida por Eliott y Aprell. Todo iba bien hasta que Neffan decidió mover su mano y meterla al bolsillo de su pantalón en un movimiento tan rápido que resultó sospechoso.

—¡Quieto! —gritó Aprell de nuevo, dando varios pasos hasta llegar a Neffan y apuntar al lugar donde había metido su mano.

Aprell estaba actuando de una manera que solo había actuado para proteger a Hazz las raras veces que se daba la ocasión. Al caer en cuenta de que Aprell no actuaba así por ella, sino por Renee, una punzada atacó directo en su pecho.

Horas antes, cuando la nave estuvo a nada de estrellarse con ellos fuera de la cabina de seguridad, Hazz había dejado que sus sentimientos salieran a flote. La habían tomado desprevenida. No soltó a Aprell en ningún momento porque a su mente llegó el recuerdo de cuando ella se había dado cuenta de que lo amaba, aunque no fuese de la manera que él esperaba. Incluso aunque Renee y Priss no hubiesen lanzado la cadena que los rescató, Hazz se habría mantenido con Aprell hasta el final. Kybett y Eliott hubieran funcionado bien como líderes, y Renee tarde o temprano se habría dado cuenta de la importancia del códice.

Solo fue ese pequeño momento de debilidad. De duda. Por ello no era bueno que los sentimientos se entrometieran en sus decisiones.

Creyó que ya había cerrado la bóveda de los sentimientos que se había abierto durante el choque. Estaba equivocada. Sus sentimientos por Aprell aún le nublaban el juicio, incluso aunque fueran originados meramente desde la amistad. Y en ese momento le estaban provocando celos. Lo único que faltaba añadirle a ese desastre de situación.

—Tranquilo, hombre. —Neffan sonrió, sacando una pañoleta rosada de su bolsillo. —Solo quería mostrarles esto.

Aprell suspiró y retrocedió hasta llegar con Hazz. Ella apenas pudo dirigirle una mirada de molestia. Estaba actuando como un idiota al sobreproteger a Renee. Esas eran las consecuencias de dejar que los sentimientos influyesen en la forma de actuar. Si Neffan y su familia quisieran matarlos, ya lo habrían hecho. No habrían tocado el cuerno para llamar su atención.

—De acuerdo —habló Kybett cuando llegó a un lado de Eliott; Hazz estaba tan concentrada en las acciones de Aprell que no había podido actuar como era debido—. Hemos tenido un mal día. No buscamos problemas. Dígannos qué es lo que quieren y veremos qué podemos hacer.

Bemmy sonrió con calidez.

—Es justo lo que veníamos a preguntarles. —Dio un paso adelante, posando una mano sobre el hombro de Renee. —Renee estuvo con nosotros por algunas semanas, conociendo el interior de la Aurora. Aunque se retiró, sigue siendo familia para nosotros. Hacemos cualquier cosa por la familia. Así que la Aurora está a su disposición, si lo desean. Nuestra sede general está a unos diez minutos de aquí. Hay comida, agua y habitaciones suficientes para todos.

Renee abrazó a la mujer cuando terminó de hablar. Claramente se conocían. Y claramente a Hazz le había faltado investigar más sobre la rubia. Las horas que había pasado frente a las pantallas de su nave antes de que Belrie llegara no habían revelado más de lo que Aprell le había dicho. Maldijo el sistema poco eficiente de la Colonia Veintisiete. Además de no saber que había pertenecido a la Aurora, tampoco se había enterado de que era nieta de Zeemett Jaspen. Hazz sabía casi todo de todos los integrantes de su equipo, a excepción de Renee. Ya le estaba dando dolor de cabeza con tan solo pensar qué otras cosas podría estar escondiendo.

Expediente 512 (I)Kde žijí příběhy. Začni objevovat