Los lazos que nos unirán

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Pero, a diferencia de lo que se imaginaba el príncipe Agnarr, la vida de los niños de Northuldra no eran sólo juegos y diversiones mágicas.

(...)

-¡Allá va!

-¡Vamos, vamos! ¡RÁPIDO!

En el bosque encantado, 3 grupos de niños entre 10 y 12 años iban corriendo a toda velocidad, saltando troncos, esquivando arbustos y evitando tropezarse con piedras.

-¡Esperen!- gritó un niño, asustado. -¡Wolfliam se acaba de caer cuesta abajo!

-¡Culpa suya por no ver dónde pisa!- gritó Dawnya; la líder del grupo.

El chico se había torcido el tobillo, así que quedó fuera de la competencia.

Tras dejarlo cerca de un árbol, Dawnya les dijo a los demás
-Escuchen; el conejo tiene que estar oculto entre las rocas del peñasco; nosotros somos cinco, si nos dividimos...

-¡IDUNA LO ATRAPÓ! ¡IDUNA YA ATRAPÓ AL CONEJO!

Dawnya rechinó los dientes, furiosa.
-¡Argh! ¡¿Otra vez?!

Sí; ahí estaba Iduna, con el conejo enano entre sus brazos. El animalito tenía una marca naranja sobre su lomo; la cual aseguraba que sí era el conejo que los mayores les habían pedido cazar.

En realidad, no se lo comerían; los conejos enanos eran por lo general, sólo mascotas.

Al volver al pueblo, Iduna fue alabada por los de su grupo.
Pero claro, nadie sabía que había contado con ayuda.
A pesar de eso, ella veía al conejo con algo de tristeza.
El viento la había ayudado y sentía que eso era trampa.

(...)

-¡Oh, Hazelmaren; mira cómo trae la ropa... ésta de Iduna! ¡Qué desastre!
La "crítica de vestuario" era Dawnbrynn, la madre de Dawnya.

Hazelmaren, que estaba platicando fuera de su cabaña con Oakjohn ( un chico muy atractivo de tez morena y ojos negros), giró los ojos fastidiada, antes de voltearse y hablar con la madre de la chica que NO había atrapado ninguna presa aún.

-Es verdad, señora Dawnbrynn; las ropas de Iduna quedaron hechas girones inservibles. Pero... ya no se puede hacer nada.

-¡Yo puedo ayudarte a conseguir fibras para coserle unos pantalones nuevos!- dijo Oakjohn, encantado ante la idea de facilitarle las cosas a la hermosa joven.

Hazelmaren, que también gustaba de él, sonrió y asintió:
-Gracias, "Oakjoe"... te tomaré la palabra.

Pero, la señora Dawnbrynn no iba a quedarse con la envidia dentro; quería desquitarse (al menos, de manera indirecta) por la frustración de su "dulce hijita".

-¡Vaya, Hazelmaren! Qué suerte tener a un chico que te ayude a arreglar los desastres de una niña tan problemática y rara como Iduna!

Pero la joven ya estaba a punto de perder la paciencia. Oakjohn se dió cuenta y se hizo ligeramente hacia atrás.

Dawnbrynn no se callaba.
-En serio; ¿Cómo lograste no volverte loca cuando los líderes te la encomendaron? Es tan...

-Creo que debemos estar agradecidos de que Iduna sea como es. Creo que podemos pensar que podría haber sido muchísimo peor.

-Oh,- dijo la señora Dawnbrynn, satisfecha de haberla hecho enojar.
-Pero, ¿A qué te refieres, "Hazelinda"?

-Pues, ya que me pide un ejemplo, diré que pudo haber salido como... Thornleah.

Dawnbrynn dió un grito ahogado y se puso pálida como la tiza.
Oakjohn abrió los ojos de par en par.

Nadie decía ese nombre en el pueblo.
NADIE.

-Ahora, si nos disculpa,- dijo Hazelmaren con una sonrisa sarcástica,- tengo que ir con Oakjohn para lo de las fibras ¡Hasta luego!

Ya lejos, Oakjohn habló:
-Irá a decirle a Yelena, sabes... que dijiste... ese nombre.

Pero Hazelmaren encogió los hombros, molesta.

-Ella no debería de comportarse así. Desde que murió su marido hace 10 años, tener a su hija contenta, se volvió en lo único que piensa. Y si para conseguir eso, tiene que complicarle la vida a los demás, lo hace.

-Hazel, esa mujer está muy dañada...

-¡Yo también perdí a mis padres esa vez! Iduna perdió a su padre también. ¿Nos desquitamos con los otros por eso? ¡NO!

Pero, para ese momento, Oakjohn se percató de que la chica tenía los ojos vidriosos.

Sin pensarlo, la abrazó.
Ella le devolvió el abrazo.

(...)

Las 2 estaciones habían pasado rápido.
Al menos, para Iduna.

Y al día siguiente de la segunda luna primaveral, Yelena, la líder del pueblo , los reunió a todos.

Fue una ceremonia simple; todos se reunieron alrededor de la tienda de Iduna y Hazelmaren y Yelena habló:

-Finalmente, he tomado la decisión de quién será mi sucesora.

Y para sorpresa de todos, extendió su mano a la niña... y no a la joven.

-Iduna, acércate... te haré entrega de los "lazos" que nos unen como líder y aprendiz.
Iduna obedeció, acercándose nerviosamente.

Los lazos eran cintas que irían atadas al cuerpo de Iduna y sobre sus ropas de uso diario.

Estaban teñidas de un tinte violeta, que era muy valioso y muy escaso.
Pero, que curiosamente, era el color favorito de Iduna.
Aunque eso nunca se lo había dicho a nadie.

Yelena se paró frente a Iduna y ató dos gruesas cintas alrededor de las piernas de la niña, mientras decía:

-"Te enseñaré a que tus pasos siempre los conduzcan por el mejor camino."

Acto seguido,Yelena sacó otra cinta violeta, aún más larga y atandola a la cintura de la niña, añadió:

-Te afilaré tus instintos para que siempre te guíen a augurarles el bien y no el mal.

Finalmente, tomó una enorme aguja que tenía un grueso hilo violeta en su "ojo" y con unos rápidos movimientos, la cosió a lo largo de la altura del cuello de la niña. Al terminar, proclamó:

-Te abrazaré con mi corazón, para que el tuyo siempre sienta tanto las alegrías como las penas de tu gente.

Acto seguido, Yelena tomó la mano derecha de Iduna y con la aguja, la picó en el dedo índice.

-¡Uhm!- musitó la niña.

Entonces, Yelena sacó una pequeña cinta violeta más; con ella limpió un poco de la sangre y luego, ató a un báculo que ella siempre llevaba consigo.

-¡Pueblo de Northuldra; saluden a mi aprendiz, su futura líder; Iduna!

Y todos exclamaron al unisono:
-Guía a nuestro pueblo en el futuro, Iduna!

Un suave viento la envolvió, pero nadie se dió cuenta.

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