Cosas con las que tienes que aprender a vivir

6.3K 921 45
                                    

These are the eyes and the lies of the taken
These are their hearts but their hearts don't beat like ours
They burn 'cause they are all afraid
For every one of us, there's an army of them
But you'll never fight alone
'Cause I wanted you to know

The World Is Ugly, My Chemical Romance

Se suponía que la sensación se había ido. Que sólo le quedaban las pesadillas. Y los recuerdos, porque esos se quedaban para siempre. Pero no, claro que no. No importa que el campamento de entrenamiento no sea en el mismo lugar nunca —por razones de seguridad—, Katsuki lo odia.

(Y también lo esconde).

Pasa todos los días que dura más agresivo de lo normal, con más tendencia a explotar. Intenta mantenerse a raya con Shouto y con Izuku, porque sabe que serán los primeros en notar que algo ocurre. Y después Kirishima. Pero aun así, odia ese sentimiento de vulnerabilidad.

Odia los recuerdos.

La mano en su cuello.

(Y la sensación de perder la respiración, de no poder inhalar, de que algo terrible está pasando y no es lo suficientemente fuerte o poderoso como para detenerlo y el grito de Deku, que lo había irritado tanto, especialmente al verlo tan herido, tan dispuesto a lanzarse de cabeza al peligro aun sabiendo que no podía ganar).

«¡KACCHAN!»

Se despierta cubierto en sudor. Aun es de noche.

Le habían dicho que el miedo no se iba fácilmente. Que podía pretender desaparecer y luego volver cuando no lo esperaba. La primera vez, no les había creído. Hasta que había ido a otro campamento de entrenamiento y todas las sensaciones que asociaba con Kamino Ward habían vuelto.

Aizawa le había dicho entonces que no estaba por encima del trauma y que todos los héroes aprendían a convivir con él. Katsuki habría deseado echar al miedo a gritos, pero no puede. Desde entonces, a veces, le vuelven a la cabeza las palabras de Aizawa.

Tiene que aprender a convivir con toda esa mierda.

(Bueno, eso, para ser exactos, es parafraseo).

Se incorpora. El resto de la clase sigue dormida. No quiere despertarlos, así que simplemente se pone en pie y camina hasta la puerta, buscando los baños. Prende la luz al entrar y lo deslumbra. Se ve al espejo.

Se ve más cansado que de costumbre. Un efecto del entrenamiento.

(Y los sueños).

Se recarga contra los lavabos, abre la llave. Ya no tiene nada de sueño, pero tiene que volver e intentar dormir. Se moja las manos y luego se las pasa por la cara. Respira hondo. No debería tener miedo. Ya no es el mismo que era cuando estaba en primer año.

(Sobre todo, ya no es el mismo que era en Kamino).

Empieza a volver sobre sus pasos, quiere dormir. Pero la sensación no lo deja. Hay días que es más insistente que otros. No entiende muy bien cómo funciona su miedo ni a qué responde. Ya casi no le quedan pesadillas —con la excepción de esos sueños en donde oye a Tomura Shigaraki arrastrando su voz mientras él no puede moverse, ni hablar, ni gritarle, ni nada—, pero siempre vuelven en la misma época del año.

«¡Kacchan!»

Se detiene en el pasillo y se recarga en la pared.

—¿Kacchan?

No. Puede. Ser.

No.

Sus pesadillas no son ningún secreto para Izuku y tampoco para Shouto. Saben que existen. Saben que cuando llama a la puerta en las noches es porque quiere dormir con alguien y no quiere que le hagan preguntas —pero se las hacen, los cabrones y él las acaba respondiendo porque, claro, son Shouto e Izuku—. Pero en ese momento no quiere exponer sus miedos ante nadie.

Ni siquiera él los entiende.

—¿Qué carajos haces despierto?

Se obliga a mantener su voz en un volumen aceptable, no quiere despertar a todo el edificio.

—No podía dormir.

—¿Desde cuándo no puedes dormir?

—Desde que te levantas y no vuelves.

Katsuki gruñe.

—Vete, ya voy.

—¿Estás bien?

—Sí.

Pero Izuku sabe que es una mentira, claro. Por supuesto. Lo conoce desde los cuatro años. Sabe leerlo cuando está enojado, cuando tiene miedo, sabe todo sobre él. Y lo peor de todo: le puede oler el miedo, parece. Lo entiende. Así que en vez de largarse se acerca y busca su rostro entre la oscuridad. Pega su frente con la suya, aunque para eso tenga que ponerse de puntas, le entierra una mano en el cabello desordenado.

—Estoy bien —repite Katsuki.

No mueve las manos. Siente su mismo nerviosismo, así que las mantiene a un lado de su cuerpo. Hace años que no tienen ninguna explosión involuntaria, pero nunca se sabe.

—A mí también me pasa —confiesa Izuku.

—¿Qué? —Katsuki no entiende de que hablas.

—Estás pensando en Kamino, ¿no?

—¿Y qué si...?

—Es Kamino, lo sé. La primera vez...

—No tienes que recordármelo —espeta Katsuki. Su mente ya lo recuerda bien. Todos los detalles, uno a uno. Ha tenido dos largos años para desmenuzarlos—. Estuve allí.

«El trauma no se va, sólo tienes que convivir con él».

El miedo tampoco.

Deja que Izuku lo abrace. Siempre hay algo reconfortante en los abrazos de Izuku. Algo cálido, sincero. Hay algo que lo hace sentir bien cuando Izuku se para sobre las puntas de sus pies y le pasa un brazo por la espalda y entierra la otra mano en su cabello. Respira hondo.

Todo es más fácil porque sabe que no está solo.

Izuku lo suelta. Le tiende una mano.

—¿Vamos?

Oh My God They Were Interns [Todobakudeku]Where stories live. Discover now