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Nathalie lleva trabajando en la mansión dieciséis años, bastante tiempo para un empleado regular, desde que entró aquella mañana jamás volvió a irse, ni dejar el lado de los Agreste, vivio muchas cosas en esa casa, se convirtió en la mano derecha de Gabriel, en la mejor amiga de Emilie y en la institutriz de Adrien, ya que sus padres no querían que el pequeño estudiará afuera, según el diseñador, el mundo exterior era peligroso, la azabache sabía muy bien a lo que ese hombre se refería, pero la tristeza del pequeño ante no poder salir de la casa la rompía por dentro.

Un día los dueños de casa al ver la lealtad de la mujer le contaron un terrible secreto que estos tenían, la rubia estaba muriendo, todo culpa de unas joyas mágicas que habían encontrado y que como parte de un juego comenzaron a usar, cuando Adrien cumplió diez años, su madre lo dejo, y su padre se hundió en un gran pesar, Nathalie lo entendía, ella en carne propia había sufrido la perdida de un gran amor, hoy ya olvidado, pero para el hombre era reciente, y como prometió la primera vez que lo vio, haría cualquier cosa por el, aunque eso conlleve a la locura más grande que alguien pueda imaginar.

A los trece años cumplidos del rubio  Gabriel comenzó con dicha locura, volvería a usar aquella joya, después de tres años largos de investigación, descubrió que había dos prodigios con el poder suficiente para recuperar a su esposa, pero estas dos joyas solo se ponían en actividad cuando la tierra confrontada un gran mal, pero no un mal cualquiera, no involucrarían semejante poder en cosas vanas como conflictos entre países o tonterías como esas, los aretes de la mariquita y el anillo del gato negro solo entrarían en acción si otro prodigio estaba activo y este era usado para el mal, ahí Gabriel se convirtió en el todo poderoso Hawkmoth, y Nathalie en su mayor secuas, lo cubría en todo, daba la cara por el y lo justificaba, gracias a sus esfuerzos el hombre podía hacer su doble vida sin preocuparse por nada, ni nadie.

Y después de vivir así durante tres largos años más, en donde Nathalie se involucró más de la cuenta, dejándose akumatizar y utilizando ella misma la joya que acabó con la señora Agreste, y casi acaba con ella, la asistente de volvió más cercana con su jefe, al punto de que ahora las cosas habían cambiado mucho, Gabriel poco a poco se olvidaba de su esposa, y comenzaba a fijarse más en la bella mujer que tenía a su lado.

Era verano, y Adrien se escapó de la mansión para tener un día libre, las clases habían acabado hacia unos días, y éste tenía más tareas que nunca, aveces creía que Nathalie le daba tantos que haceres para mantenerlo ocupado, pensando en dichas cosas no miro por donde iba y se choco con una persona que corría distraía en dirección a el, los dos quedaron sentados en el suelo, el modelo al percatarse de que la otra persona era una chica, se paró rápidamente y la ayudo a levantarse.

─Lo siento mucho─ extiende su mano ─No veía por donde iba, de verdad lo siento

─No hay problema─ contesto tranquila tomando su mano ─Yo tampoco me fijé por donde iba, así que es mi culpa también

─Soy Adrien Agreste, un gusto─ sonríe

─Naomi─ dice y baja la mirada ─Eres el modelo del que todas mis compañeras hablan─ el rubio se sonroja

─Si, soy bastante popular últimamente─ rasca su nuca

─Mis amigas no creerán esto─ lo mira

─¿Tienes algo que te pueda firmar así te creen?─ pregunto cordial ─No quiero que luego te molesten. . .podrían pensar que mientes

─Tienes razón─ se quita la mochila y urga en ella, allí encuentra una libreta ─Aqui

─Excelente─ la toma, ella luego le pasa un bolígrafo, el lo agarra y firma una dedicatoria en la libreta ─Aqui tienes─ sonríe

─Muchas gracias─ guarda la libreta

Miraculous: Quiero estar contigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora