C I N C U E N T A y T R E S

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Me encuentro practicando mis saltos y volteretas en el aire junto a las acrobacias que necesito para cumplir mi papel y lograr utilizar mi nuevo traje de manera efectiva, cuando la enorme ala de entrenamiento, y el reino entero, se ven envueltos en una explosión que logra sacudir las estructuras de muchas, sino es que todas, de las edificaciones de las viviendas y el palacio.

Caigo con agilidad de cuclillas y le lanzo una mirada a Socram, quien se encuentra tenso de pies a cabeza. Trago y me apresuro a llegar a mi nuevo arsenal de armas de pelea, enfundo dos pistolas en las fundas que cargo a cada lado de mis muslos, y guardo en secretos y abundantes compartimientos cuchillas para lanzar o de mano. Ato con firmeza mis botas altas y guardo dentro de ellas dos dagas cortas, acciono las cuchillas retráctiles del ligero tacón que poseen y pruebo su filo pateando, y cortando, uno de los muñecos de práctica.

Echo un vistazo a mi reflejo antes de salir de mi departamento con Socram pisándome los talones, inhalo profundamente, llenando mis pulmones de aire, y comenzamos el rápido descenso por los múltiples pisos y escaleras. Para cuando llegamos al patio principal del palacio todo se encuentra echo un caos.

— ¡Defiende el palacio, yo iré a proteger al rey! —Ordena mi entrenador, asiento y me lanzo a la carga del primer enemigo que entra en mi campo de visión, en este caso un licántropo.

Le lanzo una patada a la espalda y acciono las cuchillas que oculta mi traje, estas comienzan al costado derecho de mi muñeca y recorren un camino hasta terminar en mi antebrazo, lo mismo con mi otro brazo, pero del lado izquierdo. Bloqueo un golpe que me lanza con mi antebrazo, logrando que se corte, y lanzo un golpe con el otro, rasgando gran parte de su pecho. Pateo sus rodillas y le lanzo una cuchilla al rostro, la cual se clava firmemente en su ojo y acaba con su vida. Acciono la cuchilla en mi tacón y pisoteo su pecho hasta llegar a su corazón, destrozándolo y acabando con toda oportunidad posible de que vuelva a vivir.

Me giro a toda velocidad al percibir la presencia de otro enemigo a mi espalda y le corto la yugular en un rápido movimiento de muñeca, los ojos del Koodav se ponen en blanco mientras cae. Chasqueo la lengua y le corto la cabeza, la tomo por el cabello y la pateo con todas mis fuerzas en dirección a otro de su especie que trata de entrar en el palacio. El golpe logra derribarlo y un guardia Ashmoke se encarga de él.

Doy un vistazo rápido a mi alrededor y corro fuera de las instalaciones del palacio al cerciorarme que todo está bajo el control de los guardias, pronto estoy rodeada de la mayor parte del caos, pues los ciudadanos del reino de Utarah y Noam se ven atacados, y asesinados, por las fuerzas Koodav y sus aliados. Lanzo un grito de furia al ver a un licántropo alimentándose de un niño de menos de cinco años y voy en su búsqueda.

En las próximas horas defiendo al numeroso reino de los Ashmoke y los Fallow, y termino con el mayor número posible de enemigos, en su mayor parte licántropos y Koodav.

Justo ahora me encuentro peleando en el techo de un edificio de cinco plantas con un puñado de Koodav y, para mi sorpresa, un Vadook. Salto contra uno de mis adversarios, enredo mis piernas en su cuello, cortando este con las cuchillas que hay en mis rodillas y pantorrillas, y lo insto a girar sobre su eje conmigo colgando mientras disparo con la izquierda y lanzo cuchillas con la derecha. Cuando su cuerpo cae, inerte y sin cabeza, solo quedamos el Vadook y yo, por lo que me abalanzo sobre él y le pongo la cuchilla de mi bota al cuello, cortando el manto que me impide llegar a él.

— ¿Por qué?—Inquiero, fingiendo una voz gutural, y presiono el arma, la sangre comienza a manar alrededor del filo.

—Ellos nos ofrecen la libertad que nuestros antiguos líderes nos niegan, nos ofrecen el alzarnos y derrotar a los licántropos de una vez por todas luego de siglos de esclavitud.

—Y para ello te alzas contra los tuyos, y contra inocentes. —Me acerco a su rostro y corto la mano que porta, portaba, un cuchillo, lanza un gruñido de dolor. —Mala elección, cariño. —Lo tomo por el manto que lo cubre de pies a cabeza y dejo que se incorpore hasta quedar arrodillado, tomo impulso, girando sobre mi eje, y lanzo una patada mortal que corta de un tajo su cabeza.

La pierna se me acalambra ligeramente debido al acto, pero eso no impide que me incline contra al cadáver desprovisto de cabeza, tomo una de mis dagas y corto el manto hasta dejar su pecho al descubierto, cierro los ojos y clavo el filo con fuerza, muevo la daga de arriba abajo hasta dejar un hueco donde meter la mano y le arranco el corazón, una lágrima se desliza por mi pómulo cuando lo corto en dos.

—Lo siento. —Susurro de manera inaudible y me incorporo, corro hasta la cornisa, echo un vistazo y me lanzo, doy al menos dos volteretas en el aire hasta caer con las rodillas flexionadas entre una Fallow y un licántropo con claros deseos de acabar con ella.

Lanzo una patada mortal directo a su rostro, logra esquivarla y golpea con fuerza mi abdomen, el aire escapa de mis pulmones pero eso no me impide lanzarle una de mis últimas cuchillas, la cual termina clavada firmemente contra su frente, pero no muere. Maravilloso.

Los próximos cinco minutos me veo enzarzada en una interminable pelea, donde nos lanzamos cortes y zarpazos hasta que nuestra sangre se entremezcla, lanzo un grito de frustración y trato de cercenar su cabeza, en vano. Maldigo entre dientes mientras lanzo otra patada, cortando su cadera, y doy un grito de júbilo cuando finalmente cae, tomo su rostro entre mis manos y rompo su cuello. Tomo la última de mis dagas y perforo su corazón con su filo, lo suelto y me dejo caer a su lado, jadeante y exhausta.

—Gracias. —Levanto la mirada y la centro en la mujer a la que he ayudado, quien tiene oculta entre sus faldas a quien supongo es su hija, asiento. — ¿Hay algo que pueda hacer para agradecerle?—Lo medito mientras me levanto y asiento, al tiempo que señalo hacia el palacio, el cual se encuentra algo lejos desde nuestra posición. — ¿Desea que la lleve?—Vuelvo a asentir, ella me imita y toma a su hija en brazos mientras se acerca a mí. — ¿Podría...?—Señala mis cuchillas, hago que regresen a su compartimento y ella toma mi antebrazo ligeramente.

Entrecierro los ojos mientras nos conduce entre las sombras hasta llegar al palacio, contengo las náuseas que el siniestro y veloz viaje han ocasionado en mí, y le agradezco a la mujer con un asentimiento de cabeza antes de adentrarme en el palacio, el cual se encuentra desierto. Un mal presentimiento se instala en mí.

— ¡Nyxia, detrás de ti!—No logro identificar quién es quien ha dado la alerta, pues pronto me veo rodeada de llamas que bailan hasta llegar al alto techo del palacio, dejándome en una especie de prisión ardiente.

—Ahora, veamos quién es el soldadito valiente detrás de la máscara. —Un látigo hecho de llamaradas se dirige a mi rostro y, con un rápido y doloroso latigazo, me arrebata la máscara, revelando mi rostro cambiado a la Koodav. —Oh, parece que eres nueva, y humana. —Mantengo mis ojos fijos en la mujer que camina alrededor de mi prisión, preparada para su siguiente ataque. —Qué juguete tan interesante.

Le muestro el dedo medio dado que, supuestamente, no poseo el habla, y eso solo logra que su diversión se incremente para mi molestia. Desvío ligeramente mi atención de ella y busco al portador de la voz que me ha alertado de la inminente amenaza, un sudor frío comienza a correr por mi espalda al encontrar a Noam, Utarah y Socram atados y amordazados contra una de las paredes del castillo, a su alrededor hay muchos de los guardias sin vida.

—Un juguete interesante, pero inservible a mi causa. —Regreso mi atención a la Koodav, en su rostro hay una gran sonrisa de satisfacción bailando entre sus labios. —Quémala. —Ordena al Ashmoke que me mantiene cautiva, quien acata dicha orden y comienza a cerrar mi prisión en torno a mí. Maldita sea.




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Luz de lunaWhere stories live. Discover now