NUEVE

18 2 4
                                    

Decidí instalarme en la habitación de arriba, más alejada de ellos dos, pues no me dan buena espina, además estoy bien lejos de la puerta principal por si algún otro loco quiere entrar, sin decir que además de enllavar la puerta, ubiqué una silla detrás de ella, para que nadie entre, y por si se lo ocurre, traje conmigo uno de los bates. Podré parecer muy excesiva, pero después de la escena que pasé, no quiero seguir trabajando con estos locos, y me lo advirtieron, pero como soy muy terca, aquí estoy a punto de volverme loca, pues la imagen se repite en mi cabeza una y otra vez. Decido irme a dar un baño para calmar mis nervios y relajarme un poco, aunque no lo creo, sabiendo que allá abajo está un asesino al lado de alguien de quien no sé nada. Aunque no parece peor que Elioth.

Para ser sincera siempre esperé esa actitud maniática de Elioth, siempre amargado, todo Dark, pero ¡vamos! Una cosa es pensarlo y otra verlo de esa manera, incluso sus ojos, siendo claros adquirieron un tono oscuro, como si disfrutara hacer daño. Esa imagen difícilmente podré sacarla de mi mente.

Entro a la ducha y el agua afortunadamente está tibia, trato de relajarme para poder bajar, y ayudar a ese par a arreglar y limpiar la cabaña, aunque mi ánimo no es el mejor para eso, ni siquiera quiero bajar ojalá todo fuera un mal sueño o simple alucinación mía.

Me tomo todo el tiempo que quiero para salir de la ducha, agarro una bata y me la pongo, luego una toalla y la enrollo en mi cabeza. Salgo y me tiro a la cama.

-Al fin sales -me quedo rígida viendo su figura sentada cómodamente, con mi corazón acelerado respiro hondo para calmarme, me recompongo para sentarme en la cama.

- ¿Sabes lo que me costó estar calmada y al fin salir? -tenso mi mandíbula del enojo -y tú... Tú acaso no eres humano -espeto viendo hacia la puerta, mientras Elioth sigue sentado sobre la silla como si nada - ¿Cómo entraste? O no, mejor dicho ¿Para qué entraste? -me apresuro a tomar el bate que por suerte había traído al cuarto.

- ¿Por qué eres tan ruidosa? Y siempre quieres darme con un bate -habla serio -Ya cálmate, no te haré daño. Si fuera así hubiera entrado a hacerlo de una.

-¿Por qué entras como si nada?

-¿Crees que si hubiera tocado para que abrieras lo hubieras hecho? Obviamente no -responde poniéndose de pie y me acorrala hasta pegar al borde de la cama.

-No te acerques más o no respondo -de un jalón me quita el bate y caigo sobre la cama, quedando él sobre mí. Pataleo, manoteo en todas direcciones. Elioth toma mis manos y me ve fijamente -Suéltame pido a punto de llorar de la desesperación.

-Ey, Rouse, mírame. -me zangolotea un poco para que lo vea, sus ojos están en un tono oscuro, mirándome fijamente.

-¿Por qué lo haces Elioth? ¿Qué quieres de mí?

-Tranquila Rouse, si te digo que no quiero hacerte daño es así. -suena como si de verdad fuera real lo que dijera.

-¡Mataste a un hombre e incluso parecías disfrutar ver su sangre y quieres que me calme! Eres un asesino -hablo quebrándome, totalmente sin fuerzas.

-Él te quería hacer daño. Igual iba a morir de alguna forma. -su mirada queda anclada en mis ojos y trato de calmarme -Rouse, en serio, jamás hubiera querido que me vieras hacer eso, pero era necesario hacerlo o él nos mataría a ambos. Ahora mismo comprendo que no puedas asimilarlo, pero te aseguro que tenía que hacerlo por tu seguridad. Créeme -en este momento no puedo negar que sus palabras me sosegaron e incluso parecía que aquel Elioth inalcanzable y arrogante ya no existía en este justo momento, realmente parecía que había alguien más detrás de ese Elioth que vi hace un rato, y quise creerle, pero la imagen se repetía siempre en mi cabeza.

Perfect ConnectionWhere stories live. Discover now