SEIS

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Rouse

No he podido volver a conciliar el sueño después de una pesadilla que tuve. También porque mis pensamientos deambulan en mi cabeza sobre la actitud de Elioth, no puedo evitar sentirme un poco mal, ya que yo estoy en su tienda de acampar junto con sus sábanas, y él allá afuera sin ninguna manta. Aunque en parte se lo merece por su manera de ser.
Me remuevo un poco para acomodarme, pero mi codo toca algo duro, enciendo la linterna de mi celular para investigar qué es. Mis ojos se sorprenden al toparse con un libro, sin más lo agarro entre mis manos, es el libro la Divina Comedia, escrito por Dante Alighieri.

Lo ojeo un poco, ya había escuchado a cerca de este libro, lo había buscado en físico, pero no lo pude encontrar y eso de leer en digital está acabando con mis ojos.

—¿Qué haces con ese libro? —al escuchar su voz, de un sobresalto el libro se me escapa de las manos.
Él lo levanta, y lo guarda en su mochila.

—Solo lo veía —digo tratando de tranquilizarme luego del susto que me dio —¿necesitas que me vaya para que puedas dormir? —él niega.

—Solo quería ver que todo estuviera bien, por lo que vi la linterna encendida.

—De igual forma —me apoyo sobre mis manos para levantarme —es hora de que tú descanses, yo ya he dormido.

En un movimiento rápido su mano se posa sobre mí antebrazo y me detiene, sus ojos me ven fijamente.
No puedo evitar observar sus ojos, y escrutar sus facciones, su ceño levemente fruncido, su piel tersa, sus labios entreabiertos, y sus ojos con un brillo notable a pesar de la poca claridad de mi linterna. En otro movimiento brusco suelta su agarre y aparta su mirada, como si mi piel quemara, o quizás mi mirada fue demasiada indiscreta ¡Cielos!

Me termino de levantar y salgo de la tienda.

—Gracias por haberme prestado tu tienda para descansar un rato. No sabía que haber tocado tu libro te iba a molestar, solo que me dio curiosidad pues lo había estado buscando porque me lo han recomendado, pero no lo encontré por ningún lado —cuando estoy nerviosa o alterada, hablo mucho y bastante rápido. Elioth solo me observa, y se pone enfrente mío, esboza una leve sonrisa de lado que me desconcierta completamente.

—Siempre eres tan terca, efusiva, orgullosa... —no lo dejo terminar.

—Vale, es suficiente no necesitas decir más —doy media vuelta para irme, pero su mano la vuelve a envolver en mi antebrazo y me gira hacia él, en un parpadear me guiña hacia él, incluso puedo escuchar lo rápido que va su corazón, estoy en una especie de trance pues este chico me descoloca completamente, siento que levemente aspira sobre mi cabello y solo atino a cerrar mis ojos. Una de sus manos la mete a su bolsillo y saca una navaja.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué rayos?!

—Shh —levanta la navaja, giro levemente mi cabeza para ver hacia la dirección que apunta el artefacto, justo al lado de mi tobillo, al ver el movimiento de tirar la navaja solo cierro fuertemente los ojos. En un segundo me suelta con brusquedad. Levanta del suelo una gran serpiente.

—Por tu terquedad ya estuvieras muerta. Sabías que es una de las más venenosas del lugar, y estuvo a segundos de morderte —camina unos pasos hacia la abundancia de maleza y tira la serpiente —Por tu culpa tuve que matar una serpiente. —mi boca se abre literalmente por lo que acaba de decir.

—Yo no te pedí que la mataras.

—Si no lo hubiera hecho ya estarías muriendo —ríe irónicamente.

—¡Aghj! Eres un idiota.

Me dirijo hacia la fogata, y me siento en uno de los troncos que hay a los lados, ya todos están durmiendo, supongo que ya es de madrugada, la fogata está prácticamente consumiéndose y el frío es bastante. Elioth aparece en mi campo de visión y tira unas cuantas ramas al fuego. Se sienta en uno de los troncos, opuesto al lugar en donde estoy sentada.

—No entiendo por qué Charley te envío, si ni siquiera sabes cuidarte en un lugar como éste. —solo lo escucho y respiro hondo, tratando de calmarme —Creo que ya aprendiste que éste no es lugar para ti. —veo que hace intento de levantarse, respiro hondo para pensar con claridad.

—Espera, no te vayas, es mi turno de hablar —sonríe de forma forzada y se vuelve acomodar —Tu hermano me envío porque soy la única que se atrevió a venir a pesar de saber de todo lo que pasa, y más aún porque sabe que eres un completo idiota con las personas —él trata de hablar, pero no lo dejo —oh espera hay más —mi boca y mis manos interactúan, y sin darme cuenta voy caminando hacia él —si piensas que estás logrando de que yo renuncie a esto no estás ni tibio, pues sé lo que quiero, y tú no vas intervenir en mis convicciones. —un fuerte dolor en mi pantorrilla me hace sentarme de golpe, él en un parpadeo se acerca a mí. Levanto la manga de mi pantalón y reviso mi pantorrilla. Elioth se agacha y saca mi bota, mi vista se posa en una de sus piernas pues un jodido alacrán cayó en ella al sacudir mi bota. Esta definitivamente no es mi noche, o mejor dicho madrugada. Elioth de un manotazo tira al animal al suelo, y lo pisa.

—¿Te duele mucho?

Asiento con un movimiento de mi cabeza —Y arde —añado

—Traeré unas cosas, ya vuelvo. —la parte del piquete y su alrededor la siento entumecida. —Elioth se posiciona a la altura de mi rodilla y empieza a aplicar una pomada encima del piquete. —Toma —me da una botella con agua junto con un par de pastillas —tienes que beberlas —no lo pienso mucho y lo hago. En otro de sus movimientos impulsivos enrolla una de sus manos debajo de mis piernas y la otra en mi espalda.

—No es necesario, puedo caminar.

—Alguna vez en tu vida podrías dejar de refutar —yo asiento pues no tengo ganas de discutir, siento mi cuerpo arder, y mi cabeza un poco pesada. Enrollo mis manos en su cuello, y puedo respirar un cálido olor que emana de él.

—Hueles bien —digo sin siquiera pensarlo. Veo que me acuesta dentro de su tienda y mis manos quedan aún alrededor de su cuello.

—La fiebre está empezando y tú ya estás delirando Rouse —no puedo evitar sonreír al escuchar mi nombre salir de sus labios. Suelto mi agarre, y él se sienta a un lado —en un par de horas amanece, trata de dormir, las pastillas harán su efecto. —yo asiento un poco cohibida.

Perfect ConnectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora