DIEZ

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Siento como mi sangre se encuentra en ebullición, mi cuerpo a punto de colapsar.

Elioth me observa muy asombrado, sin siquiera parpadear.

—Dalieth, es hora, hazlo. —Siento un pinchazo en mi espalda, y justo antes de colapsar, alguien me sostiene entre sus brazos, mis ojos se nublan y nada de mi cuerpo responde.

Elioth Anderson

No quería ponerle un sedante tan potente, pero era muy necesario, ya que es posible que olvide lo ocurrido, y si lo llegase a recordar, será para ella, como una alucinación.

—¿Crees que le pueda pasar algo? —indaga Dalieth, mientras observa a Rouse.

—No le pasará más allá de perder un poco la memoria. Le diremos que resbaló, y que entonces tú tuviste que venir a ayudar.

—Ok, pero y a Chars —dice refiriéndose a mi hermano —¿Qué le diremos?

—Es inútil mentirle, él se dará cuenta igual. Yo me las arreglaré con él.

—¿Dónde metiste a mi presa?

—No querrás tragarte eso Dalieth, no seas tan asqueroso.

—Bueno, tienes razón, ya esa sangre no me sirve.

—¿Por qué no pudiste controlar ese sujeto?

—Tú lo viste, con este sí se les pasó la mano.

—Bueno salgamos de aquí, dejemos descansar a la bella durmiente, y ayúdame a limpiar la cabaña.

—No me pagarás por esto sí, ¿por qué debería ayudarte?

—Porque no quieres morir igual que tu presa —río mientras él entorna sus ojos.

—No te creas tanto, yo también soy un Anderson —toca mi hombro, mientras se adelanta.

Luego de haber terminado y dejar lista la cabaña, para los visitantes, decido subir a ver a la desagradable Rouse.

Sigue con sus ojos cerrados, se ve tan en paz, que ni siquiera pareciera que en realidad es tan jodidamente fastidiosa.

Me aventuro a traer un botiquín que siempre ha estado en la cabaña, y me siento al lado de ella, para limpiarle algunos rasguños.

Paso unos paños por su rostro, es tan delicada su piel, que incluso da la impresión de que debe ser tratada como porcelana fina, recorro sus brazos hasta llegar a sus manos finas y delgadas, todo tan simétrico en ella, que me hace querer admirarla.

Me recompongo un poco al sentir que Dalieth viene hacia arriba.

—¿Qué haces Elioth? —se mofa

—Pues curándola, imbécil. Cómo va a ser creíble nuestro cuento si se ella se ve con tantos rasguños en el cuerpo, los hematomas pueden ser simulados con la caída, pero los rasguños no.

—Es de familia nuestra astucia.

Rouse se remueve un poco, frunce su ceño, y tiembla, como si tuviera alguna pesadilla. Manotea un poco, y alcanza mi mano, me quedo perplejo, inmutable, ella toma mi mano como si dependiera su vida de ello, decido igual tomarle su mano, su rostro se relaja un poco, y con delicadeza, termino de curarle.

—Cuidado cómo la tocas —se burla nuevamente.

—Tengo que hacerlo, no es necesario que te diga que Charley, podría hacerme un escándalo si no lo hago.

Al pasar unas cuantas horas, ya se logra ver un atisbo del amanecer, incluso algunas aves ya deleitan al mundo con su despertar, mientras Rouse, sigue profunda, he tenido que velar su sueño obligatoriamente, es un fastidio, pero si no lo hago podría despertar y hacer un escándalo, por su desconcierto.

Al fin se remueve, y abre un poco sus ojos cobrizos, voltea su cara hacia a mí, y se ve claramente descolocada por la situación.

—¿Qué... Qué haces aquí? — habla con su voz adormilada.

—Cuidándote.

—¿Por qué? No es necesario —trata de reincorporarse.

—Claro que lo es —puntualizo.

—¿Cómo así? —indaga

—Anoche te caíste, al parecer te resbalaste, incluso es posible que te duela la cabeza o la espalda, por el golpe que te diste —le digo, ya seguro de las consecuencias secundarias de la inyección.

—¿Cómo amaneciste? —entra imprudente, Dalieth. —te traje desayuno —pone la bandeja en la mesita de la habitación.

Rouse me ve con susto, pues es normal que no lo recuerde... Aún.

—Tranquila —intervengo al ver la reacción de Rouse —él es Dalieth, mi primo. Anoche vino, porque tú como era de imaginarlo, por lo inútil que eres, no ibas a ayudarme.

—Imbécil —me hace mala cara.

Dalieth acerca su mano hacia ella —un gusto, soy Dalieth, puedes confiar en mí, no te haré daño —habla el engreído. Rouse le corresponde el saludo, pero aún se le ve desorientada.

Me levanto de golpe, y me retiro sin decir más. Sé lo que es Dalieth, las mujeres son su presa favorita, aunque dudo que se le haga fácil con la boba de Rouse, pues es una niña tan arrogante, que hastío.

Salgo afuera, y logro divisar el microbús de Charley, en pocos minutos ya está bajando la gente.

Me acerco a él para anunciarle lo ocurrido, la única respuesta que obtengo es un gesto desagradable, no espero más y subo a mi coche, para largarme de este jodido lugar.

Nunca en toda mi puta existencia me había topado con alguien tan... Tan como Rouse, es tan testaruda. Aunque para ser sincero, me impresionó la manera en que se armó de valor contra aquel sujeto, a pesar de que su cuerpo entero temblaba no se doblegó, no dudó. Es alguien tan peculiar.

Me aterró tanto la idea de ver sus ojos llenos de miedo y desagrado hacia mí no toleraría eso una vez más, su odio hacia a mí es tolerable, porque eso es lo mejor, pero esa expresión no lograré olvidarle nunca.

Sin darme cuenta he llegado a un puesto de comida rápida, el único que frecuento, me abajo, la misma pelirrojo me atiende, le pido lo mismo de siempre y se retira.

Perfect ConnectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora