DOCE

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La primera noche ya pasó, los visitantes se quedarán por cuatro días y tres noches, afortunadamente me he sentido un poco mejor, y decido salir antes que el sol salga.

Me pongo mi ropa, pues una señora bastante añosa la ha subido a mi cuarto, sin decir nada, pero su mirada me dejó un poco inquieta. Decido ponerme como chaqueta la camisa de Charley, por el frío que hace, salgo de la cabaña, observo la zona del porche, y un punzón en mi cabeza me hace cerrar los ojos, y tambalearme, alguien me sostiene del brazo.

—¿Está usted bien señorita? —escucho una voz con español dificultoso. Trato de abrir mis ojos para poder ver quién está a mi lado. Tardo unos segundos en reconocerlo, pero es el mismo chico que entró al cuarto por la noche, de repente cuando yo dormía. —Soy Jow Lamaire, me recuerda, siento el incidente anterior. —me separo un poco, y él suelta su agarre, no me parece peligroso, incluso lleva un pijama puesto, en sus pantalones lleva estampados de gatos rosa pálido.

—Sí, lo recuerdo —trato de recomponerme.

—¿Se siente usted bien? ¿Hacia dónde se dirigía?

—Estoy bien —digo recuperando mi estabilidad. Que estoy muy segura de que fue causada por Elioth. —Iba a la pequeña colina que está por allá —señalo hacia al este —quiero ver el amanecer —sonrío genuinamente.

—Le acompaño —dice más en tono de pregunta.

—Está bien —asiento. A pesar de que no me fío de nadie, este sujeto me genera confianza, y es rarísimo en mí.

—Yo también me dirigía a ver el amanecer, pero probablemente no lo iba a poder ver —ríe casi a carcajadas.

—¿Por qué? —indago, ya un poco contagiada de su risa

—Porque no sé cómo ubicarame —yo río al escucharle decir la palabra ubicarame —me dirigía hacia otro lado —me señala el norte y yo no me aguanto más, y casi una lagrima de tanta risa escapa de mí. Tenía ya tiempo de no reírme así.

—No pasa nada oiga —digo sarcástica. —ya casi llegamos, el sol ya se ve un poco.

—¿Cuál es su nombre? —pregunta.

—Me llamo Rouse, de hecho, soy la guía de esta excursión —él ríe.

—Que bueno que sea una chica, es raro verlo, pero las chicas son un poco más amables, y no hacen caminar tanto. —dice casi en queja con su voz particular. Yo enarco mi ceja mientras le veo.

Ya hemos llegado a la pequeña cima y nos sentamos en sobre el pasto, mientras vemos la salida del sol, junto con una melodía proveniente de las aves.

—¿Cómo es que vienes a una excursión y no te gusta caminar? —digo divertida.

—Niña, yo amo la naturaleza, pero odio caminar, y usar ropa escueta —dice arreglándose su cabello —pero siempre he pensado que puede más el amor que el odio, y acá estoy. —Da un suspiro —es agradable tu compañía.

—Gracias —digo sonriendo, pues no hay malicia en sus palabras —lo mismo digo.  Eres agradable también.

—¿Eres de por acá? —pregunta

—Sí, recientemente me mudé acá por vacaciones de mi papá, que ni lo son, pero ni al caso.

—'Ay, equis' —dice entre risas.

—Pero sí, conozco el lugar, me críe aquí prácticamente. ¿Y tú, desde dónde vienes?

—Desde Miami, pero mis padres son franceses, por eso mi acento tan dificultoso. Nos mudamos a Miami, desde hace tres años, pero no me acostumbro, los edificios, la arquitectura, los rascacielos, nada de eso, lo mío es la naturaleza. Quizás me quede a vivir en algún lugar remoto, como este —me ve mientras levanta sus cejas —pero no lo sé. El tiempo me lo dirá.

El sol ya casi ha salido completamente.
—Rouse —escucho una voz firme detrás de mí —¿Qué demonios haces aquí?

Jow me ve con cara de susto —¿Is tu boyfriend? —dice en una combinación de lenguas.

—Rayos Jow, no, no me amargues así el día. —respondo rápidamente.

—¿Quién es entonces?

—Él es tu otro guía de excursión —digo molesta —Él es el distinguido Elioth Anderson.

Elioth me ve con clara molestia que trata de contener, puesto que, si hace o dice algo malo en frente de Jow, y Charley se da cuenta, me imagino que no le irá muy bien.

Veo que con paso decisivo se pone al lado mío —Eres una tonta, cómo sales, así como si nada.

—Vete —digo inmutable mientras me acomodo nuevamente para terminar de ver el maravilloso amanecer. —Ve a despertar a la gente para que vea el amanecer.

—No puedo hacer eso, la mayoría está cansada. Incluso usted —se dirige a Jow —debería de estar descansando porque el día no le será muy ligero.  —Jow lo ve, y luego gira su cabeza hacia el sol, ignorándolo completamente.

—Necia —dice mientras siento sus manos alrededor de mi espalda y piernas.

—¿Qué rayos estás haciendo? Elioth, bájame ahora mismo.

—No lo haré, si por tu terquedad te pasa algo, es a mí que me lo echará en cara Charley. —me observa molesto a unos centímetros de mi rostro —¿Qué haces con la camisa de Charley? —habla perplejo.

—Bájame, no quieras remediar tu error, sé muy bien que tú ocasionaste mi 'pérdida de memoria' —vocifero con enojo.

—No te bajaré, tienes que descansar.

—¿Ahora te preocupas por mí?

—Me preocupa que yo pueda ser tu reemplazo para guía principal, con este grupo de gente, no seas ... —se queda sin terminar la frase

—¿Que no sea qué? Termina —lo empujo lejos de mí y casi caigo de nalga, pero incluso antes de caerme, logra agarrarme nuevamente, con una agilidad asombrosa, dejándome sin palabras.

—¡Tonta! —termina. —y ya cállate o si no.

—¿Si no qué? —hablo cerca de su rostro.

—Deja de ser contestona Rouse. —una risa escandalosa hace que desviemos la atención, es Jow.

—Disculpen que me ría, pero la conexión de ustedes dos, es bastante o muy peculiar. —ríe, mientras se encamina hacia la cabaña y nos deja atrás.

Elioth y yo nos observamos, y él me suelta de su agarre, a lo que yo me tambaleo, hasta quedar a un suspiro de su rostro, casi rosando su nariz con la mía, ambos con respiración pesada.  Quizá fueron diez segundos o incluso un minuto que nos quedamos así, uno muy cerca del otro. Siendo una cosa extraña, y placentera a la vez.

Ambos nos separamos, sin decir una sola palabra. Mientras caminamos hacia la cabaña.

—Es mejor que descanses, yo iré con ellos, por hoy. En la noche y los siguientes días te corresponde a ti —habla inmutable. No le respondo nada y subo al cuarto donde me había quedado.

Entro, y lo único que quiero es acurrucarme en las sábanas y quedarme ahí, hasta que mi crisis existencial termine. Después de todo este episodio me siento rarísima.

Perfect ConnectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora