Capítulo 33: Solo me puedo culpar a mí.

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Quisiera golpearlo. Quisiera tomar mi bandeja de comida y lanzársela en la cara. Quisiera tener la fuerza suficiente para tirarlo de un puñetazo. Y también quisiera tener un interruptor para apagar el dolor que me causa el tenerlo tan cerca.

Siento mis ojos humedecerse. Mi corazón romperse aún más. Y mis pulmones rogando por aire, pues olvidé cómo respirar hace ya varios segundos. Duele tanto, que desearía arrancar mi corazón del pecho. Desearía desvanecerme o caer hasta llegar diez metros debajo de la tierra.

Quisiera que no doliera tanto. Quisiera que jamás me hubiese lastimado tanto.

Él se acerca un poco y mi sistema nervioso simpático se activa. Sin importar la comida que me queda, me levanto tan rápido como mi dolorido cuerpo me lo permite.

—Kath... —susurra Ethan, extendiendo una mano hacia mí, pidiéndome que me detenga—. Por favor, no...

—Por favor... —lo interrumpo, con la voz ahogada por el esfuerzo que estoy haciendo al hablar y mantenerme de pie al mismo tiempo—. Aléjate de mí.

—Kathery, siéntate y termina de comer —exige Nicolás a mis espaldas—. Entiendo que no quieras ver a Ethan, pero no vas a lograr llegar a tu habitación si no te alimentas aunque sea con esto.

Lo escucho levantarse de su silla para después sentir su presencia a mi lado. Deja su mano caer en mi hombro y me pide:

—Termina de comer, para que después puedas patearle el trasero al rubio.

Me habría reído solo por pensar que a él le parecía divertido un comentario así en estos momentos, si las ganas de llorar y huir no fueran más grandes.

—Por favor, Kathery —murmura Nicolás, viéndome con ojos suplicantes y enojados—. Siéntate. Ya.

Aprieto la mandíbula, en un intento de sacar la frustración que me causa tener que quedarme en la misma habitación que Ethan. Porque, en efecto, creo que no alcanzaré a llegar a ningún lado si no como algo. Tomo asiento otra vez, con un poco de ayuda de Nicolás. Le agradezco por lo bajo para después concentrarme en mi alimentación.

Ethan se deja caer a mi lado y, de pronto, se siente como si la temperatura de la habitación hubiese subido agresivamente. Intento no inmutarme en lo absoluto y comer ignorando completamente su presencia.

—Kath... Sé que no te interesa escucharme ni verme la cara en estos momentos —susurra y su mirada me taladra, aunque no lo esté viendo a los ojos—. Se que cometí un error imperdonable. Y sé que destruí tu confianza y lo arruiné todo —carraspea y deja de hablar por unos segundos, aunque para mí se siente como una eternidad—. No te puedo culpar por quererme borrar de tu memoria, ni por querer sacarme de tu vida para siempre —se le quiebra un poco la voz—. Solo me puedo culpar a mí. Solo me puedo culpar a mí por haber traicionado a la única persona que me ha importado en este puto mundo.

Un suspiro cargado de tristeza se me escapa y muero de unas inmensas ganas de verlo a los ojos.

—Nunca, jamás quise lastimarte. Y jamás quise que te lastimaran por mi maldita culpa —continúa Ethan, aun con un nudo en la garganta—. Yo estaba desesperado, Kath... El fuego del infierno no te permite pensar con claridad. Yo no analicé lo que hacía, solo buscaba irme. Nunca me planteé la posibilidad de llegar a... —deja las palabras en el aire y mi corazón se detiene unos segundos—. Nunca me planteé la posibilidad de llegar a quererte como lo hago.

Sus palabras me duelen. Me lastima escucharlo decir que me quiere, cuando sus mentiras me llevaron a un infierno.

Yo entiendo muchas cosas. Entiendo más de lo que me gustaría. Entiendo que el dolor que yo he sentido en días, él lo sintió por años. Y que cuando le pusieron en bandeja de plata la escapatoria, con la única condición de arrojarle un par de mentiras a una desconocida, aceptó. Aceptó porque vivía un martirio cada día. Y porque no sabía nada de mí. ¿Cómo podría reclamarle tal cosa, cuando yo quiero desaparecer cada segundo que paso aquí? Entiendo eso. Entiendo el principio.

Pero lo que no soy capaz de entender es, ¿por qué después de que nos conocimos, siguió con esa farsa? ¿Por qué después de que fuimos al parque de diversiones? ¿Por qué después de que intenté defenderlo de sus pesadillas? ¿Por qué después de que él curó mis heridas? ¿Por qué después de que le agarré tanto cariño?.. ¿Por qué después de que me enamoré de él?

Y mis pensamientos me caen como un balde de agua fría. Un escalofrío me recorre de cabeza a pies y se me atora la respiración en la garganta. Porque en este momento soy capaz de sentir, el amor que le tengo al Milagro que me mintió por semanas.

—Kath, por favor, dime algo —murmura Ethan, interrumpiendo el mundo en mi cabeza.

Mis ojos conectan con los suyos rápidamente. Y entre dolor, impresión, ira y amor manchado por los anteriores sentimientos, le digo: —Tienes razón, no puedo perdonar lo que hiciste. Quisiera borrarte de mi memoria. Quisiera jamás haberte conocido —escupo con una frialdad que me lastima el corazón—. No me vuelvas a dirigir la palabra, Ethan Mouhley.

Por mi visión periférica, noto como Ethan aprieta los puños ante la mención de su apellido. Y sé que lo lastimé. Me doy cuenta de cómo logré lastimar al chico que significa tanto para mí. Y me detesto por eso, sí. Pero también detesto lo que ha hecho. Porque no soy capaz de entenderlo todo. No soy capaz.

—Kathery Likson —una voz desconocida y juvenil me llama, y me veo obligada a romper contacto visual con Ethan—. Acompáñanos.

Dos mujeres en batas impecables me esperan junto a la puerta de la cafetería. Trago con fuerza y volteo hacia Nicolás para agradecerle en silencio una vez más. Él me sonríe débilmente. Me levanto como puedo, resignada y demasiado cansada como para negarme a ir con estas doctoras. Y después de dar un paso, siento el aliento caliente de Ethan detrás de mí, deteniéndome.

—No me importa si me odias, Kathery Likson —susurra y las piernas me quieren fallar unos segundos—. No me importa si no me quieres volver a ver. Te voy a sacar de aquí, de todos modos. Te prometo que te voy a sacar de aquí.

Quisiera echarme a reír y llorar al mismo tiempo por su promesa. Es impresionante y desgarradora la desesperanza que siento ahora. Me taladra el alma y me duele decir: —Ethan, pensé que ya lo sabías... —murmuro echándole un último vistazo—. De aquí no hay escapatoria.

Sus ojos me transmiten el sufrimiento que ambos sentimos. Y con súplica en su mirada y hielo en la mía, le doy la espalda para irme con las doctoras que me esperan.

∞∞∞∞∞∞

Escucho como se abre una puerta. No logro ver nada a través de la venda que me pusieron y me duele tanto el cuerpo que no fui capaz de concentrarme para recordar el camino de memoria. Ellas no querían que supiera a dónde me llevaban. Así que me obstruyeron la visión.

—Mañana será tu siguiente prueba, volveremos entonces —dice la voz de la mujer que me llamó en cafetería y, después de ayudarme a sentarme sobre un colchón, escucho como se cierra la puerta.

Con la poca fuerza que me queda, me quito la venda de los ojos. Y me impresiono hasta el buklot al ver a la chica que se encuentra frente a mí. Lastimada, con más de un moretón y el rostro rojo de tanto llanto.

— ¿Lena? —susurro horrorizada.


****

¡HOLAAA, GENTE HERMOSA! 

1. ¡Muchísimas gracias por leerme! Por apoyarme a pesar de mis actualizaciones tan pero taaan lentas, y por seguir conmigo a pesar de todo. 

2. Cómo me lo han preguntado algunas, yo JAMÁS dejaré de escribir KUCT. NUNCA, hasta que la termine. Porque aunque sea lenta, no soy capaz de dejarla en el aire y mucho menos después de recibir tantos mensajes positivos de su parte. 

3. Debido a la cuarentena, he tenido más tiempo para meditar los siguientes capítulos jajaja, así que no pasará mucho tiempo para los siguientes, por lo menos. 

4. MUCHÍSIMAS GRACIAS, OTRA VEZ. De verdad no saben cuanto disfruto que disfruten mi historia. Y cuanto aprecio que la sigan leyendo. Espero que les guste el capítulo de hoy.

CUÍDENSE MUCHO, quédense en sus casas y sigan las medidas de precaución. 

LES QUIERO. Y les mando un abrazo virtual <3 

Kathery y el Único Chico de la Tierra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora