Capítulo 4: Podía sentir tu mirada.

5.4K 471 91
                                    

El despertador suena estrepitosamente a mi lado, sobre mi buró metálico y con ese ruido ensordecedor insoportable.

Abro los ojos pesadamente y me quedo mirando el techo como si fuera la cosa más interesante del mundo. Estiro mis extremidades y suelto un soñoliento bostezo. Mi mente divaga un momento y es entonces cuando recuerdo que a mi lado está el único chico que queda en toda la Tierra, durmiendo sobre un colchón junto a mi cama. Casual.

Me siento rápidamente y volteo hacia Ethan, quien parece seguir dormido. Sus ojos están cerrados y está bocarriba, con los brazos doblados debajo de su nuca, sin camisa. Oh, mi dulce Dios. Desde donde estoy puedo apreciar los ejercitados músculos de sus brazos y su abdomen marcado. Y déjenme decirles, que es mucho mejor verlo en persona que imaginarlo mediante libros o buscarlo en la Red. ¡Santa madre! No puedo creer que un chico sin camisa se encuentre frente a mí en este momento. Siento como el calor se instala en mi cara y mi corazón se acelera. No sé si esté bien verlo tan descaradamente como lo estoy haciendo justo ahora, pero bueno, está dormido, así que técnicamente no estoy invadiendo su espacio personal, ya que no se encuentra en una posición donde pueda juzgar si parezco una loca fan o una acosadora.

―Tienes que dejar de mirarme así ―dice de repente, sin abrir los ojos.

Si antes sentía que estaba ruborizada, pues ahora seguramente estoy como un tomate. ¿Qué no estaba dormido?

―No te estoy mirando ―afirmo, mientras volteo hacia cualquier otra parte de la habitación que no sea Ethan.

―Sí, lo estabas haciendo. ―Giro mi rostro hacia él de nuevo y puedo ver que ya tiene los ojos abiertos y enfocados en mí―. Podía sentir tu mirada. ―Bufo y niego con la cabeza.

―Pues estás imaginando cosas, ya quisieras que me fijara en ti. ―Un sonrisa burlona hace aparición en su rostro.

―Sí, tienes razón. No es como si yo fuera el primer hombre con el que te has topado en tu vida. ―Su sonrisa se ensancha, burlándose de mí otra vez.

― ¿Sabes? Cuando imaginaba lo que sería estar con un chico, nunca pensé que sentiría deseos de partirle la cara.

―Vaya, así que has soñado con este momento muchas veces, ¿no es así? ―Alza una ceja, mientras se sienta sobre el colchón y se cruza de brazos hacia mí, prestándome toda su atención para ver mis reacciones a sus burlas.

― ¿Acaso importa? En unas horas, probablemente, saldrás de mi vida para siempre y jamás te volveré a ver ―le respondo directamente. Pronto se irá, no me importa mucho lo que piense de mí, así que prefiero quitarle el filtro a mis palabras.

La sonrisa de Ethan se desvanece y se levanta del colchón hasta quedar frente a mí, todavía cruzado de brazos. Me mira fijamente y, de repente, en mi mente se comienzan a acumular los cientos de preguntas que tengo para él. Pero en el momento en el que voy a abrir la boca, mi madre toca mi puerta.

― ¿Kathery? ¿Hija, estás bien? ―pregunta, con voz soñolienta―. Ya se te hizo tarde, normalmente a esta hora ya estás desayunando. ―Noto un matiz de preocupación en su voz.

―Sí, mamá, estoy bien ―le respondo, aun manteniendo el contacto visual con Ethan―. Es que me quedé dormida.

―Está bien, linda, solo apresúrate porque ya son más de las ocho. ―Abro los ojos como platos. Falta media hora para entrar, o menos, y yo ni siquiera me he bañado.

Haciendo caso omiso a Ethan, me dirijo corriendo hacia el baño y me arreglo para ir a la escuela.

Diez minutos después, con la horrible falda gris y la corbatita que le hace juego, me encuentro en la cocina, desayunando una simple manzana con jugo de naranja. Ethan está a mi lado y mamá de vuelta en su habitación, durmiendo. Pobre, el hospital la mantiene agotada aun en su tiempo libre. El chico come manzana también. Hace rato le aclaré que no pensaba cocinar nada para él, y simplemente se encogió de hombros y tomó la fruta. No sé si haya sido por flojera o si en verdad no sabe cocinar. Dios, algo tan simple como eso trae una ola de preguntas a mi mente.

Kathery y el Único Chico de la Tierra.Where stories live. Discover now