O c h o

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La mañana había llegado con grises nubes, comenzando a llover de forma densa a eso de las diez. El cielo oscuro era trazado por relámpagos y sacudido por truenos. Un clima magnífico para quienes podían tomarse el día libre y quedarse casa con una taza de algo caliente, hundidos en la comodidad de su cama. Pero no era el caso de JungKook, el cual, llegando tarde, caminaba lo más veloz posible por la vereda. Estaba empapado, la ropa se le pegaba al cuerpo y el cabello al rostro. En una mano llevaba un café y en el hombro, su mochila. Al salir para el trabajo, ni se preocupó por llevarse paraguas porque no creyó que llovería ciertamente. Sí, claro.
    —Mierda —maldijo al meter el pie en un charco de agua helada. Arrugó la nariz al sacarlo, sacudió un poco la extremidad y siguió su camino—. Falta solo una cuadra.
     Vivía cerca del edifico donde trabajaba, así que, teniendo solo los fines de semanas para hacer ejercicio, escogía caminar ese corto tramo. Claramente que en esa ocasión fue una pésima elección.
    Al entrar, pidió disculpas con la mirada por mojar y ensuciar todo y se dirigió directamente al ascensor, presionando el número correspondiente al meterse en él. Se apoyó contra una esquina cuando las puertas se cerraron, soltando aire exageradamente. Notando su reflejo lamentable en los espejos en las paredes, soltó una risa nasal.
    —Buen día —saludó la secretaria cuando llegó al piso—. ¿Quiere que le busque unas toallas?
    JungKook asintió con la cabeza y le dio las gracias, la chico desapareció. Faltan notablemente gente en el lugar, de seguro por no poder llegar a causa de la lluvia. Vio a Jin conversando con Suho, el ilustrador de la editorial, a los lejos. Le hizo un gesto con la mano y siguió su camino a su oficina. Dejó sus abrigo mojado colgado en el perchero, pequeñas gotitas cayendo de él. Abandonó la mochila en el suelo al lado de su silla y, arremangando su camisa, se sentó mientras bebía el café.
    Detrás de él, la lluvia caía con más fuerza.

                                   💧

   La puerta se abrió abruptamente y una disculpa torpe se oyó después. TaeHyung, junto a un bulto enorme sosteniendo sobre sus brazos, interrumpió en la oficina de JungKook. Estaba empapado, el pantalón se le había mojado hasta un dedo más abajo de la rodilla y tiritaba visiblemente. Jeon se sorprendió por esto, creyó que no llegaría ya. Es decir, eran pasadas las siete de la tarde.
    —Perdón por no cumplir lo que dije y llegar fuera de horario —comenzó a explicar rápido—, es que por la lluvia el lugar donde vivo se inundó literalmente. Intenté venir, pero tengo que pasar un pequeño lago, el cual creció. Así que no fue posible. Tuve que esperar unas horas, sin embargo, llegué... Tarde, pero lo hice.
    Mientras hablaba se iba acercando, dejando un rastro de agua detrás suyo. Sus ojos brillaban, la nariz la tenía roja seguramente por el frío y sus dedos se movían nerviosos.
    JungKook sonrío suave y negó con la cabeza, haciendo la silla un poco para atrás para verlo mejor.
    —TaeHyung, no era necesario que te presentaras con el clima en tan malas condiciones. Iba a comprender tus razones y programarlo para luego. Incluso pudiste mandar lo que quisieras mostrarme por correo.
    También quiso decirle que probablemente se enfermaría por ser tan necio, pero prefirió callar eso. Cerró la computadora portátil frente de él y se paró para ir hacía la puerta, sacando la cabeza por ella para pedir toallas y algo caliente para tomar. Después de eso, se aproximó a el mayor para tomar lo que traía en las manos y depositarlo sobre una silla.
    —Sácate el abrigo que eso te provocará más frío, toma asiento en el sillón que ya te traen algo para que te seques y tomes calor.
    TaeHyung juraría que su corazón se detuvo para volver a latir aceleradamente. Sintió que la calidez envolvió su interior, aunque se fue deprisa junto una punzada en el medio del pecho. Recordó que no debía reaccionar así, JungKook simplemente estaba siendo amable como de costumbre. Así que, en silencio, hizo lo que le aconsejó.
     Se sentó en una esquina del sillón, sacándose la chaqueta puesta y dejándola sobre su regazo. El frío iba disminuyendo por la calefacción encendida, pero se seguía abrazando a sí mismo de todos modos. Poco a poco, también con ayuda del chocolate caliente, su temperatura volvió a ser la normal. Terminó su bebida mirando el suelo.
    —¿Por qué envolviste el libro en más ropa que a ti? —preguntó JungKook con un tono bromista. Tae sonrió un poco mientras se sacudía el cabello con una toalla.
    —Me pareció más importante —se encogió de hombros—. Las tinta está cara.
    Una vez en condiciones, decidió sentarse en las sillas frente del escritorio.  Lo cual se arrepintió en seguida. Estaba actuando normal, contestando a sus bromas con naturalidad, sonriendo y hasta riendo. Pero, aun así, podría saltar por la ventana ahora mismo. Los nervios le hacían picar la piel, mover la pierna repetitivamente y morder débilmente su labio inferior.
    Quería decir algo mientras sus ojos estaban sobre JungKook que leía por encima lo que él escribió. Sin embargo, mantuvo la boca cerrada y descendió la vista a sus manos entrelazadas, seguían un poco arrugadas por el contacto con el agua. Necesitaba pensar en otra cosa.
    —Por lo poco que leí, me gusta —dijo el castaño minutos después—. Obviamente lo leeré y la semana que viene te diré honestamente lo que pienso en su totalidad.
     La cabeza de TaeHyung subió y bajo sutilmente en una señal de aprobación. No esperó mucho más para ir por sus pertenencias y marcharse. Aunque la voz de JungKook lo detuvo antes de cruzar el umbral, provocando que sus vellos se erizaran.
    —Oye, ¿el viernes a eso de las diez de la noche estás libre? —sonó tranquilo, mas el miedo le hacia doler la panza—. Pienso... Pienso que es momento de hablar y aclarar las cosas de una vez.
    Se tomó su tiempo para responder, cuestionó hasta declinar la propuesta. Pero no podía hacer eso.
    —Sí, está bien —contestó—. Ya tienes mi número y correo, avísame dónde nos encontramos por ahí.
    —¿No prefieres que te pase a buscar?
     Tal vez no debió preguntar eso.
    —Oh, claro. Yo, yo después te pasó la dirección.
     Dijo deprisa y salió de inmediato. Dejando a JungKook con el ceño fruncido y palabras en la boca, TaeHyung no tenía su número. Suspiró y formó una mueca parecida a una sonrisa.
     Los lugares, situaciones y opciones pueden cambiar, mas los sentimientos cuestan demasiado de desaparecer. Y ambos lo sabían.
    

Amor de mis existencias•» KookTae/KookV Where stories live. Discover now