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- Ten cuidado con las fresas, se pueden aplastar -Regaño Jisoo a Lisa, quien se encontraba guardando aquella fruta en su mochila.

- Bla, bla, bla. Si, ya se. Déjame hacer mi parte, ¿quieres? -Resopló y siguió con lo suyo.

La pelinegra rodó los ojos para luego retomar su parte, el cual consistía en analizar si la fresa se encontraba lista para ser arrancada.

- Y... ¿Ya pensaste que harás luego del campamento? Solo falta tres días -Se manifestó Lisa.

- Me mudare a Seoul, ahí está la universidad en la que estudiare. Ya vi algunas vacantes... y creo que ya tengo todo listo -Explicó, para luego devolver su mirada hacia el arbusto de fresas-. Quiero estar cerca de Jennie.

- Nunca pensé escucharte decir esas palabras, Kim Jisoo -Bromeó Lisa.

- Yo tampoco pensé verte tan domana por una mujer -Hablo con diversión-. Hay cosas que realmente nos pueden llegar a sorprender.

La rubia sonrió sin dientes, ladeó su cabeza de arriba a abajo y siguió con su trabajo.

Los minutos pasaron con rapidez, la luz del sol se estuvo escondiendo entre las colinas verdes, hasta el punto en el que el cielo tomará un color naranja y amarillo. Las aves volvieron a sus nidos y alguno que otro animal silvestre volvía a su madriguera. Las plantas bailaban al ritmo de la suaves brisas, al igual que las cabelleras sueltas de ambas chicas, las cuales terminaron en acomodarse en un abultado moño y una cola de caballo.

- Creo que ya es suficiente. -Anunció Lisa. Se paró y luego se dejó caer en la pasto mientras se frotaba la frente-. No se para que quieres tantas fre... ¿Qué diablos?

- Ah, ¿aún seguías sacando fresas? Te dije hace quince minutos que lo dejarás de hacer -Comenzó a hablar con cierto tono burlón.

- Ja, ja, ja. No serás comediante, ¿no?

- Eres una...

- Diosa.

- ¿Te atreves a usar mis propios hechizos contra mi, potter?

- Idiota -Soltó Lisa junto con una carcajada-. Como sea. ¿Nos vamos o como? -Interrogó mientras se acomodaba la mochila.

- Ajá. Apenas puedo ver el camino de vuelta al campamento, no quiero perderme... no otra vez.

-

- ¿En serio no las viste? -Interrogó Rosé, quien ahora se encontraba enfrente de la cabaña de la castaña.

- Jisoo está molesta conmigo, no se mucho de ella que digamos. -Se encogió de hombros mientras jugaba con la perilla de la puerta.

- ¿Aún no solucionan nada?

Negó.

- Solo fue un beso en la mejilla, nada más. Jisoo es un poco exagerada.

- Entiendo... ¿Puedo pasar? -Preguntó. Jennie lo pensó unos segundos. La amistosa relación con Rosé no era tan buena, pero tampoco significaba que la odiara o algo similar. Fue abriendo la puerta y se puso aún lado para que entrara. Ya dentro, la australiana se sentó sobre un pequeño sofá.

- No te recomendaría que te sentaras ahí -Sugirió Jennie, junto con una mueca. Rosé abrió los ojos en grande, miró el lugar, luego a Jennie y se paró del brinco mientras se limpiaba la parte que toco el sofá.

- ¿Qué habías pensado? -Interrogó la castaña, pero esta vez con una sonrisa burlona.

- Nada, nada.

- Que mal pensada me resultaste, Rosé. Muchas en este campamento ponen sus manos al fuego por la creencia de tu inocencia. -Dijo en tono divertido, sin tratar de incomodarla.

CAMPAMENTO DE LESBIANAS | JENSOO & CHAELISA Where stories live. Discover now