LXII. Mañana

49 4 0
                                    


El auto se detuvo a mitad de camino, el conductor miró los parámetros en el flotador y soltó un suspiro al reconocer que se había agotado el combustible. Luego, miró a cada uno de sus compañeros quienes les miraban apaciguadamente.

—No tenemos combustible —informó Demyan un poco nervioso—, debemos conseguir más o seguir a pie pero nos llevará días llegar a Kiev.

Inmediatamente Taras rebuscó entre los compartimentos del auto hasta encontrar un mapa de la zona de alienación, lo extendió y comenzó a buscar su ubicación. El mapa mostraba todas las carreteras y poblados, grandes o pequeños, así como establecimientos alrededor de Pripyat.

—La estación de gas está a siete kilómetros al oeste —informó sin mirarle.

Demyan pensó si era correcto separarse e ir por combustible y en cualquier caso decidió no arriesgarse.

—Tendremos que seguir a pie —concluyó—, ir por gasolina nos retrasaría.

— ¡No llegaremos a pie! —Masculló Emily—, tuvimos suerte de escapar de aquellos radioactivos sólo gracias al auto.

—Tiene razón —confirmó Taras—, es mejor ir por el combustible. ¿Y si vamos a la base militar? —susurró para su compañero.

—No podemos llevarla ahí, él la matará —respondió Zockaws.

—Yo te acompaño —se ofreció Emily bajando del auto mientras Demyan fulminó con la mirada a Taras.

— ¿Estarás bien? —le preguntó como si de un niño se tratase.

Andrade afirmó con la cabeza y le regaló una plácida sonrisa.

—No te preocupes, yo lo vigilaré —interrumpió Andrea pero Demyan continuó con su inseguridad pues para él, Taras representaba una figura extraordinaria e intocable que debía permanecer protegida. Sin embargo, bajó del auto donde la chica Durkheim lo esperaba.

—Tenemos mucho de qué hablar —comentó Emily.

Nelly observó con detenimiento cada movimiento de sus compañeros, sus manos estaban atadas a los cinturones de seguridad de los asientos traseros y sus piernas se encontraban unidas por una cuerda desde sus tobillos. Tenía prohibido hablar y opinar sobre cualquier situación, estaba así debido a que los Jinetes y Andrea la consideraron un peligro por su fetiche de excitación hacia los mutantes.

*****

Pasadas unas horas de que Emily y Demyan partieran, Taras regresó de su caminata sentándose junto a Andrea a la orilla del pavimento.

—No merezco la protección ni la amistad de Demyan —comentó al aire con la mirada fija en la porción de cielo que no era cubierta por las hojas naranjas de los árboles.

— ¿Lo dices por lo que le hiciste a Priscile? —inquirió Andrea frunciendo el ceño.

—Sí —respondió con un nudo en la garganta—, los Jinetes no saben de mi problema psicopatológico ellos creen que lo hice por miedo.

—Eso supuse —confesó la doctora—, es fácil darse cuenta, al menos, para mí lo fue.

—Ellos piensan que soy el salvador o que soy especial —comentó angustiado—, hasta Jenna lo pensaba.

—Lo eres —aseguró Cartman con una sonrisa—. Pero todos cometemos errores, es la naturaleza humana.

—Maté a una persona —resopló Taras cuestionándose si Andrea entendía lo que trataba de decirle pero ella lo entendía a la perfección—. ¿Entiendes?

Radioactivos IV: Infierno Radioactivo.Where stories live. Discover now