LXIII. Centellas de tensión

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— ¡¿INMUNE?! —exclamó Brad al unísono segundos después de habérsele confesado sobre estado de salud.

—Así es Brad, no puedes convertirte en radioactivo, sin embargo el parásito vive dentro de ti —explicó Bialas—. Existen humanos y animales normales, existen humanos y animales mutados: los radioactivos; existen personas normales que cuentan con el parásito dentro de ellas: son los portadores; pero existen también animales y humanos superdotados, como el Primero, esos son los más difíciles de vencer ya que son radioactivos que mutaron otra vez, es decir, mutaron dos veces y ellos son: los mutantes radioactivos.

—Sobreviviste a uno de ellos, el Primero —decretó François—. No puedes ser portador porque nunca recibiste la sustancia RO. Por eso decimos que eres inmune.

Brad estaba sumamente pasmado como confundido, no le cabía en la cabeza que él sería lo que tanto pidió que no sucediera, él sería el héroe. El joven se perdió unos segundos, durante los cuales sus marrones ojos brillaron y el resto se mantuvo en suspenso.

—Eres el único que puede acabar con el Primero —confesó Bialas en un tono abrumador.

—No creo ser la persona indicada —comentó nervioso el chico.

—Brad —llamó Clarck caminando hacia él—, eres el único. La última esperanza que le queda a Pripyat y a nosotros.

—No te agobies —indicó Lucas—. Todos te ayudaremos, todos iremos contigo a Pripyat como hermanos.

Brad miró a su amigo desconociendo el rostro que se encontraba tras aquella máscara blanca. Y recordó lo que le sucedió en la central nuclear.

*****

Habían caminado más de once kilómetros en toda la noche y el amanecer, estaban tomando un descanso mientras ingerían los pocos alimentos que les restaban. Andrea estaba recostada entre la maleza alta siendo vigilada por Emily y Nelly, la doctora perdió su brazo y se desmayó casi toda la noche, apenas recuperaba el aliento y recobraba sentido.

—Hoy es mi último día de vida —mencionó a las chicas.

—No será así —resopló Emily—, llegarás lejos. Te protegeré como debí hacerlo con Priscile.

Nelly las miró de reojo y continuó jugando las flores. Entre los árboles descansaban los Jinetes intentando encontrar la mejor solución ajustada para el beneficio y seguridad de todos.

— ¡No podemos llevarla ahí, si Mendelevio la encuentra podría morir! —negó Demyan.

—Es la única manera, Andrea necesita estar en reposo y en un hospital —explicó Taras—. Lo único parecido y cercano es la base militar.

—Tú eres médico, puedes salvarla.

— ¡No tengo lo necesario! —Soltó el hombre—. No resistirá hasta Kiev.

—De cualquier forma la perderás Taras, si no muere camino a Kiev muere en manos de Mendelevio. Esto es así —finiquitó Demyan en tono bajo.

—La defenderé de Mendelevio, quiero hacerlo y puedo hacerlo —masculló y se dirigió a las chicas.

Ayudó a la doctora a continuar siguiendo un camino entre la maleza. Estaban a sólo siete kilómetros de la base militar, a siete kilómetros del lugar donde se llevaría a cabo una masacre.

*****

Anna se encontraba tendida en el suelo mirando las nubes grises invadir el cielo azulado y radioactivo. No movía ningún músculo, ni siquiera un nervio, estaba en un estado de parálisis traumática.

Radioactivos IV: Infierno Radioactivo.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن