45.

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El cielo azul era zurcado por jirones de nubes teñidas de rojo y morado, el sol se ponía lentamente en el horizonte dando un hermoso espectáculo. No había brisa, el ambiente gozaba de una calidez extraña poco común en aquella estación. Los rayos de luz pasaban a través de las naranjas hojas que colgaban débilmente de las ramas y proyectaban sombras sobre la tierra. 

Aquel espectacular día no se veía correspondido por el apesadumbrado ambiente instalado entre todos los presentes. Un murmullo muy bajo se escuchaba, sollozos mezclados con palabras pesarosas que pretendían alivianar la sofocante atmósfera de tristeza. 

En contra del colorido cielo cada vez más oscuro, donde pequeños puntos plateados comenzaban a distinguirse entre los colores del atardecer, las vestimentas de los presentes eran negras como la noche, algunas totalmente desaliñadas por la falta de interés en el aspecto que sus portadores habían manifestado. Todos estaban de pie, dispersos por aquella colina de verde pasto que presentaba una vista maravillosa del paisaje, pero que aquel día se veía teñida por el pesar de esas personas. 

Un cerrado cajón de un inmaculado color negro con detalles dorados descansaba sobre un soporte de metal. Sobre el, un emblema de franjas celeste y blanco con un sol bien bordado en el centro descansaba como una manta, acompañado de un bello ramo de rojas rosas atadas con un listón de brillos dorados. A ambos lados habían arreglos florales de todo tipo, donde el color rojo predominaba por encima de simples blancos, amarillos y morados, en honor a las preferencias que el difunto había expresado a lo largo de toda su vida. Una enorme cantidad de personas distribuidas en pequeños grupos -o simplemente solas- rodeaban el cajón fúnebre, su rostros solo expresaban tristeza, incredulidad, y culpa. Más abajo, cerca del pie de la colina, se encontraban muchísimas más.

El destino da giros que nunca esperamos, nos arrastra y golpea como una gran y amenazante ola. Es caprichoso e impredecible, pero por encima de cualquier cosa, cruel, pues puede destruir sueños y esperanzas tan fácilmente como el cumplirlos… puede aplastar una vida en segundos tan fácilmente como el crearla.

_ Perdoname.._ susurró una voz ronca, su garganta cerrada por el nudo de angustia y culpa que allí se había formado. Sus ojos no se despegaban de aquel cajón_  Por favor, perdoname… _ sintió los brazos de cierto tricolor abrazarlo con más fuerza, ahogando su sollozo contra sus ropas empapadas en lágrimas. 

Una ligera brisa, casi como una caricia, revolvió su cabello por unos segundos antes de desaparecer. El paño albiceleste que descansaba sobre el ataúd se movió con suavidad por la ligera corriente de aire, dejando ver unos segundos una parte de la placa dorada donde se podía leer, en delicada letra, "en honor a...". 

_Lo siento mucho, hijo..._ volvió a susurrar esa voz, lágrimas cayeron por sus ojos.





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_¡Son mas que antes!_ cierta provincia gritó, su voz casi opacada por el sonido de disparos. Volvió a ocultarse trás el auto que le brindaba cierta seguridad contra la lluvia de balas que era descargada en su dirección. 

_¡Los aviones no van a tardar!_ una segunda voz gritaba junto a él mientras que su portador luchaba por recargar sus arma sin perder la calma. Su uniforme militar estaba manchado con barro, además de unas cuantas salpicaduras de color rojo oscuro, ya secas.  

_¡Necesitamos los refuerzos!_ 

_¡Están por llegar, aguanta!_ el mayor de ambos se puso de cuclillas dándole la espalda a su provincia, listo para asomarse en cuanto los disparos dejaran de resonar. Sus enemigos parecían no reparar en el hecho de que estaban gastando munición de más cuando no había posibilidad de que les dieran. 

°Fuerte° (C.H. Argentina)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें