Recuerdo Familiar 3/3

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Sintió como todo su cuerpo quedaba paralizado, como todos sus recuerdos volvían a él como una fuerte avalancha, barriendo todo a su paso. Era como si estuvieran taladrando su corazón, como si el aire no quisiera llegar a sus pulmones.

_¿Q-qué?..._ preguntó, su voz temblaba, al igual que todo su cuerpo. 

¿Qué hacían allí? ¿Cómo siquiera se atrevía Reino Unido a traerlas allí, sabiendo que Argentina iba a estar también en la reunión? ¿Y como es que ONU lo había permitido? ¿Acaso era a propósito? Todas esas preguntas asaltaron su mente mientras mantenía la vista sobre las dos niñas, quienes parecían confundidas y nerviosas. 

Debía se haber un error, tal vez aquello era un simple y desafortunado error. O ¿Tal vez un sueño? No, no podía ser. Sintió una dolorosa presión en el pecho, y unas terribles ganas de llorar. 

Las dos niñas estaban extrañadas por aquella reacción, más no dudaron en preguntar;

_¿Usted sabe dónde está nuestro padre?_ dijo la más bajita, jugueteando con su listón azul, rojo y blanco.

_Nos alejamos a tomar un poco de agua, y no sabemos dónde está_ murmuró su hermana, un poco nerviosa bajo aquella intensa mirada. 

Argentina sintió que su corazón se hacía pedazos al entender de quién hablaban. Peleó contra las lágrimas y el impulso de abrazar a sus pequeñas niñas con fuerza, de decirles que él estaba allí, que todo estaba bien. Quería contarles todo, aunque sea hablarles, pero no. 

Lo tenía prohibido. Reino Unido se había asegurado de ello. De prohíbirle el entablar cualquier contacto con las pequeñas sin su consentimiento previo, y sorprendentemente ONU lo aprobó. "Ya no son tus hijas" había dicho el hombre del sombrero. 

Las palabras no salían de su boca. Algo en el gritaba que las tomara y las llevará de vuelta a su hogar, que luchara por sus pequeñas, que se plantara frente a esos bastardos y se quedara con las niñas. Pero otra parte de él le repetía las palabras dichas por una de las infantes; "¿Usted sabe dónde está nuestro padre?"...

_¿Quién… quién es su padre?_ preguntó, sintiendo como si le estrujaran el corazón. Para su sorpresa, su voz salió fría y ronca. 

_Reino Unido_ respondieron al unisono, sin dudarlo. 

Claro. Ellas no lo recordaban. 

No iba a culparlas. Eran muy pequeñas cuando aquello sucedió, y ya habían pasado 37 años de esa maldita guerra, tiempo suficiente como para que todo recuerdo que mantuvieran de el se viera borrado o reemplazado por aquel pirata inglés. 

Apretó los dientes con odio y resignación. No podía hacer nada que le beneficiara en esa situación. No podía decirles quién era para ella, ni podía decirles que había pasado. 

No le quedaba de otra. Seguramente sería del primero de quién sospecharían si las niñas no volvían rápidamente con el pirata inglés, y no lo dejarían en paz. Todo, por el hecho de que eran sus hijas, y tenían miedo de lo que él sería capaz de hacer. 

Lo invadió la angustia y el dolor, a oleadas, más trago saliva en seco, forzando una sonrisa leve. 

_Intentare ayudarlas a encontrarlo_ dijo con pesar, poniéndose de puntitas y levantándo el cuello para intentar divisar a aquel hijo de puta. 

La sala era bastante grande, pero al ser en forma ascendente no se me complicó divisar a un hombre de sombrero de copa negro, a juego con su traje. Estaba hablando con ONU y alguien más, pero poco le importó saber quién era. Estaban en el otro extremo de la estancia. 

°Fuerte° (C.H. Argentina)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant