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24/11/1849

Buenos Aires


La tensión podía palparse en el aire. Era como una burbuja que podría explotar en cualquier momento. Sin embargo, ella estaba feliz. 

Llevaba puesto su mejor uniforme. Aquél de azul oscuro, con detalles dorados, que tanto la destacaba, su cabello recogido con un hermoso broche con forma de rosa, tan roja como la sangre. Esbozó una pequeña sonrisa ladina. 

5 años.

5 años y 29 días.

Durante ese periodo esos malditos habían sometido a un intenso bloqueo a sus rios y puertos para desnivelar su conflicto armado que mantenía contra la Banda Oriental, obviamente a favor de esta última. Con hipocresía decían que lo consideraban "protectorado propio". ¡Ja!¡Qué mierda más grande! Y también pretendían intentar independizar algunas de sus más cercanas provincias.

 Simplemente, un montón de ilusos prepotentes. 

Sonrió con orgullo, pues ella habían logrado hacerles frente. No les había quedado más opción que rehusarse a seguir con tan absurdo conflicto.

Las dos potencias económicas, políticas y bélicas más grandes del mundo ahora debían rendirse. No había logrado doblegarla, aún habiendo unido sus fuerzas. No eran lo suficientemente fuertes.

Gran Bretaña y Francia.

Malditos insensatos.

Creyeron que con el solo hecho de pavonearse con sus imponentes naves, sus bien entrenados marineros y soldados, y sus modernos armamentos sería suficiente para doblegar a la Gran Confederación Argentina. ¡Pero No! Aún teniendo a sus tropas más experimentadas sitiando Montevideo, decidieron hacerles frente, armadas con un sentimiento purísimo patriotismo. 

Y ahora ahí estaban. Firmando un tratado que respondía ante ella. Declaraban el fin del bloqueo. La dejarían seguir con sus asuntos. 

Ese día, con Francia

_Mi señora_ llamó el Ministro de Relaciones Exteriores de Buenos Aires, Felipe Arana_Debe firmar_

_Por supuesto_ respondió y se acercó con la frente en alto a la mesa de madera oscura, sobre la cual habian dos plumas y unos papeles. Tomo una de ellas, blancas y suaves, de punta fina, y comenzó a realizar el delgado trazo sobre el papel, allí donde el Ministro le indicaba, junto a su propia firma.

_Señor Francia_ hablo el Comandante en Jefe de las Fuerzas Navales de Francia, Ángel René Armand de Mackau, volviéndose hacia su país_

_Si_Respondio en un murmullo la potencia, acercándose desde el otro lado de la mesa. 

Frustración. Eso era lo que sentía Francia en ese momento. Un sentimiento que se apoderaba de su mente 

Allí estaba el, firmando un acuerdo que beneficiaba a Confederación Argentina y acabaría con el bloqueo al que había sometido sus puertos. Nadie le había mentido cuando le dijeron que no iba a ser fácil su rendición, no le habían mentido cuando le advirtieron de la inquebrantable determinación y fuerza de aquella joven.

Sabía que Gran Bretaña también firmaría un acuerdo con aquella mujer, y no pudo entenderlo. Ni siquiera podía entender que hacia allí. Esos años habían pasado tan rápido. 

En serio creyó que aquel pueblo cedería ante sus exigencias e intereses. Pensó que no serían tan insensatos como para hacerles frente. 

Tomo la pluma entre sus dedos y comenzó a realizar los delgados y pulcros trazos de tinta negra. 









°Fuerte° (C.H. Argentina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora