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A John no le apetece levantarse de su cama esa noche, pero sabe que hablar con Paul conseguirá animarlo más que cualquier otra cosa, así que en menos de veinte minutos ya está esperando a que el chico abra la ventana.

Entra a la habitación, y en seguida Paul nota que algo no va bien.

A John le da algo de vergüenza contarle a Paul que han perdido el partido porque él falló un tiro importante, pero lo hace de todas formas porque sabe que el pelinegro jamás se reiría de él. Así que el más pequeño pone una mano sobre su hombro y lo acaricia, sin atreverse a pasar de ahí por si a John le parece desagradable, pero John hubiese preferido que le hubiese dado un abrazo.

Al final terminan hablando sobre lo feo que es el color naranja, y como ambos tienen sueño se van recostado poco a poco en el colchón. Están muy pegados, y tienen una sensación más bonita de lo que les gustaría.

Y esta vez tampoco admiten nada, porque esos sentimientos tan extraños ya no son una novedad para ninguno.

Esa noche John pasa un brazo por encima de los hombros de Paul y acaricia su piel levemente, pero se marcha antes de que Paul se quede dormido sin dar ninguna explicación.

En tu ventana >>McLennon<<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora