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Cuando John llega ese día a la casa de Paul, se sorprende al ver que las luces de su habitación están apagadas, pero eso no impide que trepe por la tubería.

Le parece ver un bulto removerse debajo de las toneladas de mantas que había en la cama, así que golpea el cristal tres veces y observa como Paul sale de allí mucho más abrigado que de costumbre para abrir.

John en seguida nota que su amigo había pillado el resfriado por el que tanto le había insistido que se abrigara, pero no dice nada de eso porque sabe que no es el momento. Deja que Paul vuelva a acostarse y estira un poco las sábanas en un intento bastante triste de arropar mejor a su amigo. Mientras, Paul tiene un dolor de cabeza horroso, pero aún así se mantiene despierto para escuchar lo que le había pasado a John con un balón de baloncesto cuando entrenaba por la tarde.

Va cerrando los ojos, porque a pesar de querer continuar viendo a John relatar su historia, siente un dolor de cabeza que le impide mantenerlos abiertos. Pero el castaño interpreta que su amigo ya ha caído en un sueño profundo y no puede evitar pensar en lo adorables que resultan sus mejillas regordetas, ahora que puede mirar sus facciones tranquilamente.

Esa noche John le da un beso en la frente a Paul, y él finge estar dormido.

En tu ventana >>McLennon<<Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz