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Esta vez John tiene que golpear varias veces la ventana para que Paul se diera cuenta de que estaba allí.

Cuando entra nota que su amigo está un poco decaído, y repasando todas sus conversaciones mentalmente llega a la conclusión de que no puede ser por su culpa.

Así que se sienta a su lado y pone una mano en su rodilla, y aquello consigue poner un poco nerviosos a ambos. Realmente Paul no quiere hablar de la discusión que ha tenido con su madre por haber roto casi todas sus piezas de té, pero al final lo cuenta todo mientras el castaño escucha en silencio. Y lo único que se le pasa por la cabeza a John para hacer a Paul reír es iniciar una guerra de cosquillas que no termina hasta que los dos tienen una mano en el abdomen y ni siquiera pueden respirar.

John se aparta un poco de encima de Paul, y cuando las risas paran él se siente mejor, pero no puede evitar estar un poco desanimado aún.

Esa noche John se queda un rato más que de costumbre acariciando el pelo de Paul.

En tu ventana >>McLennon<<Where stories live. Discover now