CAPÍTULO 29: Festejo real

183 40 4
                                    

Al regresar a su rutina habitual en palacio, Brida no volvió a quedarse a solas con Ervin

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al regresar a su rutina habitual en palacio, Brida no volvió a quedarse a solas con Ervin. Se buscaban el uno al otro por los pasillos y se dedicaban un saludo que a vista de cualquiera hubiera parecido simple y escueto, pero que para ellos tenía mucho más significado.

Sin embargo, entre las obligaciones de ambos y la escasa intimidad de palacio, les era imposible hallar un momento para, simplemente, estar a solas y conversar.

Durante el día debían cumplir con las tareas encomendadas y desde el incidente de Brida el palacio estaba altamente custodiado por las noches. La doncella no podía acceder al ala en la que se encontraba la alcoba de Ervin y aunque él había intentado en una ocasión visitar a la muchacha en sus aposentos, se había visto obligado a abortar la misión al saber que Clotilde se había trasladado a aquella misma habitación.

Y aunque a Brida le agradaba tener a su amiga de compañera, pues aquello le ayudaba a sentirse más segura al saber que el monarca no se atrevería a entrar al no estar ella a sola, era también esa la principal causa de que ella y el príncipe heredero no pudieran verse.

Cerca de medio año había transcurrido ya desde que Brida se convirtiera en doncella de la reina y aunque se iba ganando poco a poco la confianza de Jimena, eran pocos los avances que la muchacha había hecho en su objetivo por recuperar el trono que le pertenecía.

Juler iba permanentemente rodeado por su escolta privada, por lo que era imposible matarle sin perecer ella también en el intento. Y aunque a raíz de sus múltiples conversaciones con la reina sus sospechas de que esta podía convertirse en una poderosa aliada habían ido creciendo, seguía sin tener la certeza suficiente como para atreverse a hablar con ella de ese tema.

Brida tenía muy claro que sería acusada de traición ante cualquier paso en falso que diera, así como también sabía que el único pago para dichos cargos era la muerte. Y ella no estaba dispuesta a pagar ese precio.

La doncella se sentía estancada y desesperanzada. No veía clara qué estrategia debía seguir. Entre la inexplicable necesidad que sentía de estar con Ervin y que Juler era inaccesible, Brida comenzaba a dudar que pudiera llegar a ser capaz de recuperar aquello que le había sido arrebatado a su familia.

Por eso le sentó tan bien la noticia de que se iba a celebrar un gran torneo en palacio. Los más importantes miembros de la sociedad del reino habían sido invitados, por lo que aquella era la ocasión perfecta para hacer contactos y tantear el terreno, detectando aquellos que ante una batalla se mantendrían fieles a la actual corona y aquellos que todavía recordaban los buenos tiempos del reinado de Jorge y que por lo tanto estarían dispuestos a luchar a favor de su heredera.

Y aunque su padre –y en consecuencia Dolma- habían sido invitados, rehusaron la invitación por petición de Brida. A la muchacha tampoco le fue necesario insistir demasiado pues a su madre cualquier pretexto le era válido para mantenerse alejada de palacio.

Crónicas de un reino: amor, guerra y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora