7. Terminando la noche

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Salí del salón, unos minutos después de terminar de hablar con los nobles de Vanaheim y de despedirme de Odín, Thor, Frigga y mi querido padre. Recorrí los largos y vacíos pasillos del palacio.

Estaba nerviosa y llegaba tarde.

- Pensé que ya no vendrías - me sonrió, entré en sus aposentos y observé cada detalle : la cama estaba perfectamente hecha, las cortinas cerradas y la estancia iluminada por la tenue luz de unas velas.

- No podía faltar a una cita tan importante - le sonreí. Se acercó a mí y me besó, sus manos se aferraron a mi cintura. Sentí como me elevaba, enredé mis piernas alrededor de sus caderas. Comnigo en sus brazos, se dirigió a la cama. Y me colocó suavemente sobre ella y él sobre mí. Me miró a los ojos y colocó algunos mechones de mi pelo tras mi oreja.

- No sabes el odio que sentí cuando Thor te besó, ¿ por que dejaste que lo hiciera ? - me acaricia la mejilla con el dorso de su mano.-

- Hablé con Thor, teníamos un acuerdo, tenemos que fingir estar de acuerdo con el matrimonio, gracias a ello hemos conseguido retrasar la boda, solo era eso, por un acuerdo - le acaricio la mejilla y beso sus labios. - Tienes que creerme, yo solo te quiero a ti, Loki. Siempre has sido tú.

-También siempre has sido tú, Edel - me besa.

- Hoy es nuestra noche, Loki, solo nuestra - Nos besamos de nuevo.

Comenzó a subirme el vestido mientras acariciaba mis piernas.

- Ya te dije que quería tener el placer de quitarte este vestido - dice en un susurro. Estoy practicamente desnuda ante él.

Cambiamos las posiciones, ahora yo estaba sobre él, le besé el cuello mientras él me acariciaba las piernas, le quité la parte de arriba de su traje y seguí besando hasta llegar a su pecho, lamí uno de sus pezones y gimió.

Seguí bajando por su abdomen hasta llegar a sus pantalones, se los quité y volvió a acostarme en la cama. Nos desprendimos de la poca ropa que nos quedaba.

Lo próximo que sentí fue una presión en aquella parte íntima de mi cuerpo que estuvo dormida durante años y ahora, por primera vez, parecía tener vida propia. Jadeé bajo su cuerpo. Mis manos apretaron su espalda, mis uñas se clavaron en ella. Gemí, por muy inexperta que fuera, sabía que aquello no era placer, sino dolor.

- Tranquila, Edel - besó la punta de mi nariz - pronto desaparecerá - le miraba con los ojos vidriosos por las lágrimas. Aquel dolor estaba siendo demasiado.

Suspiré al sentir que toda aquella presión había desaparecido , ya no dolía. Entonces, terminó de meter su virilidad en mí. Gemí ante aquel movimiento. El dolor se había esfumado y a cambio, tenía el placer que él me estaba proporcionando.

Sacó toda su longitud con lentitud y volvió a meterla, aquello continuó una y otra vez, salía lentamente y la introducía con fuerza.

Tres orgasmos más tarde, nos habíamos quedado dormidos y agotados. Había sido una noche agotadora y la mejor de mi vida.

ⅈℂℰ ᗅℕⅅ ℱⅈℛℰDonde viven las historias. Descúbrelo ahora