Capítulo 20: ¿Qué vamos hacer cuando se acabe?

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***
Eres mi hermano, comprende.





















Me puse a pensar: anhelos, deseos, pensamientos, acusaciones y reproches asaltan mi cerebro como un ejército de fantasmas. Yo no me hago muchas ilusiones. Conozco perfectamente mis defectos más que cualquiera; he ahí la diferencia: yo sé que tengo la firme voluntad de enmendarme, y de llegar a ello, pues ya manifiesto un progreso sensible.

Sé que no tengo un buen carácter, y te aseguro que nadie me regaña y me critica tanto como yo misma. Entoces, si mamá me sigue dando sus buenos consejos, las críticas se acumulan y se tornan a tal punto insoportables, que, desesperada de no poder nunca salir de eso, me vuelvo insolente y a contradecirla. Y finalmente recurro al mismo estribillo "nadie me entiende".

Esta idea está clavada en mí y, por discutible que pueda parecer, hay en todo ello una brinza de verdad. Todas las acusaciones contra mí misma cobran a menudo tales proporciones, que siento la necesidad de una voz reconfortante que sane esas heridas y que se interese un poco por lo que pasa en mí. Por mucho que busque, todavía no he encotrado esa voz.

Zehra estaba preparando la mermelada de granada, agarraba una liga y se los puso acada uno de ellos y los puso en una caja. Era la media noche en la cocina, era la única luz prendida del sótano de bajo del lujoso edificio.

Terminó de poner la última liga a la mermelada y puso su mano en su cintura para poder descanzar un poco, daba movimientos en su cuello del estrés y cansancio que se demoró una hora. Se quitó la manta que tenía en su cuello y lo puso en la caja.

Pasó la mañana después de tomar mis cosas y salir acompañada de mi mamá y mi hermano. James ya se había ido desde la noche en que yo me quedé dormida totalmente. Lo voy a extrañar mucho, ya nada será como antes.

―Mamá por favor, déjame llevarlas ―exigía Jordan mientras aceleró un poco más sus pasos.

―No es necesario, voy a tomar el camión aquí y me llevará a ese lugar, no es necesario.

―Lo hubieras hecho en tu día libre, ahora también vas a limpiar.

Hizo un largo suspiro Zehra y se paró dejando las bolsas a un lado.

―No te preocupes hijo, puedo con todo. Soy fuerte como un roble, lo sabes.

―Madre, haces demasiado. No ganarás mucho con esos frascos.

―¿Y qué debería hacer? ¿Debería sentar y seguir reclamando? Anda vete, arregla tus propios asuntos, anda.

―Que tengas un buen día madre ―dije yo mientras gritaba un poco para que me escuchara.

Mi hermano y yo salimos juntos a tomar el autobús, pasamos por el parque y salimos por la banqueta de la calle que estaba toda la cuidad.

―Sin joyas ni tierra, ahora tampoco tendremos mermelada, ¿qué vamos hacer cuando se acabe? ¿Qué venderemos?

―Por favor Jordan, ya vasta de lamentarte, mejor encuetra trabajo si-no.

―Sí claro es tan fácil, eso es lo que tú crees.

―Jordan ―le dije un poco cansada de esto, no quería referirme a eso, nos paramos un momento para tomar un poco de aire fresco.

―No tengo empleo y te burlas. Piensas que "el perdedor no puede hacer nada, y si lo hace no me importa". ―Me miró fijamente a los ojos, empezó a caminar más que yo y lo puede detener un poco de su brazo.

―Vamos Jordan, ¿eres un tonto o qué? ¿No crees qué me molesta? Eres mi hermano, comprende.

―Ahí viene el camión, que no se te haga tarde ―dijo él mientras miraba el autobús.

Le di unas palmadas a su pecho leves y y él asintió.

Observó cada vestido, unos estaban apenas recién hechos y ya estaban colocados en los maniquíes que estaban enfrente de ella observandolos. Algunos, le faltaba un poco de creación que ella misma lo estaba viendo con detalle. Miró a la asistente, que ella estaba sentada en la máquina de coser, estaba checando las medidas del vestido que estaba ya por terminarse. A un lado tenía una hoja ya lista la creación que necesitaba en el vestido. Se acercó y miró la hoja que era un vestido ya hecho. Miró con detalle y delicadeza el material que apenas estaba empezando.

―Oye, trata de ser valiente ―Se acercó a ella mirándola. Ella levantó su mirada teniendo la mente perdida.

―No entiendo. ―Dejó de acomodar la tela y la miró confundida.

―Necesitas más escote, sé valiente ―insistió de la manera más calmada.

Ella la miró y siguió con el dibujo que tenía a un lado de ella. Atrasó bien el lápiz con el papel la silueta que se marcaba en el vestido que estaba haciendo en la máquina. Remarcó algunas cosas al vestido. Lara la siguió mirando.

―Estás en la línea del valor y la vulgaridad.

―Estos diseños son para las modelos, debe se elegantes y valientes ―la chica insistió un poco lo que estaba haciendo.

―Tengo diez y siete años y sé perfectamente que es el escote en el pecho y en la espalda, significa vulgaridad.

Ella la miró como una inocente que no sabía nada. Lara la miró arrugando la frente, se desquitó y se fue de la zona en dónde ella estaba. La chica la estuvo observando hasta que se fuera y siguió con lo suyo.

La mamá de Lara estaba arreglando algunos vestidos que ya estaban acomodados con sus ganchos. Su voz de Lara hizo que se se volteara.

―Lo siento mamá, pero la marca está totalmente implicada.

―Ay hija, ¿cuál crees qué sea el problema? ―La miró contemplando una sonrisa en ella.

―Tus diseñadoras no saben nada del escote.

―Shh, te van a oír Lara.

―Me graduaré lo más pronto posible y te ayudaré a salir de todo esto ―lo dijo muy segura y tranquila. Su madre estaba feliz a escuchar sus palabras.

Esta chica es muy segura, es inteligente y hábil para hacer cualquier tipo de cosas. Es amiga de Raquel, y claro, ayuda a las personas para que todo salga bien.

―Ya cuento con todo, cariño.

Lara gimió dando una sonrisa.

―Me tengo que ir, nos vemos.

―Oh, ¿qué haces...? ―dijo preocupada―. Hande ya está por llegar.

―Mmm... no quiero verla ―se decidió rápido pero estaba dudando un poco, colgó su bolsa en su hombro mirándola.

―Está bien, nos vemos.

Lara salió de la tienda, estaba un poco apresurada de lo que tenía que hacer más adelante.









¿Mike, es amor? © | Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora