Prefacio: ¿A Dónde se fue tu Romeo?

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No estaba permitido que secuestraran humanos para el consumo vampírico, para el pesar de muchos.

Y aunque eran leyes nuevas, yo mismo me encargaba de hacerlas cumplir. Sin embargo, existía una excepción.

Los hombres lobos tenían sus mates, los brujos sus conexiones, incluso las sirenas tenían su otra mitad. Nosotros no éramos diferentes, no del todo. Para cada vampiro existente, había una sangre especial. La chica o chico que solo con una gota de su sangre podría mantenernos activos y fuertes durante semanas.

Un alma gemela.

Un compañero de aventuras.

Y una deliciosa comida.

En la mayoría de los casos, esas personas se volvían las parejas de sus vampiros. Sin embargo, no en mi familia. El linaje debía permanecer puro, por lo que incluso si lograba encontrar mi donante, como solíamos llamarles, solo podría mantenerla como una amante.

Así dictaban las leyes.

Y aunque yo era el monarca y la máxima autoridad, debía mantenerme fiel a ellas, respetarlas. Las consecuencias de no hacerlo podrían ser catastróficas. Un rey que no respete sus propias reglas solo indicaba que todos los demás podrían hacer lo mismo.

Era mi deber pensar en la descendencia. Debía asegurar que el apellido Black se mantenía en el trono. Elegir a una reina y sentarla en el trono en una ceremonia apropiada para darle los poderes que necesite para reinar a mi lado.

¿Acaso quería yo ser un vampiro monarca?

Por supuesto que no.

¿Tenía otra opción?

Por supuesto que no.

Igual no debía preocuparme por conseguir a mi donante, pues las estadísticas de encontrarlas eran tan pequeñas, que incluso algunos vampiros creían que era un mito, yo incluido.

No existían registros que respaldaran que era una realidad. Ni un solo caso registrado en toda nuestra historia. Y era comprensible, pues incluso si creías en ello, tendrías que buscar una aguja en un pajar.

La única manera de encontrar esa sangre especial, era bebiendo de ella. Un vampiro podría encontrarse con esa persona muchas veces y dejarla pasar por cualquier razón.

Y era imposible probar la sangre de todos los humanos del mundo.

Así que muchos ni se molestaban en buscarla. ¿Para qué perder el tiempo? Era solo un mito urbano, algo que los demás contaban para intentar avivar las esperanzas en los vampiros más jóvenes.

¿Por qué quién no querría encontrar a su alma gemela? ¿Quién no querría tener un compañero de vida? ¿Quién no querría pasar el resto de su larga vida con alguien que lo entendiera y amara incondicionalmente?

Sin embargo, no esperaba encontrarme con ella en una situación un tanto... Peculiar.

Oh, Juliette. ¿A dónde se fue tu Romeo?





¡Hola, hola! ¿Qué tal se encuentran, queridas criaturitas? 

Este es solo un pequeño bocado de esta historia. Debo admitir que no suelen gustarme demasiado las historias de vampiros, pero vaya que fue grande mi sorpresa cuando descubrí que amaba escribirlas.

¿Qué les parece? ¿Les llama la atención? 

No olviden agregarla en sus bibliotecas y seguirme tanto en wattpad como en facebook para más información. Incluso puede que descubran mis estados mientras edito y hago tonterías.

Si llegaste hasta aquí, solo quiero decirte que te amo. 


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Donovan Black (En edición)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora