39. Marco's family.

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Marco

Sophie se había quedado dormida a mitad de la peli, estaba agotada después del todo el día. Emma la llevaba en brazos mientras caminábamos a su coche. 

-Gracias por venir con nosotras - me dijo sacando sus llaves del bolso con una mano, la ayudé y abrí la puerta trasera de su coche. 

-No digas tonterías, el placer ha sido mío, echaba de menos a esta princesita - Emma me sonrió y mi mundo enteró se iluminó, nunca me cansaría de decir que era preciosa. Colocó a Sophie sobre su silla, la puso el cinturón y cerró la puerta con cuidado. 

-¿Preparado para el partido de mañana? - me cogió de la mano y se apoyó sobre el capó de su coche. 

-Más que nunca, no sé si podré dormir esta noche - bromeé. - Por cierto, mañana vienen mi padre y mi hermano a ver el partido, me gustaría que los conocieras después del partido. 

Se puso un poco rígida, pero luego asintió con la cabeza. 

-Estaría encantada de conocerlos Marco - cogió mi otra mano y me acercó a ella - Creo que después de que todo se haya calmado, debemos de empezar a abrir nuestra relación al mundo. 

-¿Segura? - sabía a lo que se refería. 

-Puedes venir el domingo a comer a casa, mañana le diré a mi padre quien es el misterioso chico con el que me veo - puso mis manos sobre su cintura. - Quiero que el mundo sea partícipe de nuestro amor - alzó la mirada para mirarme a los ojos y se mordió el labio. 

-Te quiero - dije antes de besarla. 

Sábado a las 21:30

Los gritos de la gente se escuchaban desde el túnel de vestuarios. Corazón acelerado. Manos sudorosas. Labios salados. Estaba listo para seguir, para jugar el segundo tiempo entero. Había entendido a la perfección las indicaciones de Zidane: "lo estás haciendo muy bien, sigue así y quédate atrás para los remates." 

El marcador iba a favor, 1-0, pero el Bernabéu se merecía mucho más y nosotros también. Salimos ahí fuera, a darlo todo y lo conseguimos. Vencimos con tres goles de diferencia, ninguno fue mío, pero participé en cada una de las jugadas que los provocaron. Me fui al vestuario con una sonrisa de oreja a oreja, deseando salir y cenar junto a mis personas favoritas en el mundo. 

Primero fui a por Emma que estaba en el palco vip esperándome con su preciosa camiseta del Madrid. 

-Estoy muy orgullosa de ti, Marco - se acercó a mí y me besó. - Uno de los mejores partidos que he visto en directo. Por cierto ¿Hay algún baño por aquí? Quiero cambiarme al menos la camiseta, que no es que no me guste pero me parece un poco informal. 

Me reí ante su comentario y asentí con la cabeza. 

-Última puerta a la derecha - abrí la puerta del palco - Te espero aquí, cariño. 

Le di un beso antes de irme y aproveché para llamar a mi hermano. 

-Ey, Marco ¿cómo vais?

-Estamos en el estadio todavía, saldremos en 10 minutos ¿Habéis encontrado el restaurante? -vi cómo Emma salía del baño, qué chica más rápida. 

-Dice papá que llegaremos en 10 minutos, os esperamos dentro ¿vale?

-Perfecto, ahora nos vemos.

Emma se acercó a mí. Había cambiado su camiseta blanca por una blusa negra de manga corta con pequeños detalles plateados. 

-Estás preciosa, como siempre - la agarré de la mano y salimos de allí. 

A decir verdad no sé quién estaba más nervioso, si yo porque saliera todo bien o ella que no paraba de mover la pierna. 

-¿Nerviosa? - la pregunté para liberar tensiones. 

-Muchísimo, quiero caerles bien. 

-Y lo vas hacer Emma, simplemente sé tú ¿vale?

Metí el coche en el parking que estaba a apenas dos minutos andando del restaurante. Había decidido ir a un sitio íntimo pero sencillo, donde estuviéramos a gusto y pudiéramos charlar tranquilamente. 

Salimos y fuimos directos al sitio, mi hermano y mi padre ya estaban sentados con una botella de agua sobre la mesa. Apreté fuerte la mano de Emma antes de que se levantaran a darnos dos besos. 

-Esta es Emma y ellos son mi padre Gilberto y mi hermano Igor - se dieron dos besos entre ellos y luego los saludé yo. 

-¿Lleváis mucho tiempo esperando? - dije para cortar un poco el hielo. 

-Acaban de traernos la bebida, no os preocupéis - contestó mi padre sirviendo agua a todos. 

-¿Qué tal el partido? ¿Lo ha hecho bien o ha liado alguna? - le preguntó mi hermano a Emma haciéndola reír. 

-En absoluto, yo estaba esperando el error pero no ha llegado a aparecer - bromeó ella. 

-Eso es que le ves con buenos ojos - intervino mi padre. 

En seguida vinieron a tomarnos nota de la cena, y lo agradecí porque entre el partido y los nervios estaba muerto de hambre. 

-¿Y de dónde eres Emma?

-De un pueblo al sur de Madrid de toda la vida, aunque mi madre era de Segovia - por suerte les había puesto en antecedentes de que su madre había muerto hacia varios años y así me aseguraba que ninguno de nosotros tuviera que pasar un mal rato. -¿Y vosotros cómo acabasteis en Mallorca? Porque tengo entendido que usted no es de allí - era la primera que alguien le preguntaba a mi padre cómo había acabado en Mallorca y sonreí de amor. 

-Por favor, no me llames de usted - Emma se puso un poco colorada, pero luego sonrió, y mi padre comenzó a contar su historia de amor que tanto le alegraba. 

Cómo conoció a mi madre y decidieron poner como punto medio Mallorca, un lugar donde ninguno de los dos había estado antes. Mallorca ha vivido con nosotros tantas cosas que le debemos muchas otras. 

-Me parece una historia preciosa - dijo Emma cuando mi padre terminó de hablar. - Creo que a partir de ahora miraré Mallorca con otros ojos. - Mi padre la sonrió con amor y supe que se llevarían genial. 

-Cuando quieras estás totalmente invitada a Mallorca - intervino mi hermano. - ¿Y qué estás estudiando?

-Estoy haciendo el cuarto año de derecho en la UNED - sonrió con orgullo, sabía lo mucho que significaba para ella seguir estudiando mientras mantenía a pie a su padre y a su hermana. Lo que no sabía todavía era por qué había elegido esa carrera, lo tenía que apuntar en la lista de tareas pendientes. 

No recuerdo haber pasado una noche mejor en mucho tiempo con mi familia. Nos reímos, mi padre conoció más a Emma y mi hermano empezó a pillarla las bromas y entre ellos no paraban. Sabía que se llevarían bien, pero no hasta este punto en el que nos dieron las tantas en aquel restaurante de Madrid. 

Sabía que ya no había vuelta atrás y que Emma se estaba convirtiendo en la chica de mi vida. 

Mentiras. // Marco Asensio //Where stories live. Discover now