59. Precipicio.

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Marco.

La primera lágrima salió de mis ojos cuando vi a mi hermano y a mi padre entrar por la puerta de la habitación. Mi padre temblaba cuando me abrazó fuertemente y mi hermano mientras intentaba mantenerse fuerte. 

-Todo saldrá bien, Marco - me aseguró mi padre. Me consideraba una persona positiva, pero en situaciones extremas me dejaba llevar por el camino fácil y en este caso era el de lamentarme. 

-Iba todo a la perfección, papá, había marcado, estaba haciendo un partidazo y... - no pude acabar la frase. 

Mi hermano se acercó a mí y revolvió mi pelo como hacía cuando era pequeño. 

-Quédate con eso, piensa que te has caído alcanzando lo más alto y vas a volver a por todas - cogió mi cara con sus manos y me hizo mirarle fijamente. - Estamos contigo. 

Asentí con la cabeza dejándome llevar por los calmantes que estaban penetrando en mi cuerpo, mi cuerpo dejaba de pesar y me hacía ladear la cabeza. 

-No te duermas todavía, por favor - dijo mi hermano mientras salía de la habitación. 

-Alguien más ha venido a verte - mi padre depositó un beso en mi cabeza y salió detrás de mi hermano. 

Sabía quien era, pero no me esperaba que viniera acompañada por una niña de siete años a la que el sueño se estaba apoderando de ella. 

-¡Marco! - gritó mientras corría hacia mi cama y alzaba las manos para llegar hasta mí. Emma la cogió y la sentó en un pequeño hueco de la cama que había al lado de mi costado. Apoyó una de sus pequeñas manos en mi pecho y me sonrió con ternura. - Te vas a poner bien, ya verás. 

Acaricié su mejilla y la abracé. Emma me miraba apoyada en la pared, tenía una sonrisa triste y sabía que estaba muy preocupada por mí. 

-Deberías estar durmiendo - le dije a la pequeña. 

-Quería verte primero, me he asustado mucho. - Un puchero salió de sus labios y una lágrima recorrió su mejilla. 

-Ey, enana, estoy bien ¿vale? En nada volveré a jugar otra vez - tanto Emma como yo sabíamos que eso no era verdad, pero no podía permitirme caer delante de ella. 

Mi novia se acercó a mi cama, bajando a la pequeña y pidiéndola que la esperara fuera, que necesitaba hablar conmigo a solas. En cuanto desapareció por la puerta nos quedamos mirándonos, sin saber qué decir, ninguno de los dos tenía palabras. 

Acarició mi mejilla haciendo que cerrara los ojos. 

-No caigas ¿vale? Sé que el precipicio está a tus pies y es el camino más fácil, pero no el correcto. -Se acercó a mí y me besó. 

-No me sueltes de la mano, por favor. 

-No lo haré, voy a estar aquí siempre. - Nos fundimos en otro beso. 

Quería a esa chica como si fuera mi vida y tenía claro que cuando saliera de esta  la pediría matrimonio. 

Mi padre entró en la habitación interrumpiendo nuestro pequeño, pero mágico momento. 

-El médico ha dicho que debes descansar, mañana a primera hora tendrán los resultados. Esta noche me quedo yo y mañana Igor - informó. 

-Yo mañana me quedo desde primera hora hasta por la tarde, así vosotros podéis descansar - se ofreció voluntaria Emma. 

-No hace falta, puedo quedarme solo. 

-No, quiero hacerlo - me miró seria, sabía que no quería que me quedara solo bajo ninguna circunstancia. - Mañana a primera hora estaré aquí, descansa cariño. 

Me dio un beso de despedida y luego se dirigió para abrazar a mi padre y despedirse también de él. Era simplemente maravillosa. Mi padre se sentó en el sofá que había en la habitación y se echó una manta por encima. 

-Será mejor que te duermas Marco, mañana será un día duro. 

Asentí con la cabeza, me arropé con la sábana hasta el cuello y cerré los ojos pensando que tardaría en dormirme, pero los calmantes hicieron muy bien su función y me llevaron hasta los brazos de morfeo. 

......

Emma estaba de pie preparando el desayuno que me acababan de traer, había echado azúcar al café y me estaba untando las tostadas. 

-Puedo hacerlo yo - reclamé. 

-Eres el enfermo, así que tenemos que mimarte - me acercó la bandeja y se sentó en una silla al lado de la cama. -¿Has dormido bien?

-Esos calmantes son mágicos, creo que le pediré la receta al médico antes de que me den el alta. 

Emma rió y me miró con cariño, con comprensión, como si hubiera pasado por esto antes. 

-¿Por qué me comprendes tanto? Eres una persona muy empática, pero esto es diferentes - admití. Entonces se mordió el labio y agachó la cabeza. 

-Tuve rotura de ligamento cruzado en EEUU cuando bailaba, nunca volví hacerlo porque mi recuperación no fue la adecuada. Era mi futuro, y tuve que crearme otro, pero no voy a permitir que te pase eso a ti. Caí por aquel precipicio pensando que volvería, y no. Así que no tienes que caer Marco - se le hizo un nudo en la garganta - no te hagas eso a ti mismo porque no podría soportarlo. 

Se me encogió el corazón. 

-No lo haré por ti, porque voy a cumplir ese futuro que no pudiste, y lo vamos hacer juntos. 

Faltaban muchos detalles en esa historia, pero me daba igual, había confesado lo que seguro que sería una de sus mayores derrotas. Acaricié su mejilla y la atraje hacia mí para besarle. 

-Te quiero - confesé. 

-Y yo más. 

Terminamos aquel desayuno entre risas y anécdotas. Intentando olvidar lo que vendría después, el diagnóstico de cuánto tiempo estaría de baja, cómo volvería al campo si es que volvía y qué es lo que quedaría de mí después de todo esto. 

A las nueve en punto el fisio del equipo y el doctor que ayer mandó hacerme las pruebas aparecieron en la habitación. 

-¿Has descansado bien? - me preguntaron. 

-Sí, el dolor cesó bastante y pude descansar sin ningún problema. 

El docto abrió un sobre grande que traía en sus manos, supongo que sería la radiografía o la resonancia. Sacó una lámina y la puso a contraluz. 

-Marco, tienes rotura de ligamento - Emma cogió mi mano - Hay que operar. 

Cerré los ojos. 

-Estarás entre 6 y 8 meses de baja para volver con el mismo nivel que tenías. 

Era prácticamente casi un año de baja, todo lo que quedaba de temporada y seguramente la pretemporada. El precipicio del que me había hablado Emma estaba cada vez más cerca y su mano la sentía lejos, muy lejos. 

Mentiras. // Marco Asensio //Where stories live. Discover now