33. Roberto.

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Emma.

Después de dos largas semanas desde que los chicos se fueron, he convencido a Carla para venir a recoger sus cosas a su casa. Su padre no iba a estar porque se marcha todas las mañanas temprano hasta por la tarde, si acaso nos encontraríamos con su madre.

-¿Y si viene antes? ¿O y si no ha ido a la oficina? - preguntó Carla temblorosa.

-Carla, cariño, estoy aquí contigo, no estás sola - la cogí de la mano - Saca la llave de la puerta y cuanto antes entremos antes salimos.

Me miró insegura, pero me hizo caso. Subimos hasta su piso ático con vistas a Madrid y metió la llave en la cerradura, había varias vueltas echadas así que no había nadie en casa.

Fuimos directas a su habitación, abrió su maleta grande y empezamos a meter toda su ropa.

-Voy al baño a coger el maquillaje y las cremas - me dijo mientras yo seguía metiendo todo en la maleta.

-No va a caber todo Carla, tendremos que hacer selección o coger alguna mochila que tengas.

-¡Mira debajo de la cama, ahí tenía una bolsa grande de deporte! - iba a contestarla, pero oí cómo la puerta de casa se abrió y salí corriendo al baño. Entré y cerré la puerta - ¿Qué te...?

La tapé la boca a tiempo. Entonces se dio cuenta de todo y comenzó a hiperventilar.

-Tranquila, vamos a ver quién es si es tu madre, no pasa nada - susurré. Ella asintió con la cabeza no muy convencida y escuchamos cómo se acercaban unos pasos.

-¿Carla? - efectivamente, era la voz de su madre y ambas nos relajamos quitando el pestillo y saliendo del baño.

-Mamá - Carla fue directa a abrazarla y su madre la recibió con los brazos abiertos.

Una madre es uno de los mejores regalos del mundo y yo la echaba demasiado de menos.

-¿Dónde has estado todo este tiempo, hija? - y en ese momento fui yo quien salió del baño. - Cariño - me abrazó a mi también y es que desde lo de mi madre, me había tratado con un gran cariño y aprecio.

-Mamá, he tenido que hacer algo que no quería - comenzó a decir Carla.

-Lo sé cielo, sé lo de la denuncia, tu padre se enfadó muchísimo, pero...no tenía derecho a hacer lo que hizo. - Parecía que poco a poco la madre de Carla se iba dando cuenta de a quién tenía como marido. - No supe nada hasta que lo denunciaste, ni si quiera lo de la amenaza. ¿Qué vais hacer?

-Lo tenemos todo pensado - contesté yo porque Carla estaba con las emociones a flor de piel y no la creía capaz de poder explicarlo con claridad. - Buscaremos un sitio para que pueda independizarse con los ahorros que tiene o puede que se vaya a vivir con Sergio.

-¿El chico tan majo que me presentaste? - preguntó y Carla asintió con la cabeza - ¿Le quieres?

-Mucho, mamá.

-Pues no se hable más, os ayudo a recoger las cosas, vamos - entramos las tres en la habitación de Carla y seguimos metiendo todo en la maleta.

Pude sentir cómo la madre de Carla comenzaba a ponerse cada vez más nerviosa y me provocó demasiada inseguridad ¿qué estaba pasando?

-Un momento, su marido está en la oficina ¿no? - pregunté parando de meter unos zapatos en la bolsa de deporte.

-En realidad, hoy no ha ido, pero me dijo que iba a hacer unos recados y que volvería a mediodía.

Carla y yo miramos el reloj y cerramos las maletas automáticamente tal y como estaban.

-Tenemos que irnos - dije colgándome la bolsa al hombro y saliendo de la habitación.

Mentiras. // Marco Asensio //Where stories live. Discover now