30. Hurt.

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Marco.

Abracé a Carla en cuanto salió de la comisaría, tenía los ojos brillantes y la respiración agitada.

-Ya está, cariño, ya se ha acabado - susurré en su oído mientras acariciaba su pelo. Sergio se había quedado en casa por petición de Carla, no quería que estuviera implicado en todo esto, quería mantenerlo al margen de su padre y lo comprendía perfectamente.

Montamos en el coche y conduje hasta casa de Emma, nos había invitado a comer junto a Sergio.

-Marco - dijo Carla rompiendo el silencio que se había creado en el coche.

-Dime - la miré de reojo sin perder de vista la carretera.

-Quiero que dejemos de centrarme en mí para centrarnos en Emma.

-¿Qué pasa con Emma? - levanté incluso el pie del acelerador porque me había puesto nervioso.

-No lo sé y por eso quiero que nos centremos en ella, para averiguarlo. Sé que hay algo que no va bien.

Llevábamos casi un mes juntos y en pocos días me iría a EEUU para comenzar una pretemporada con más ganas que nunca.

-No te entiendo Carla.

-No quiero que te moleste esto que te voy a decir Marco. - Puse el intermitente de la derecha para entrar en el pueblo de Emma - Pero no la conoces lo suficiente.

-¿Perdón? - no me esperaba ese comentario de Carla.

-Quiero decir que, hay muchísimas cosas que no sabes de su pasado, que ella quiere aparentar una vida que no tiene y que eso a la larga le va a afectar. ¿Te ha dicho por qué trabaja casi todos los días?

-Porque necesita trabajar para poder pagarse la universidad.

-Mentira - dijo Carla casi de inmediato. - ¿Sabes en qué trabaja su padre? - negué con la cabeza. - ¿Sabes por qué ha elegido estudiar Derecho? - volví a negar. - ¿Sabes por qué Sophie no puede estar sin ver a Emma más de 24 horas?

-Basta ya Carla, porque me estás mosqueando - dije cabreado.

-Joder, Marco, es que no lo ves. Pero Emma está en la mierda y su problema no tiene ni punto de comparación con el mío - vi un sitio justo al entrar en la calle de Emma, puse el intermitente y aparqué. - El mayor problema de Emma es que se lo guarda todo para ella y cuando explota se le viene el mundo encima.

-No sé a qué viene todo esto ahora Carla.

-Viene a que eres el mayor apoyo de Emma ahora mismo y que te vas a ir a miles de kilómetros. Y que me gustaría que si tiene que desahogarse que fuera ahora que estás aquí y no cuando estés lejos. Simplemente pregunta qué tal el día y si te responde "como los de siempre" es que no hay nada bien.

Asentí con la cabeza asimilando toda la información que me acababa de dar en unos minutos. Bajamos del coche y fuimos directos a su casa. En cuanto empezamos a subir las escaleras pude oír la voz de Sophie: "Ponme bien la pinza Emma, que ya vienen". Era la primera vez que subía a su casa y podía imaginarme la sonrisa que tendría puesta en la cara.

Nada más llegar al rellano sentí cómo alguien agarraba mis piernas y las abrazaba.

-¡Marco! - morí de amor con la reacción de Sophie. Me agaché y la cogí en brazos para poder abrazarla mejor.

-¿Cómo está mi princesa favorita?

-¡Muy bien! - contestó ella aún abrazada a mí.

Entramos dentro de su casa y la bajé al suelo para acercarme a Emma. Pase un brazo por sus hombres y la atraje hacia mí.

-Ya te echaba de menos - la dije antes de besarla.

-Solo han pasado dos días.

-Suficiente. - volví a besarla de nuevo. - ¿Qué tal tu día?

Y efectivamente, como dijo Carla contesto aquello que indicaba que estaba cayendo por un abismo.

-Como los de siempre. ¿Qué tal os ha ido en la comisaría? - preguntó en bajito mientras Sophie estaba entretenida con Carla enseñándole las peinados de sus muñecas.

-Bien, ya ha pasado la peor parte, a partir de ahora podrá hacer su vida "normal".

-El otro día me dijo que tenía que ir a su casa para recoger sus cosas, no quiere ir sola. Así que algún día de estos la acompañaré.

-Pero que no esté su padre ¿vale? - me preocupé, porque no me hacía ninguna gracia que fueran las dos solas, y mucho menos después de haber denunciado al padre. Cambié rápidamente de tema. - ¿Y tú estás bien?

Creo que se sorprendió de mi pregunta porque me miró fijamente y puso una sonrisa de tristeza.

-Como siempre, Marco.

-Eso no es una respuesta válida - acaricié su mejilla. - Sabes que me puedes contar lo que sea ¿no?

Iba a hablar, sabía que me iba a contar algo que se había estado guardando para ella, pero Sophie nos interrumpió.

-Marco, corre ven, que te tengo que enseñar la casa - me cogió de la mano y me hizo el mejor house tour del mundo.

Era una niña adorable. A los pocos minutos llegó Sergio y comenzamos a comer todos juntos. Nunca me había imaginado en una situación como esta, pero la estaba disfrutando al máximo. Pero Emma no, estaba más pendiente de dar una buena imagen delante de nosotros que de disfrutar de la comida que era verdaderamente lo que importaba.

Cuando terminamos de comer Carla, Sergio y Sophie se fueron al salón en busca de la película perfecta y yo me quedé con Emma recogiendo.

-¿Puedes decirme qué te pasa, por favor? - dije con suavidad mientras ella cerraba el grifo del fregadero.

-No pasa nada Marco - me apartó la mirada y abrió el grifo de nuevo. Suspiré con paciencia y seguí recogiendo, me lo diría cuando estuviera preparada. Terminó de recoger todo y se puso hacer café.

Observaba cada uno de sus movimientos. Se puso de puntillas y abrió un armario para sacar las tazas. En cuanto se abrió, dos platos cayeron aterrizando sobre la cara de Emma y luego sobre el suelo.

-¡Joder! - se llevó una mano a la cara, le había dado de lleno.

Me levanté rápidamente y fui hasta ella.

-¿Estás bien? - la conduje hasta una silla para que se sentara. - Quítate la mano para que vea qué te has hecho.

Los demás llegaron enseguida al escuchar los platos romperse.

-¡Emma! - chilló Sophie corriendo hacia nosotros y empezando a llorar. 

Carla la cogió antes de tiempo de que pisara los trozos de cristales. Aparté las manos de la cara de Emma con suavidad y vi correr un hilo de sangre por su mejilla, venía de la ceja. Comenzó a cerrar los ojos y yo la detuvo. 

-Ey, Emma, mírame - abrió los ojos y parpadeó varias veces hasta volver a recuperar un poco la compostura. - ¿Estás bien?

-Me estoy mareando un poco pero se me está pasando, necesito tumbarme. 

Pasé su brazo por mis hombros y el mío por su cintura y la llevé hasta su habitación. Sophie seguía abrazada a Carla sin poder dejar de llorar, y la situación me estaba empezando a agobiar. 

-¿Dónde tienes el botiquín, cariño? - Emma sonrió al escuchar ese mote y señaló con la mano a un cajón que había en su mesilla. 

Lo abrí y saqué todo lo necesario para curarle la herida, no era muy abierta y había dejado de sangrar hacia tiempo, así que estaba todo bajo control. 

-¿Te duele mucho? - pregunté preocupado. Ella negó con la cabeza y me cogió de la mano para entrelazarla con la suya.

-¿Puedes, simplemente, tumbarte aquí conmigo? - me dijo con los ojos llorosos. 

-No tienes ni que preguntarlo - le susurré mientras le daba un beso y me acurrucaba contra ella. 

En cuanto hundió la cabeza en mi cuello, comenzó a llorar y supe que Carla tenía razón, Emma estaba de problemas hasta el cuello y yo ni me había dado cuenta. 

Mentiras. // Marco Asensio //Where stories live. Discover now