🪶CAPÍTULO 21: Ariel y Jofiel🪶

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Al llegar al área, su pecho estaba entumecido por los nervios, a pesar de que su rostro era inexpresivo.

Cuando Anyi abrió la puerta, automáticamente todas las miradas se dirigieron a ellos, al interrumpir la junta con su presencia.

Calix fijo su atención en una chica morena de ojos grande, al reconocerla, era Marí, la chica que se habían encontrado en la búsqueda hace unos meses. A su lado, estaba Ariel, quien parecía no entender lo que pasaba, al igual que Esteban y Flynn, como si creyeran que Calix era una alucinación.

—Disculpen por llegar tarde —menciona.

—Le he guardado un lugar majestad —voltea a ver a Marco, quien señala una silla a su costado.

La encargada de la ciudad de luz se pone de pie de golpe, tan pronto escucha las palabras de Marco.

—Oh majestad, no se preocupe, no hay ningún problema —mira a todos en la habitación, hablando por ellos.

Un silencio incómodo parece inundar el lugar, mientras los presentes la contemplan con inquietud. Para romper el silencio, Marcí se dispone a presentar a todos, descubriendo que

Esteban se ha convertido en un entrenador, y Flynn ahora pertenece a las letal. Esos guerreros salvajes y atroces de los cuales le había contado Jofiel una noche, unos que pertenecían a su reino, que una vez fueron fieles al príncipe hada, pero que jamás la buscaron o mostraron preocupación por ella.

Cuando llega el turno de presentar a Ariel, ambos conectan mirada, y por un segundo el deseo de ir a él se apodera de ella. Y lo odio, porque detestaba sentir cosas por él cuando no lo conocía en absoluto, le hizo daño, intento matarla, y aun así su corazón palpitaba rápidamente ante su presencia.

—Él es Ariel, nuestro mejor buscador y cazador —dice con orgullo la mujer—. Por ese motivo es nuestro entrenador estrella.

Calix desvió la mirada de él, al resultarle desagradable sentir cosas en contra de su voluntad. No entendía por qué el amor que sentía Azul no se podía borrar, al igual que los recuerdos de su pasado.

Sí, quizá tenían la misma alma, pero no era ella, y era injusto reencarnar y el mundo entero esperar que fuera como Azul, ella era Calix, no Azul. El alma no tenía por qué tener una personalidad fija, ni el mismo nombre, menos recordar sus sentimientos pasados por una persona.

—¿Que son cazadores? —pregunta, recuperándose de la amarga sensación que experimento.

—Seres que se encargan de buscar a los malignos y matarlos —informa —. Ella es Marcela —cambia de tema, señalando a la morena de ojos grandes que conoció en una búsqueda.

—Ya no conocemos —expone —solo que pensé que había dicho que su nombre era Marí cuando cruzamos camino —Ariel voltea a ver a la chica a su lado.

—No se puede confiar en nadie allá afuera —justifica. Calix sonrío con ironía.

—Yo soy Marcí, la encargada de la ciudad de luz —interviene la mujer, intentando ser el centro de atención, al ver que todos parecían interesados en la razón de Marcela para mentir.

—Bien, porque no retomado la razón por la que estamos reunidos aquí —propone Calix.

Al término de la junta, Calix se puso de pie, dispuesta retirarse, cuando Marcí hablo de nuevo.

—Majestad, puede quedarse aquí si lo desea, estará más segura —propone.

Calix comparte mirada con los chicos, para seguido hacerle frente a Marcí.

—Gracias, pero tengo a donde quedarme —expone —como sé cuidarme sola —agrega —. Ahora, si me disculpan, me retiro.

Tan pronto atraviesa la puerta, tiran de su brazo.

—Necesitamos hablar —Calix cruza mirada con Ariel.

—¿Realmente lo necesitamos? —pregunta —. Claro que no, las cosas entre ambos han quedado muy claro, como cuál es nuestro lugar en este mundo —aparta su mano de ella.

—Yo...

—No soy Azul, Ariel, tener su alma y apariencia no me hace ella.

—Pero nosotros...

Jofiel se interpone entre ambos, volviéndose un obstáculo para llegar a Calix.

—Ya ha sido suficiente para ambos Ariel —dice. Antes sus palabras el ángel dudo.

—Lo lamento —murmura, mirando a Calix— lamento por todo lo que te hice pasar, tanto como Calix y Azul —dicho eso se dio la media vuelta y alejo.

Quizá Jofiel tenía razón, ya había sido suficiente.

—Ariel, espera —Jessica va detrás de él, al igual que Rodolfo.

Jofiel a notar la intención de Calix de seguirle, la sujeta del brazo.

—¿Nos vamos? —pregunta, ella aparta la mirada del camino por donde se ha ido Ariel y observa al arcángel.

Calix no era Azul, detestaba las emociones que despertaba Ariel, tan ajena a ellas, pero justo en ese momento, en el que él parecía renunciar a ella, le había dolido, y por primera vez no sintió que esa emoción solo fuera de Azul.

—Calix —llama su atención Esteban.

Una sonrisa curva los labios de esta y avanza hacia él, envolviéndolo en sus brazos. No era Azul, se repetía una y otra vez, pero si era así, ¿Por qué seguía viendo a Esteban como su hermano?, quizá era hipócrita de su parte, pero era necesario para protegerse, porque no podía ni debía confiar en alguien que despertaba emociones tan fuertes, más fuertes de las que una vez le hizo sentir Jofiel, emociones de las que comenzaba a desprenderse al deducir que también solo fue un plan para él.

Aunque, ¿realmente fue amor lo que sintió alguna vez por Jofiel?, solo era una niña.

La repuesta era clara, nunca fue amor, solo fascinación.

Al llegar al cuartel, Jofiel se acerca a ella, al notar lo callada que ha estado.

—¿Estás bien? —pregunta. Antes de que pudiera responder, vio salir a Luz del cuartel.

—¡Mami! —grita. Calix frunce el ceño, porque ella jamás la había llamado así.

—¿Mami? —pregunta Axel, colocándose a su lado.

—Sí, es nuestra hija —dice Martín, acercándose a ellos.

—Eso no es cierto —dice Luz mirando a ambos—. La chica piensa que tengo tus ojos, y él piensa que soy realmente tu hija —señala a Mauricio.

—Luz, no leas las mentes de las personas —reprime Calix.

—No lo puedo evitar —justifica —es divertido escuchar lo que dicen, son más sinceros cuando piensas las cosas que cuando las hablan.

—No está bien, y lo sabes —recuerdo —al menos que sea necesario.

—En este momento lo era —contradice. Niega ante su respuesta.

—Luz, ven aquí, mira lo que encontré —grita Paty. La pequeña inmediatamente sale corriendo hacia ella.

—Fue tu idea Jofiel, ¿no? —pregunta, mientras ve a Paty y Luz inclinadas, observando algo en el pasto.

Jofiel se encoge de hombros, divertido.

—Ella necesita una madre y tu una razón para seguir adelante, en pocas palabras, solo se tienen una a la otra —agrega, para luego avanzar hacia Luz y Paty.

GRACIAS POR LEERME

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Mi Secreto: El Reencuentro (Libro II) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora