🪶CAPÍTULO 23: Triángulo amoroso🪶

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Dejándose caer en la silla detrás del escritorio, se dispone a revisar algunos mapas de la zona. Pero por más que intenta concentrarse se le dificulta, porque en su mente solo veía Ariel, y esa manera en la que la miro al renunciar a ella.

Se llevó la mano al pecho, ante un leve dolor. Ella no era Azul, y él amaba a Azul, no a Calix.

Respirando profundo intento apartar aquellos pensamientos, porque la hacían sentir patética. Y no tenía tiempo para torturarse con este tipo de tonterías. Tomando uno de los mapas, comienza a marcar los cuarteles atacados.

—Sabes que debes descansar, ¿verdad? —al levantar la mirada, se encontró con Franco, quien estaba recién bañado y sus ojos verdes resaltaban con la camisa blanca que traía.

—No tengo tiempo para descansar si quiero parar esto.

Él desvía la mirada al escritorio.

—¿Necesitas ayuda? —pregunta, señalando los mapas.

Antes de que pudiera darle una repuesta, el teléfono comienza a sonar. Calix estiro su mano y contesto.

—Necesitamos hablar —su corazón dio un brinco al reconocer su voz.

—Pensé que todo había quedado claro ante tu despedida —dijo con cierto resentimiento.

—Jamás renunciaría a ti tan fácilmente —confeso el ángel.

Calix intento ignorar la sensación en su pecho.

—Calix...

Cuelga antes de que diga algo más.

—¿Quién era? —pregunta Franco.

—Ariel —contesta con fingido desinterés.

—El chico del consejo.

—Um.

—¿Tuviste algo con él?

—No en esta vida —murmura. Franco frunce el ceño, confundido, pero al recordar lo que le contó Jofiel en el comedor comprende.

—¿Aún lo quieres?

Calix levanta la mirada del mapa. Recuerdos de su paso la invaden, como de su presente, esos que habían llegado mediante sueños en los últimos días.

—Deberías ir a descansar —propone, ignorando su pregunta.

—O a quien quieres es a Jofiel —pregunta, sin querer dejar el tema.

—No sientas curiosidad por mi vida privada Franco, porque no es tu asunto —expuso con cierta molestia.

—Cierto, pero resulta interesante la manera en la que Jofiel te mira, o lo autoritario que es contigo, como si le pertenecieras —recarga sus manos en el escritorio.

—Jofiel es mi amigo —aclara. Sin importar lo que alguna vez despertó en ella, siempre fueron solo amigos.

—Y él lo sabe —Calix no le responde —¿Quieres saber como te mira Ariel? —pregunta—. Él no te mira como su propiedad, sino como si fueras su universo, como si aparte de ti nada existiera.

—Franco, ¿A dónde quieres llegar con esto?

—La manera en la que se miran es simplemente interesante, como si detrás de sus miradas hubiera una gran historia. Así que dime Calix, ¿Qué ocultan ustedes tres? —pregunta.

—No trates de comprenderlo, puedes volverte loco en el intento —murmura, para seguido ponerse de pie —. Buenas noches —sale del cuarto.

Franco se recarga en el escritorio. Calix realmente le gustaba, pero estaba más interesado en lo que ocultaba ese triángulo amoroso.

Calix avanzaba a por el bosque, preguntándose la razón de que los sentimientos de Ariel se intensificaran. Aquellos que había ignorado sentir, hasta que lo beso por primera vez, trayendo consigo recuerdos de los cuales se sentía ajena.

Detestaba su existencia, porque parecía no tener el control de ella, Azul nunca la tuvo al tener un destino escrito, y ella parece tampoco tenerla al vivir bajo la sombra de Azul, sintiendo y recordando cosas que no debería. Esta era su vida, se supone que solo debe recordar y sentir lo que desee. No era justo vivir de esta manera, en donde las personas esperan cosas de ti, cosas que no deseas ser y te impiden avanzar para ser tu mismo, porque sigues bajo la sombra de alguien que no eres.

—¿Por qué piensas eso? —pregunta alguien a su espalda.

—¿No te han dicho que los pensamientos son privados? —mira mal a Franco.

Este solo le dedica una sonrisa de medio lado y coloca a su lado.

—Te cuento una historia.

—No, lo único que quiero es que dejes de acosarme —expone.

—Ella era muy curiosa, y un día escucho sobre el mundo oscuro y decidió ir a buscarlo —dice, ignorando las palabras de Calix —. Nadie de magia blanca puede pasar o encontrar al mundo oscuro. Pero de alguna manera ella se las arregló para conseguir un mapa del lugar. Yo la amaba tanto que la seguí. Duramos semanas en encontrarla, pero lo hicimos. Ella estaba tan emocionada que no dejaba de decir una vez y otra «te lo dije, te lo dije, si existe» —sonríe por un instante —. Entonces sucedió —inclina la cabeza —yo me encontraba de espaldas a la ciudad, por lo que ella veía perfectamente lo que estaba detrás de mí. ¿Recuerdas la bestia que te enterró las garras? —asiente, la historia le resultaba interesante —son los guardianes de la ciudad. El guardián se dio cuenta de que intrusos de magia blanca se encontraban cerca, y con sus gritos de gloria le fue más fácil ubicarnos. Y atacaron.

Su voz se perdió de repente, reviviendo los recuerdos en su mente.

—Ella me grito para darme cuenta de que la bestia estaba detrás de mí, la esquive muy bien, pero después ya no era uno sino tres. Intente luchar con ellos, protegerla, pero no fue suficiente —baja la cabeza —. Uno me acorralo y estaba a punto de matarme, pero ella se atravesó entre los dos y las garras se enterraron en su cuerpo. Al instante empezó a sentir el veneno recorrer su cuerpo, ella estaba sintiendo tanto dolor —Calix se estremeció al recordar los síntomas —. Mate a los tres mientras ella se retorcía del dolor en el suelo, cuando llegue a su encuentro —levanta la cabeza y mira a la nada —me suplico que terminara con el dolor, y lo hice, tome la espada y se la enterré en el corazón. Desde entonces entendí por qué nadie regresa del mundo oscuro, y es porque hay guardianes dispuestos a matar sin compasión, solo los de magia oscura pueden entrar en ella.

Suelta un suspiro y le mira.

—Calix, no odies a Ariel por ver a Azul en ti, he podido sentir sus emociones y leído sus pensamientos, él realmente la amaba. Si yo pudiera tener de vuelta a Darlis, actuaria igual que él, iría detrás de ella, sin importarme que su personalidad fuera diferente o rostro, porque él no amaba esto —la señala de pies a cabeza —él se enamoró de tu alma, no de Azul o Calix, los nombres no lo son todo siempre, Calix. Tampoco vives bajo la sombra de alguien cuando decides acercarte a la luz. Acepta lo que sientes, porque son los sentimientos de tu alma. No creo en las almas gemelas, pero ustedes tienen el potencial de serlo.

—¿Por qué me dices esto? —pregunta. Se encoge de hombros.

—Tampoco lo sé —sonríe —pero supongo que no me gusta ver cómo te torturas a ti misma. Tienes un gran problema, ¿sabes?, piensas las cosas demasiado, en vez de dejarte llevar. Hay cosas que se disfrutan mejor al hacerlo de esa manera.

—Creo que deberíamos regresar al cuartel —dice, para seguido rodearle, pero se detiene de golpe al ver a Ariel.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta, antes de darle una repuesta, Franco se adelanta.

—Lo enviaron del consejo, a partir de hoy será tu guardián —informa.

—No necesito de su protección, ya tengo a Anyi.

—Un solo guardián no podrá protegerte —dice Ariel —dos si —asegura —. Así que a partir de hoy estoy a sus órdenes, mi reina —le hace una reverencia.

—Esto es una tontería —murmuro irritada, digiriéndose al cuartel.

GRACIAS POR LEERME

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Mi Secreto: El Reencuentro (Libro II) ⭐Where stories live. Discover now