🪶CAPÍTULO 32: Deseo infernal🪶

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Calix miro el mapa una y otra vez, intentando descifrarlo al ser del mundo mágico. Al final decidió dejarse guiar por los cuarteles, los cuales la llevarían por el camino más largo, algo que lo volvía un riesgo.

El aire sopló con fuerza, revoloteando su cabello y haciendo danza las copas de los pinos. Automáticamente, se abrazó a sí misma, ante el repentino bajo de temperatura. Algo no estaba bien, podía sentirlo.

Ocultando el mapa en el bolsillo de su capa, dejo viajar la mirada por el bosque. Al escuchar el revoloteo de unas alas, miro a su costado, pero no había nada.

Estaba anocheciendo, y el cielo como su alrededor se tornaban cada vez más oscuros, impidiéndole ver con más claridad. Calix elevo la mirada al cielo, ante el sonido de un trueno.

—¿Recuerdas?, como fue que ella llegó a ti —dijo una voz a su espalda. Lo recordaba, era la voz de aquel hombre en sus sueños.

Calix se giró, pero se encontró con el dueño de aquella voz, solo una inmensa oscuridad que se acercaba, y envolvía todo a su paso. Al llegar a ella, la temperatura disminuyo incluso más. Dejo viajar la mirada por su alrededor, alerta a cualquier ataque.

—El tiempo se agota Calix, y con el final de todo aquello que conoces —murmuro el ser.

Se escucha un aleteo, y seguido los gritos de un cuervo, erizando su piel.

—¿Quién eres? —pregunto —¿Qué quieres de mí?

—Quiero absolutamente todo —expuso.

Calix callo al suelo, al recibir un impacto en su cuerpo.

—No eres un error, pequeña —murmuro el ser sobre ella, el cual apretaba con fuerza su cuello.

Calix quería luchar, pero su cuerpo estaba petrificado. Como si aquel ser tuviera un tipo de poder capaz de someterla de esa manera.

—Eres mi oportunidad, una creada ante el descuido de mi padre —apremió con más fuerza el cuello de la chica.

Calix jadeo cuando el tacto de aquel sujeto se volvió caliente, al límite de quemarle la piel. Estaba oscuro, pero pudo percibir como este libera sus alas, para seguido emprender el vuelo.

Cuando el ser estuvo lo suficiente lejos, Calix recupero el control de su cuerpo, sentándose de golpe, tomando una bocada de aire, para recuperar el aire perdido.

Mientras su pulso regresaba a la normalidad, llevo su mano al cuello.

¿Quién demonios era ese sujeto?

Levantándose del suelo, presto atención a los sonidos, en busca de un rio, por suerte parecía haber uno cerca. Apartando la suciedad de su ropa, camino hacia él.

Cuando encontró su objetivo, se acercó y se quitó la capa, lavando su cara y brazos, para seguido beber un poco de agua. Pero el agua no parecía ser suficiente cuando su estómago rugió. Soltando un suspiro y saco el mapa para ver la distancia del pueblo más cercano. Nada aseguraba que encontraría comida en la pequeña aldea que indicaba el mapa, pero no perdía nada al revisar, porque, de cualquier manera, tenía que pasar por ella.

Poniéndose de pie, se colocó la capa de nuevo y continuo con su camino, entreteniéndose con los cantos de las aves, las cuales anunciaban que estaba fuera de peligro.

Al llegar al pueblo, descubre que está deshabitado, pero ¿por qué tendría que estarlo?, no existía lugar seguro en la tierra en medio de esta guerra.

Entro en cada una de las cabañas, en busca de comida, encontrando solo sopas enlatadas. Nunca le había gustado la comida enlatada, pero cuando no existe ningún otro alimento, te conformas con lo que tienes. Tomando una lata, la abrió, para luego tomar una cuchara y comer, hizo una mueca ante el sabor, pero continúo comiendo mientras avanzaba por la casa. Se detuvo al encontrar la puerta abierta de una habitación, la cual estaba pintada de color rosa y decorada con arcoíris. Luz vino a su mente, trayendo consigo tristeza.

Entro a la habitación, dejando la lata sobre un pequeño buro, para luego tomar uno de los unicornios que decoraban la cama. Sonrió cuando oprimió accidentalmente su pecho y este dijo ‹‹seremos amigos por siempre. ››

Sin pensarlo mucho, se teletransporto al cuartel. Y en unos segundos ya se encontraba en la habitación, la cual estaba sola. Avanzo hacia la cama, y dejo reposar el peluche sobre ella.

Lamento no poder estar contigo, pero tengo que salvar el mundo, pero volveré, lo prometo. Te he dejado un regalo, cuida de él, porque mientras él este contigo, yo también. Le hablo telepáticamente a Luz, para luego teletransportase.

Cuando estuvo fuera de los límites del cuartel, contemplo el mapa con cansancio, porque era difícil avanzar más rápido cuando desconocía la mayoría de los pueblos y cuarteles.

Por un momento se le cruzó la idea de secuestrar a Franco, quien ya había estado en la ciudad oscura, pero desecho la idea ante el riesgo que el ser correría.

Guardando el mapa, elevo la mirada al cielo. La luna estaba llegando a su punto medio, por lo tanto, tenía que buscar un lugar seguro.

Se teletransporto al único cuartel que recordaba con exactitud.

Al llegar, se adentró a él y busco un lugar a donde dormir. Después de algunos minutos encontró un cuarto sin techo, pero con una camilla intacta. Se introdujo a él y contemplo con interés una silla arrinconada en una esquina, como una mesa partida a la mitad en el centro de la habitación.

Avanzo hacia la silla con intención de levarla, pero tan pronto su mano hace contacto con la madera, una visión invade su mente.

Estaba en la misma habitación, pero con techo y una lámpara iluminando todo el cuarto. Inquieta, miro su alrededor, esperando lo peor. Se sobresaltó en el momento en que una chica entro a la habitación agitada, colocando la mesa en la puerta, para evitarla que su atacante llegara a ella.

Cuando la puerta comenzó a ser golpeada fuertemente, la chica comenzó a respirar con dificultad. Calix la miro con interés al percibir el temor en ella. Y de un segundo para otro, la mesa salió dispara a una esquina, partiéndose a la mitad, revelando ante ella un ser con apariencia humana, pero con centelleantes ojos rojos.

—Vampiro —murmuro Calix.

Aquel vampiro se acercó a la chica sigilosamente, sonriéndole macabramente, Calix retrocedió pensando que se dirigía a ella, en vez de a la chica rubia que se encontraba detrás de ella.

La chica retrocedió, algo que confundió a Calix, ¿por qué no se defendía?

—Detente, por favor —suplico entre llanto, sin dejar de retroceder. Pero cuando la pared se interpuso en su camino, se quedó sin escape.

—¿Por qué? —pregunto el vampiro con burla —nos estamos divirtiendo, ¿no?

Calix miro atenta toda la escena, sin entender por qué ansiaba verla sufrir, escucharla, suplicar entre el dolor. Su mente se nubló, y comenzó a avanzar hacia la chica.

Ver como lloriqueaba la desesperaba, ya no quería observar como la lastimaban, quería hacerle daño ella misma.

Pero una nueva persona entro a la habitación, con intención de proteger a la chica, haciéndola despertar de aquel deseo infernal de causar dolor. Porque aquella persona no era cualquier ser, sino Flynn.

Calix parpadeo dos veces para volver a la realidad, miro a su alrededor, encontrándose con la oscuridad y el cielo estrellado. Se dejó caer al suelo asustada, no entendía por qué deseaba tanto causarle dolor aquella chica.

GRACIAS POR LEERME

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Mi Secreto: El Reencuentro (Libro II) ⭐Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt