71: Romeo y Julieta

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Dedicado a Mitz_FLmin ♥

El Café Porteño se iluminó por completo debido al aterrador relámpago

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El Café Porteño se iluminó por completo debido al aterrador relámpago.

Odiaba las tormentas. Con mi alma y todo mi ser.

Eran apenas las siete de la tarde, y, siguiendo las instrucciones de mi tío Diego, había vaciado el lugar y estaba preparando todo para cerrar caja y finalmente irme a casa. Quise creer que la tormenta eléctrica cesaría antes de que yo terminara mi trabajo para así marcharme en paz.

Pero no fue así.

Cuando me encontré lista para irme, seguía tronando y lloviendo a cántaros. Me vi tentada a escribirle a mis padres para que me buscaran, pero estaba cerca de cumplir los dieciocho años. No podía simplemente llamar a mis padres porque estaba lloviendo. Con rayos, sí. Pero lloviendo al fin.

La tormenta era tal, que aunque no era necesariamente de noche, lo único que reinaba fuera del café era una tenebrosa oscuridad que a veces era abruptamente rota por relámpagos y truenos que estremecían hasta al más fuerte.

Me senté en el sofá de la esquina y abracé mis rodillas, sintiéndome más sola que nunca. A mi mente regresó el rostro de Andrés, estupefacto ante mi declaración, y el cómo prefirió guardar silencio. No me había respondido, no me había dicho que me quería de vuelta. Lo peor de la situación era que algo me decía que él sí me correspondía, después de todo, el año pasado me dejó en claro una y otra vez que estaba interesado en mí y me acompañó en cosas en las que nadie más se hubiera atrevido.

¿Cuándo él había perdido su interés hacia mí? ¿Era algo que yo había hecho?

Enterré la frente en mis rodillas sintiéndome una perfecta idiota. Él y Ximena habían pasado días juntos en Roma, a lo mejor habrían hecho otras cosas aunque él me lo hubiera negado. Ximena había sido su novia, mientras que a mí jamás me lo pidió, o lo insinuó siquiera. Era evidente que sus sentimientos hacia ella eran más potentes que los que guardaba hacia mí.

Probablemente me veía como su mejor amiga de la infancia que le llegó a gustar, mas no estaba enamorado de mí.

Intenté no llorar pero se me hizo imposible. Me di cuenta de que todo lo hermoso que habíamos vivido el año pasado se había quedado enterrado en recuerdos y que no volveríamos a tener esa misma cercanía.

Yo nunca fui una damisela, y él jamás fue mi caballero. Esto no era un cuento de hadas o una comedia romántica. Y algunos finales no tenían porqué ser felices.

Hasta ahora había creído que había aprovechado todos los momentos a su lado, pero entonces lamenté no haberle confesado mis sentimientos antes, no haberlo besado más cuando tuvimos la oportunidad, haber desperdiciado tanto tiempo en inseguridades.

Mi celular vibró en mi pantalón, y aunque me vi tentada a no revisarlo, necesitaba algo que me distrajera de mi desdicha.

El problema es que no hizo más que profundizarla.

Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora